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El Gran Comedor de Hogwarts se llenaba lentamente con estudiantes que iban tomando su lugar en sus respectivas mesas. Harry ya estaba allí, en su sitio habitual, sintiendo una ligera calma al ver que nadie prestaba mucha atención a su presencia. Había días en los que las miradas pesaban, como si la incertidumbre sobre lo que ocurría en su vida fuera un secreto a voces. Hoy, sin embargo, el silencio era un respiro. Sus hombros se relajaron mientras sentía la vieja camiseta de Remus bajo su túnica, un recuerdo tangible de la protección que el alfa le ofrecía. El aroma del mayor, la mezcla de la madera y un leve toque a tierra, lo envolvía suavemente. En alguna parte de su mente, el omega dentro de él ronroneaba, pidiendo más, pidiendo estar cerca.

"Quizás esto no sea tan malo", pensó Harry, mientras observaba a sus amigos acercarse, con la preocupación escrita en sus rostros. Pero no podía decirles aún lo que estaba sucediendo. No estaba listo para compartir la verdad, ni para cargar con las miradas de compasión, ni para arrastrarlos a un mundo del que aún no comprendía bien ni él mismo.

—Harry, nos tenías muy preocupados —fue lo primero que escuchó cuando los brazos de Hermione lo rodearon, como si temiera que pudiera desvanecerse. Sus ojos castaños, siempre tan vivaces, ahora mostraban un rastro de angustia. Harry no supo qué decir, pero le devolvió el abrazo con suavidad.

—No es para tanto, Hermione —respondió con una sonrisa que no convenció a ninguno de los dos, pero Ron y Hermione se limitaban a mirarlo, esperando una explicación.

—¿Por qué desapareciste? —insistió Ron— Nadie sabía nada, y de repente, sacaron tus cosas de tu cuarto.

Su cara ya era una mezcla de frustración y preocupación. Había algo en la manera en que lo miraban, algo que le decía que no podrían dejarlo en paz hasta saber qué le había pasado.

—No deben preocuparse, estoy bien —mintió Harry, con voz firme, aunque sus amigos no parecían del todo convencidos.

Hermione no tardó en fruncir el ceño, como si quisiera seguir indagando, pero Harry la interrumpió, alzando una mano y sonriendo de forma que trataba de aliviar las tensiones.

—De verdad, les prometo que les contaré todo en otro momento, ¿vale? Ahora, coman, que ya estamos a punto de comenzar la primera clase —dijo, desviando el tema para evitar una conversación más profunda. A lo lejos, los murmullos seguían, pero él había aprendido a ignorarlos.

Sin embargo, los ojos preocupados de Hermione no lo dejaban tranquilo.

—Te lo prometo, Harry —dijo con voz baja, pero firme, como si supiera que algo estaba mal— Nos lo contarás todo.

El hecho de que sus amigos estuvieran tan preocupados por él, tan atentos, hizo que Harry se sintiera, por primera vez en mucho tiempo, como si tuviera algo más que un vínculo con ellos. Era más que solo amistad; era una conexión real, una que no podía ni debía romperse.

El resto del desayuno transcurrió entre miradas curiosas y conversaciones que intentaban esconder su tensión. Pero cuando Harry se levantó para ir a clase con sus amigos, fue el pequeño gesto de mirar hacia la mesa de los profesores lo que hizo que su pecho se apretara. Remus le sonrió, en respuesta, una sonrisa cálida que lo hizo sentirse un poco más tranquilo, aunque su lobo dentro de él seguía inquieto, siempre vigilante, siempre demasiado atento.

—Harry, ¿dónde nos estás llevando? —preguntó Ron mientras se apartaba de su lado y miraba alrededor.

Harry sonrió ligeramente, aunque en sus ojos se reflejaba una mezcla de ansiedad y algo más profundo.

—Un pequeño atajo —respondió, mientras guiaba a sus amigos hacia un aula en desuso que había descubierto gracias al mapa de los gemelos Weasley. El aula, solitaria y silenciosa, los acogió.

Luna Llena [HP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora