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El despertar fue lento, como una marea suave que se eleva en silencio sobre la orilla. La bruma del sueño aún se mantenía sobre ellos, envolviendo las sombras de la habitación en una quietud que solo el tiempo podría deshacer. Harry abrió los ojos por primera vez en lo que parecían horas, aunque solo había sido un parpadeo en la existencia. El aire en la habitación era suave, pero la quietud a su alrededor lo hacía sentir como si estuviera en un lugar distinto, como si en ese momento solo existieran ellos dos. Un rincón apartado del mundo, donde no había presión, no había dolor, solo una calma que se deslizaba por su piel como un susurro suave.

El olor a lirios, mezclado con la tierra húmeda del bosque, le trajo recuerdos de la noche anterior: las estrellas sobre su piel, la sensación de estar completamente a salvo, de estar con Remus. Con él. La simple cercanía de ese hombre lo llenaba de una calidez que nunca había conocido. Un calor que lo envolvía y le daba fuerza. Era un refugio en medio de una tormenta que, aunque no visible, siempre lo había acompañado. La oscuridad de su vida parecía desvanecerse en la presencia de Remus, como si las sombras, por fin, se retiraran.

Se quedó allí, respirando despacio, intentando comprender la paz que sentía. Durante tanto tiempo había sido un niño atrapado en una guerra que no había elegido, con miedos y dudas que lo perseguían como sombras. Pero ahora... Ahora, todo parecía haber cambiado. A su lado, Remus respiraba profundamente. En su rostro descansaba una tranquilidad que rara vez había visto en él. Esa paz le parecía casi irreal, una calma que parecía ajena a su naturaleza. Remus, el hombre que siempre había cargado con un dolor invisible, el hombre cuyas cicatrices emocionales parecían tan profundas como las físicas, ahora estaba allí, junto a él, completamente sereno. Y Harry comprendió, en ese momento, que esa paz no era solo suya, sino también compartida.

No era solo Remus el que había encontrado refugio en esa habitación. Harry también lo había hecho. Se estiró ligeramente, sintiendo el ligero tirón de sus músculos al despertar. Era una sensación reconfortante, y al mismo tiempo, como un recordatorio de que algo había cambiado dentro de él. Ya no era el mismo niño que había llegado a Hogwarts, lleno de inseguridades y temores. Ya no era el que cargaba con el peso de un destino impuesto, un niño atrapado entre las expectativas y el miedo. Ahora, había algo nuevo, algo más fuerte: un propósito, una conexión que lo anclaba a este momento, a este lugar, a esta vida que comenzaba a sentirse suya.

Por fin comprendió que ya no estaba solo. Había alguien a su lado. Y no era un alguien cualquiera. Remus. Su compañero, su protector, su amigo. Esa conexión, tan profunda y silenciosa, parecía haber nacido en ese instante, cuando sus almas se reconocieron sin necesidad de palabras.

La mano de Harry buscó la de Remus, entrelazándose con la suya con la delicadeza de un lazo que los unía más allá de lo físico. El roce de sus dedos, suave y sereno, era una promesa tácita de que nada los separaría. Remus despertó al sentir el gesto, y sus ojos, que hasta entonces habían estado cerrados, se abrieron lentamente. Un destello de comprensión cruzó su mirada, como si en ese momento todo lo que había sucedido hasta ese punto cobrara sentido. Como si esa quietud y esa paz fueran la culminación de todo lo que habían vivido juntos, aunque no lo supieran aún.

— ¿Harry? — dijo Remus, con voz suave, casi temerosa, como si temiera que cualquier palabra pudiera romper la quietud perfecta que los rodeaba.

Harry sonrió con una tranquilidad que jamás había experimentado. Esa sonrisa no era solo la de un niño que por fin encontraba consuelo, sino la de alguien que comenzaba a comprender que, en ese preciso momento, estaba completo. Al fin podía permitirse la seguridad de saber que no había nada que temer, que ya no estaba solo en su lucha.

— Estoy aquí, Remus. Estoy bien. Y tú también lo estás.

No necesitaban palabras para más. El silencio que los rodeaba ya decía todo lo que no podían expresar. En ese simple gesto de entrelazar las manos, ambos compartían una paz tan profunda que no podía ser explicada. Era algo que solo los que se habían conocido verdaderamente en lo más íntimo de sus almas podían entender.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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Luna Llena [HP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora