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A lo lejos, el castillo seguía en silencio. Pero en el corazón de Harry, algo comenzaba a encontrar su lugar.

El peso de la ansiedad que lo había atormentado durante todo el día empezó a desvanecerse, y por primera vez en varias semanas, Harry sintió que podía respirar con algo de facilidad. No era mucho, pero al menos podía sentir una pequeña chispa de tranquilidad.

La presencia de Remus lo envolvía con una calma inusual, como si su tutor fuera una figura de ancla en medio de un mar turbulento. No importaba cuán oscura fuera la noche o cuán profundas fueran sus preocupaciones, en ese momento, Harry sabía que no estaba solo.

El entorno que los rodeaba también parecía colaborar con ese sentimiento de calma. La habitación de Remus, con su luz tenue y las sombras danzando suavemente sobre las paredes, lo acogía con una calidez que contrarrestaba la frialdad de los pasillos del castillo. La chimenea crepitaba, lanzando destellos de luz naranja que se reflejaban en los estantes llenos de libros, dando un brillo cálido a las páginas envejecidas. Había algo reconfortante en la quietud del lugar, como si el propio espacio estuviera destinado a acoger a alguien que necesitaba refugio. El suave murmullo de las llamas se entremezclaba con el silencio de la noche, creando una atmósfera que invitaba a la relajación, a la reflexión.

Remus, como si percibiera el alivio que comenzaba a llenar a Harry, le dio una leve palmada en el hombro y sonrió con suavidad.

— Sabes, no tienes que cargar con todo esto solo, Harry. — Su voz era tan suave, pero firme, que Harry sintió un estremecimiento de gratitud. — El hecho de que puedas sentirte incómodo, que te preocupes, muestra cuán lejos has llegado.

Harry levantó la mirada, confuso pero aliviado.

¿Cómo podía Remus decir eso tan fácilmente?

De alguna manera, las palabras de su tutor siempre lo alcanzaban en el lugar más profundo de su ser, donde ni siquiera él mismo se atrevía a explorar. Remus había visto en él algo que nadie más había notado.

— Lo sé. — Harry respondió, con la voz un poco más firme, aunque todavía cautelosa. — Es solo que... las cosas han sido diferentes últimamente. No puedo evitar sentirme como si algo fuera a pasar.

Remus lo observó durante unos segundos, con una mezcla de comprensión y algo más, algo que Harry no supo identificar. Luego suspiró suavemente, mirando hacia el pasillo desierto, antes de mirar nuevamente a Harry.

— Harry, no puedes controlar todo lo que ocurre en tu vida. — La voz de Remus era baja, pero había una cierta calidez en ella, como si quisiera darle a Harry un espacio para entender lo que decía. — A veces, las cosas pasan, y tú no puedes evitarlo. Pero eso no significa que estés solo.

Harry asintió lentamente, aunque algo en su interior seguía agitado. Se sentía un poco más aliviado, pero las sombras de sus pensamientos seguían acechando.

"¿Y si no está bien?" Era lo que temía. "¿Y si Remus no está tan seguro de todo como parece?"

— ¿Y si Sirius está cerca? — murmuró sin pensar, mirando a Remus con ojos llenos de temor.

La pregunta había escapado de su boca como una exhalación involuntaria, pero ya estaba dicho.

Remus lo miró con una expresión seria, pero sin miedo. En lugar de apartar la mirada o tratar de eludir el tema, simplemente lo enfrentó. La intensidad en sus ojos dorados fue suficiente para calmar a Harry, aunque no por completo.

— Harry, ya he enfrentado cosas peores que Sirius Black. — Dijo Remus, con una voz que aunque tranquila, llevaba una firmeza que Harry rara vez había escuchado. — Lo que quiero que entiendas es que no estás solo en esto. Si alguna vez te encuentras en peligro, me tendrás a mí. Y a los demás también.

Harry tragó saliva, sintiendo un peso menos sobre sus hombros. Aún no estaba completamente libre de la ansiedad que lo había invadido, pero las palabras de Remus lo hacían sentir más seguro. "No estoy solo." Esas palabras se quedaron flotando en su mente. "No tengo que enfrentarlo todo solo."

— Lo sé. — Finalmente dijo Harry, esta vez con más convicción. — Solo... a veces me siento tan fuera de lugar.

Remus asintió, entendiendo perfectamente. Se adelantó un paso, colocándose a su lado, mirando hacia el pasillo oscuro que se extendía ante ellos.

