Capitulo 43

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Miro mi reloj una y otra vez. Mi pie golpetea con impaciencia el suelo y he perdido la cuenta de las veces que he blanqueado los ojos ante los diferentes conjuntos de lencería que Chloe me muestra. Lleva una hora mirándolos y aún no se decide por ninguno.

—¿Qué tal este? —vuelve a preguntar.

Me muestra un conjunto de encaje magenta con los bordes negros. El tanga es solo de encaje negro.

—Es exactamente igual al que me mostraste hace dos minutos.

Entorno los ojos por enésima vez.

—Si ibas a estar así, ¿por qué aceptaste acompañarme?

—Porque papá no puede venir por mí y Lara tiene una cita médica, por lo que tú eres la única disponible para llevarme a casa.

—¿No es Neal el que se encarga de eso cada tarde después de que lo hacen en el auto?

Le presto atención a un conjunto de lencería rosa que está en un perchero. No he querido ver a Neal esta tarde porque tiene la habilidad de leerme como un libro abierto y no estoy lista para que sepa lo que ocurre, no hasta estar segura por completo.

—Tiene trabajo, no es como si su universo girara en torno a mí —miento.

—Yo creo que sí lo hace —musita Chloe—. Así que ¿cuál? —Ella tiene frente a sí misma un conjunto que me mostró antes y otro idéntico, pero negro del todo.

—Los dos son exactamente iguales —espeto.

—Dios mío, pero que humor tan horrible el tuyo.

Gruño con suavidad.

—¿Lo vas a llevar o no?

Niega con la cabeza.

—No, no logro decidirme por nada de esto.

Mis ojos se abren.

—¿Me hiciste perder una jodida hora de mi tiempo para nada? —indago con irritación—. No lo puedo creer.

Salgo apresurada de la tienda, sintiéndome como una estúpida. Con facilidad pude haber ido rápido a la farmacia por una prueba de embarazo.

Mi piel se eriza. Pensar la palabra embarazo me asusta tanto.

—¡Natalie! —grita Chloe detrás de mí—. Espera, no te vayas.

—Tengo cosas que hacer —digo sin mirarla.

—¡Oye! —vuelve a gritarme. Esta vez me toma del brazo; me detengo—. Natalie, siento haberte hecho perder tu tiempo, pero de verdad necesito tu opinión. Quiero sorprender a George, y eres la única que sabe lo nuestro.

Ahora yo me siento como una idiota.

—Sí, lo sé, entiendo, pero ¿eso debía tomarte tanto tiempo? Y al final no te llevaste nada.

—¿Cómo hacerlo si mi mejor amiga no me daba su opinión y tiene un humor de perros?

Tomo una profunda respiración.

—Sabes que odio perder el tiempo —siseo.

—Y ahí está de nuevo —replica—. ¿Qué demonios te pasa? ¿Estás en tu período o algo así?

—¡Ese es precisamente mi problema, Chloe, que no estoy en mi período cuando debería estarlo! —dejo salir.

Ya está, lo he dicho.

Abre sus ojos y su boca. No dice nada, solo me abraza. Las lágrimas se agrupan detrás de mis ojos en el instante en que sus brazos me envuelven.

—¿Por qué no me lo habías dicho antes?

Resistirse a lo prohibido ¡Disponible en Físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora