Si tan solo fuera valiente

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Maia

Miro a mi alrededor, apenas hay personas en el hospital de día y no me extraña, al final del día es el puente más largo del año. 4 días de puente sin contar el fin de semana ¿quién querría quedarse en la ciudad pudiendo viajar?

Una niña castaña y algo pálida aparece pasando por la puerta para acercarse con una gran sonrisa en los labios mientras su abuela la sigue por detrás.

—¡Maia!

—Hola Sabela, ¿cómo estás?

Llega hasta mi Sabela y se pone al lado del sofá en el que estoy sentada, mira fijamente mi via la cual se encuentra en mi mano derecha y me pone una mueca. Sonrió levemente al darme cuenta que la altura de ella es inferior a la del sofá quedando ella casi escondida.

—¿Te ha dolido? A mi siempre me duele.

—No —me incorporo para estar mejor sentada y la agarro de la mano mientras la acaricio y miró a su abuela — ¿Habéis venido a revisión?

—No, la tuvieron que hacer una endoscopia para ver si estaba todo bien en ella, se sospecha que tiene Crohn.

En cuanto dice Crohn mi sonrisa se desvanece.

—Solo tiene 6 años, ¿cómo se le habrá desarrollado ahora? Si en la mayoría de casos es entre los 15-16 años...—Mi mirada se va intercalando entre Sabela y su abuela.

—Bueno cada caso es muy diferente, por lo que me dijo tu madre, desde pequeña tenias muchos problemas digestivos, es parecido a ella a lo mejor se lo han detectado antes por los problemas que tuvo con 2 años.

Asiento mirándola sin poder creermelo, hace 2 años ingresé en el hospital por fuertes dolores, no tardaron en descubrir que tenía esta enfermedad, pero era difícil de controlar ya que tuve pequeñas fisuras en el intestino delgado, lo que hacía que me fuera imposible tener el tratamiento, la inflamación era tal que no podían saber la gravedad del brote y no podían medicarme con lo que realmente me deberían que medicar.

De un momento a otro la bomba de medicación comienza a pitar, esta es de las más silenciosas que hay en el hospital y lo agradezco. Sabela mira la bomba para después agarrar mi mano, dirijo mi mirada a ella y me la encuentro sonriendo, mete su mano en su bolsillo y saca una especie de pulsera de cuentas.

—Toma, para ti. —Me indica con su mano que le de la mano izquierda y así lo hago.

—¡Qué bonita pulsera! ¿La hiciste tú?

—Si.

—La hizo hace unos días pensando que te vería hoy, no se quería separar de la pulsera en ningún momento.

—¿Enserio? Pues muchas gracias Sabela, no me la quitaré para nada.

—Bueno Sabela nos tenemos que ir a casa.

Veo como se alejan mientras aparece una de las enfermeras.

—Bueno Maia, ya ha terminado así que te pondré suero para que te pase lo que te queda de medicamento y podrás irte.

Diez minutos después estoy saliendo del hospital, son alrededor de la 1 pm, mi madre se encuentra en la salida hablando por teléfono, me acerco a ella y la saludo.

—Vale muchas gracias, adiós —cuelga el teléfono y lo guarda en el bolso— Hola Maia, ¿nos vamos a casa?

—Sí.

Nos montamos en el coche y a los veinte minutos llegamos a casa, en cuanto terminamos de comer mi madre se levanta y va dentro de la cocina, al salir la veo con un pastel pequeño y dos velas indicando un 18 mientras me canta el cumpleaños feliz.

—Venga sopla las velas y pide un deseo.

Cierro los ojos pensando en mi deseo y al abrirlos las soplo.

—Hija quería comentarte algo.

—¿Si?

—Tu psicóloga me dijo que te vendría bien un cambio de aires y hablando con tu prima Jenna, me dijo que podrías ir al pueblo de Manarola en Italia, para estar con ella en las grabaciones de la segunda temporada de Boyfriend.

—¿Qué? Pero mamá hace años que no veo a Jenna, y a si de la nada...

—Por muchos años que pasen ella sigue siendo la misma que con 14 años.

—Todas las personas cambias, ¿o me dirás que yo no he cambiado de hace 4 años a ahora?

Me fui de la cocina agitada, mis latidos cada vez van aumentando la velocidad, mi respiración se vuelve un poco irregular, llego a mi habitación sentándome en la cama mientras me sujeto la cabeza con ambas manos.

Duro así unos pocos minutos hasta que consigo tranquilizarme, las inseguridades me vinieron todas de golpe ¿por qué ir ahora con Jenna cuando hace años que no hablamos? y ya no es solo eso, tendré que conocer a los actores y realmente no lo necesito.

Unos leves golpes en la puerta me hacen volver completamente a la normalidad.

—Maia —murmura mi madre mientras abre la puerta y su figura aparece en mi campo de visión— a esto se refería Marta, te da ansiedad incluso estar con tu prima.

—No es solo eso mamá, tengo que estar con sus compañeros.

—¿Y si no tuvieras que estar con ellos? Solo con Jenna.

—Es imposible que estando en un rodaje no vaya a estar con ellos y lo sabes.

—Hacemos una cosa, mañana a primera hora coges el vuelo a Italia y si después de una semana no eres capaz de seguir ahí, si no eres capaz de al menos estar con tu prima, te compraré un billete de avión para que vuelvas.

Mi madre está muy seria, y la verdad es un buen trato pero igualmente me cuesta asentir, suspiro pesadamente y ella se va de la habitación.

...

Ha llegado la hora de irme y miles de pensamientos me vienen a la cabeza, ¿y si no me acepta Jenna? ¿Qué ocurrirá después de llegar al plató? ¿tendré que convivir sólo con Jenna o también con los actores? ¿Seré suficiente para los demás?

¿Si doy media vuelta podré librarme de ir a Italia? mi madre se fue hace diez minutos, llevo sentada en el suelo desde entonces, sin ser capaz de levantarme decido que es hora de poder ser capaz de acercarme al menos a mi prima.

Al levantarme agarro la mochila, me la cuelgo de un hombro mientras comienzo a andar a la puerta de embarque.

—¿Me puede dar su billete para escanearlo? —me sorprendo por la pregunta y por ende levantó la cabeza.

—Sí.

Escanea el QR del billete y acto seguido me lo entrega, sonrió levemente y me dirijo a mi asiento y me quedo realmente confundida.

Hay un chico en mi asiento.

Espero que os haya gustado el primer capítulo de este libro🥹🫶
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