— A veces es difícil encontrar tu lugar, Harry. — Remus continuó en voz baja, como si hablase más para él mismo que para Harry. — Pero no se trata de estar en un lugar fijo o perfecto. Se trata de saber que hay personas que te acompañan, que te apoyan, y que no importa lo que pase, seguirán a tu lado. Como en esos momentos cuando corrimos juntos por el bosque, huyendo del peligro. Eso fue lo que nos unió, y eso es lo que siempre nos unirá.

Harry lo miró, sus palabras resonando profundamente en su corazón. Recordó aquella noche en la que huyeron juntos, perseguidos por los horrores de la guerra mágica, sin saber qué les esperaba al final. "Lo que nos unirá." Esa idea le dio una sensación de fuerza, como si realmente pudiera contar con alguien, incluso cuando todo parecía desmoronarse.

Antes de que Harry pudiera decir algo más, Remus habló de nuevo, su tono más suave ahora.

— Vamos, es tarde. Es hora de que volvamos. — Sonrió ligeramente, un brillo de calidez en sus ojos. — Aunque si sigues con esa cara de preocupación, te prometo que te haré escribir un ensayo sobre cómo superar la ansiedad en un día, y te aseguro que no será nada fácil.

Harry no pudo evitar sonreír, aunque algo tímidamente. Remus siempre sabía cómo equilibrar la seriedad con un toque de ligereza, un recordatorio de que la vida seguía a pesar de todo lo que enfrentaban. La tensión en sus hombros se relajó por completo, y se sintió un poco más liviano.

— No hace falta ese ensayo, gracias. — Dijo, intentando hacer una broma. — Creo que ya tengo suficiente tarea por ahora.

Ambos rieron suavemente, y por un momento, Harry se permitió disfrutar de la ligera sensación de normalidad que se había apoderado de él. "No estoy solo." Esa idea seguía dando vueltas en su cabeza. Y, por primera vez en mucho tiempo, Harry se sintió menos perdido.

Mientras caminaban juntos de regreso al castillo, con el eco de sus pasos resonando en las oscuras paredes, Harry se dio cuenta de algo importante: aunque el miedo nunca desapareciera por completo, la confianza en sus amigos y en Remus, su tutor y protector, era la luz que podría guiarlo a través de la oscuridad.

Y mientras las sombras del castillo se alargaban a su alrededor, Harry ya no temía enfrentarlas. Sabía que tenía a alguien a su lado, alguien que no lo dejaría caer. El futuro seguía siendo incierto, pero por primera vez en mucho tiempo, Harry sentía que, a pesar de todo, podía enfrentarlo.

Caminaban en silencio por los pasillos del castillo, las luces tenues de las antorchas proyectando sombras largas sobre las paredes de piedra. Remus caminaba a su lado, sin presionarlo, pero con la presencia reconfortante que había llegado a ser su constante desde que empezó a vivir bajo su tutela. Harry, por su parte, se sentía más ligero, como si la carga en su pecho hubiera disminuido, aunque solo fuera un poco.

Era un consuelo pequeño, pero significativo. Porque aunque el miedo seguía ahí, había algo más que lo acompañaba: la certeza de que no estaba solo en sus luchas, de que podía compartir sus miedos y, tal vez, sus esperanzas también.

A medida que se acercaban a las habitaciones de Remus, donde él solía impartir algunas clases y donde Harry pasaba la mayor parte de su tiempo fuera de las aulas de Hogwarts, la ansiedad en su pecho comenzaba a calmarse. La familiaridad del espacio le otorgaba un cierto consuelo.

"Nunca más estarás solo." Las palabras de Ron resonaban en su mente, como un recordatorio de que sus amigos siempre estarían ahí para él.

Ambos llegaron a la habitación que Remus usaba tanto para sus clases como para estar a solas con Harry cuando necesitaban hablar o simplemente relajarse. El ambiente allí era cálido, con las luces suaves de las velas iluminando los estantes llenos de libros, y una chimenea encendida al fondo, que arrojaba una luz cálida y reconfortante. La habitación no solo era un refugio físico, sino también emocional. Había algo en el aire, una calma palpable que parecía envolver a Harry cada vez que entraba. El suave crujido de las maderas y el delicado resplandor de las velas se sentían como una bienvenida silenciosa.

Harry respiró hondo, aliviado al estar en un lugar que no le traía recuerdos amargos, y en el que ahora comenzaba a encontrar paz.

Luna Llena [HP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora