capítulo treinta y dos.

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— ¿A dónde vas? —La gruesa voz de Gun llama su atención mientras estira la mano para tomar la sudadera de Alexander

— Voy a la tienda, necesitó algo —Levanta la mano antes de que termine de abrir la boca— y voy sola, pero gracias.

Gun bufa— Es de noche, no deberías salir sola tan tarde

Sonriendo, Elizabeth da un asentimiento— Sí, lo sé. Y si fuera a un lugar muchísimo más lejos creeme que me gustaría mucho que me acompañarás, peeero... voy a la tienda, aquí abajo, a dos pasitos, tranqui

El mayor deja caer su mano sobre su cabeza y da algunas palmaditas suaves, amigables

— Ten cuidado

— Síp —Levanta el pulgar

Sin más que agregar y con la sudadera de Alex en mano, sale del departamento acercándose al elevador para presionar el botón del piso principal y espera pacientemente a que llegue.

— Muchas gracias por su compra —La mujer agradece con una pequeña sonrisa mientras cierra el cajero

— Gracias —Eli le devuelve la sonrisa y sale de la tienda sosteniendo la bolsa con sus pequeñas compras

Tenía unas galletas escondidas en uno de los cajones de la cocina y el muy cabrón de Emiliano se las robo, ¡ya nada es seguro en este mundo!
Elizabeth podía vivir sin muchas cosas, el pan no era una de ellas.

— Pinche Emiliano, ni me las pagó —Bufa

Da un vistazo de reojo cuando escucha el ladrido de un perro, lo hubiese ignorado si no fuese por la insistencia de los ladridos que se acercaban más y más. Al mirarlo claramente, abre la boca para después sonreír

— ¡Eden! —Exclama alegremente, deja la bolsa en el suelo para recibir al perro que comenzó a lamer las manos de la fémina— ¿otra vez perdido, corazón?

— No lo está.

Levanta la vista y una sonrisa más grande crece en sus labios, ella misma puede jurar que hasta sus ojos brillaron

— ¡Johan! —Se levanta y se acerca haciendo que casi la flasheara con una cola moviéndose de lado a lado

— Elizabeth —Sisea mirándola fijamente como un saludo

— ¿Qué haces aquí? no me digas, ¿viniste a verme? —Bromea con una risilla de por medio

— Hm... no realmente... pero ahora que te veo, me gusta. —Sonríe tímidamente— ¿Qué hacías sola tan tarde en la noche?

— Vine a la tienda —Señala a sus espaldas— ¿y tú? no te hacia por estos lados, aunque me alegro de verlos nuevamente —Su mano acaricia al perro que se sienta en medio de ambos mirándolos

— Sólo pasaba por aquí —Se encoge de hombros y mete sus manos a la chaqueta que lleva— y Eden debió de haberte olido

— ¿A qué oleré? —Suelta una risilla ante lo dicho y niega— a-ahm... —Traga saliva cuando una de las manos de Johan pasa por detrás de su cabello y acerca su rostro a ese lugar, olisqueando

— Hueles bien —Escucha que dice y se aleja tan rápido como se acercó

— Ah.

— ¿Quieres que te acompañe a casa? lo mejor será que vuelva, tengo a unos amigos esperando

— Me encantaría —Afirma sonriente

Ambos comienzan a caminar con Eden yendo por delante, Elizabeth mira la ropita que viste de manera adorable el perro y entrecierra los ojos un poco, leyendo lo que decía sobre su lomo

𝐋𝐀𝐓𝐈𝐍𝐀 | LookismDonde viven las historias. Descúbrelo ahora