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—Hola, Sif— dijo ella apenada

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—Hola, Sif— dijo ella apenada.

—¿Qué haces aquí?— inquirió al apresurarse a abrazarla.

—Quise investigar un poco acerca mis poderes...

—¿Por qué no anunciaste tu visita? Puedo ayudarte, vamos a la biblioteca.

—Te sigo— dijo ella en tono amable.

Lady Sif no portaba su armadura, solo su espada, no la dejaba en ningún momento. La pelinegra la seguía a paso lento. Era inmensa, la asgardiana buscó varios libros que podrían ser de interés para la mortal. Esta comenzó hojear cada uno sin interés, no creía que hubiera en realidad una explicación a la naturaleza de sus poderes, ya que siempre han existido en la familia paterna y algunos de la materna. La nativa del lugar resoplaba por no encontrar las respuestas que su amiga tanto deseaba. Malie volvió a ver a la guerrera para descifrar su rostro.

—Lo lamento...

—No pasa nada, lo intentaremos después...

—Ya hiciste el viaje hasta acá.

—Descuida.

—¿Cuándo llegaste, por cierto?

—Esta mañana.

—Pero ya te cambiaste...

—Fue una condición del padre de todo para poder entrar.

—¿Cómo conseguiste que te permitiera el acceso?

Larga vida al reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora