capítulo siete.

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— Buenas —Eli saluda entrando al salón, la mayoría contesta ante su saludo— hola Jaeyeol —Saluda a su compañero de asiento— ¿qué tal? —El rubio da un asentimiento— me alegro —Le da una sonrisilla antes de sacar uno de sus cuadernos, lo ve ladear apenas la cabeza— ¿yo? pues con dolor de cabeza por mis hermanos pero ni modo, ya no se les puede regresar —El chico sonríe divertido— no te rías ¡es una tragedia! —Golpea su frente contra la mesa— ¿tienes hermanos? —Asiente y levanta dos dedos— ¿dos? casi los mismos —Jaeyeol parece confundirse— ah, es que yo tengo tres hermanos, sólo que el hermano de en medio esta de intercambio en Japón —Susurra— él no es tan mimoso como Alexander o Emiliano pero ¡sigue siendo demasiado sobreprotector! una vez salimos a caminar y un niño me embarro su nieve, entonces de repente ¡Diego regaño a su madre! ¡que vergüenza!

Lloriquea aún más y se cubre el rostro cuando Jaeyeol pareció haberse divertido de la desgracia que sucedió en su pasado.

Después de haber convivido un par de días, Jaeyeol descubrió que definitivamente la muchacha no se callaba ni comiendo. Aún así, tampoco parecía molestarle que hablara y actualmente, puede que se consideren amigos

— ¡Hola, Eli, Jaeyeol! —Hyungsuk saluda entrando al salón vistiendo ropa nueva

— Hola Suk —Saluda Eli— luces bien

— ¿E-Eso crees? —Se rasca la nuca— gra-gracias —Ríe avergonzado— a ti también Jaeye- ¿huh? —Deja de hablar cuando ve que Jaeyeol esta concentrado mirando por la ventana y promete agradecerle más tarde

A la hora del almuerzo, Elizabeth camino hacia una de las maquinas expendedoras afuera de la instalación porque las de adentro estaban en mantenimiento.

Y hubo un problema al regresar

O más bien ese era el problema

No sabía como regresar

¡Si llegue afuera fue pura suerte, porque me perdí ocho veces antes de!

Lloriquea –pero sin dejar de beber de su lechita de banana– y mira al rededor en busca de un salvador o salvadora

— ¡Hola! —Elizabeth levanta mano al ver a un estudiante comprando algo también en la maquina expendedora

El chico la mira y se congela, Elizabeth se acerca sonriente mientras sostiene su leche, el chico frente a ella llevaba una gorra blanca y unos lentes obscuros, junto con una sudadera negra.

— Err... —Sisea mirándola con un sonrojo subiendo por sus orejas

— Me preguntaba ¿sabes cuál es el camino a la cafetería? estoy perdida —Sonríe tímidamente— de suerte no termine en China —Bromea— ah uh cierto —Toca su pecho— soy Elizabeth, departamento de moda

— H-HoBin, departamento de música —Respondé chasqueando la lengua en el proceso, sus gafas eran obscuras pero aún podía apreciar la belleza que la chica de ojos tintos desprendía— y err... te guió sí quieres —Se aclara la garganta y al darse cuenta parpadea un par de veces— ¡p-pero no es gratis!

— Claro —Eli saca de su bolsillo un par de monedas y preciona los botones de la maquina expendedora sacando unas gominolas, toma la mano de HoBin e ignorando el sobresalto, coloca las gomitas en la palma— ¿qué tal? lo siento, la verdad es que compre mis favoritas, ni siquiera se si te gustan las gominolas, pero ya me quede sin dinero —Hace un puchero

— U-Uhg, esto esta bien, no puedo pedir más de alguien que ya no tiene —Bufa pero rasca su mejilla con un gran sonrojo— sígueme, si te pierdes no te busco

— Al toqué —Eli camina junto a él mientras bebe de su leche, HoBin se descubre a sí mismo enviándole miradas de reojo cada tanto y chasquea la lengua molesto

𝐋𝐀𝐓𝐈𝐍𝐀 | LookismDonde viven las historias. Descúbrelo ahora