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Era el Reino de Wakanda, un pequeño país aislado sin salida al mar de Africa, rodeado de montañas y un espeso bosque, cuya tecnología se desarrolló a niveles abismales desde la aparición de un meteorito de Vibranio hace 2.5 millones de años; ella era una londinense que poco a poco dejó de ser una extranjera para convertirse en una habitante más. El Rey le dio una silla en el Consejo Real, era una veterana de guerra, fue líder tanto de una empresa como de una nación extraterrestre, algo debía saber más allá de ser la cara bonita que se casó con la máxima autoridad de Wakanda.

Malenalie, quien había dejado de usar su título de "lady" y no se sentía cómoda cuando la llamaban reina, aún conservaba sus aposentos privados, lejos de la alcoba que le habían dado, la conyugal. Llevaba a la niña siempre y Ramonda le ayudaba con la crianza, la llamaba "su niña" y el Rey la llamaba "hija"; no había mayor satisfacción que saberla amada por su nueva familia. Ambas mujeres se encargaban de la educación, tanto ahí como los lugares de donde venía la pequeña rubia: Estados Unidos, Inglaterra y Asgard.

A los oídos de la nueva Reina llegaron los rumores de que Nakia estaba embarazada, que el niño sería príncipe por encima de los hijos que la nueva pareja tendría, Malenalie fue en su búsqueda, pero ella ya se había ido. Ramonda y ella hablaron, la doncella había dado a luz a un hijo sano y lo mantendrían en privado porque así lo decidió T'Challa, pero Rey y Reina no sabían que el otro lo sabía. Malenalie mandó ayuda a donde sea que su investigador privado la localizara; sin embargo, Nakia declinó todo tipo de ayuda.

—Te dije que no quería nada.

—Sé que piensas que yo te quité al Rey, pero no tenía idea que ustedes se seguían viendo.

—No, ya no estamos juntos.

—Ese bebé no está desamparado, será rey a la muerte de su padre.

—No es la atención que necesito sobre nosotros.

—No vas a poder sola.

—Sólo porque tú no pudiste sola con tu hija, no significa que todas las madres solteras seamos iguales.

—Sólo...— trató de contener el llanto—, no prives al Rey de conocerlo.

—Él ya vino.

—Gracias— la tomó de ambos manos antes de dar media vuelta y salir de ahí.

—Cuida bien a ese niño— fue lo último que escuchó de la wakandiana. Ambas asintieron con la cabeza.

A pesar de que Wakanda le ocultó al mundo sus avances para garantizar la protección del Vibranio y su gente, el Rey T'Challa decidió rechazar el gobierno aislacionista y abrió Wakanda para ayudar a otras naciones. Malenalie y T'Challa discutieron durante semanas si era prudente, pero ella no tenía autoridad, sólo hablaba con su esposo lo que creía correcto. Tenían una reunión privada, en un despacho lejos de los aposentos privados y del consejo, luego de discutir por horas, iban al Consejo Real y él planteaba las soluciones a las que llegaron. Para la pelinegra, eso era sentirse verdaderamente Reina.

—Si crees que es lo correcto, adelante.

—Tú no lo crees así.

—Definitivamente.

—¿Por qué?

—Los pones en el ojo del huracán— trataba de explicarse—, ahora seremos un blanco para los ojos exteriores, aquellos ojos ambiciosos que verán aquí una mina que los hará poderosamente ricos.

—Estaremos bien.

—¿Y si no?

—Algo arreglaremos.

—Tú ganas— él rio—. ¿Qué?

—Dijiste "seremos", de aquí eres Reina y debes asimilarlo si me vas a acompañar a las sesiones en Viena.

—Sólo soy consorte.

—Te coroné como mi igual— ella sonrió enternecida y él le acarició la mejilla—. Aquí y allá eres mi igual y nuestra hija no será tratada diferente cuando tengamos hijos propios.

—Gracias por tanto amor.

—Gracias por ser tan paciente conmigo y lograr tanto amor en el pueblo.

—No podría ser de otra forma— besó sus manos ante de marchar ante el Consejo Tribal.

Viajaron al Centro Internacional de Viena y entraron de la mano donde se anunció el fin del aislamiento de Wakanda. La pelinegra vio ahí a sus primos, quienes recibieron inmunidad diplomática por lo ocurrido con los Acuerdos de Sokovia, al tener parentesco sanguíneo, algo se pudo lograr, pero por Wanda, Nat, Steve, Sam y Visión no pudo lograr mucho. Ambos revelaron la tecnología del país para compartirlo con otras naciones con el objetivo de ayudarlos, afirmando que todo el planeta estaba completamente unificado.

Las cámaras los captaron siendo cómplices, amándose aun cuando debían ser diplomáticos. Claro que las revistas estuvieron ansiosas por retratar de nuevo a la ex chica play boy siendo feliz. Al volverse una figura pública de nuevo, abrió varias fundaciones de beneficencia a lo largo del mundo. Intercambió correspondencia con su hermano para seguir trabajando en conjunto con nuevas ideas para fundaciones, con becas y demás proyectos. Porque no dejaba de amar a Tony sólo por ya no salir de su nación. Los Reyes, la princesa y los Stark fueron juntos a abrir el primer centro juntos.

—Debo irme.

—¿A dónde? ¿Necesitas que vaya?

—Todo está bien, seguro.

—De acuerdo— mas Malenalie no estaba convencida del todo.

—Serás regente durante mi ausencia.

—Preferiría que tu madre lo hiciera.

—¿Segura?

—Sí, Majestad— reverenció y marchó a sus aposentos.

—Te vi llorar.

—Estoy bien, mi Señora— Malenalie trató de recomponerse para su suegra.

—¿Qué pasó?

—Va a verla, ¿no?

—Eso creo.

—Bueno, va a ver el niño, debería estar orgullosa de que es un padre responsable y vela por la salud de su príncipe.

—Pero no estás segura.

—Nakia cree que le quité el amor del Rey.

Y la tristeza que hacía meya en la Reina se hacía cada vez más grande al pasar los días y saber que esa mañana tampoco regresaría. Ramonda seguía cuidando de la niña y la rubia a veces le hacía compañía a la princesa Shuri. Hasta que la ausencia y la culpa cumplieron un mes y la Reina no lo soportó más. Llamó a su prima para ir a un desayuno y hablar de lo que comenzaba a sentir y la agente no devolvía sus mensajes. Sabía que su hija estaba en buenas manos, decidió salir sola, no llevaba ni maleta, ni su comunicador, cartera o alguna identificación.

—Quiero ver a la Reina— se anunció el Rey al cumplir los tres días.

Larga vida al reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora