Capitulo 7

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No sé qué hago ni sé en qué pienso. Llegados a este punto, me doy cuenta de que no sé nada de nada. Camino de un lado a otro en la sala de la casa. Espero e intento buscar las palabras correctas o una excusa creíble antes de que llegue. Tarde. El timbre suena y yo no tengo nada qué decir. Distraída, camino hacia la puerta y la abro. Su figura imponente atraviesa el marco y cierra la puerta detrás de él. Lo observo con detenimiento; me gusta lo que veo. Neal lleva unos jeans oscuros, zapatos casuales, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero. Su cabello luce despeinado de manera intencional. Está divinamente sexi, y eso dificulta el que piense con coherencia.

—Me esperabas —murmura, apreciativo.

—No sé cómo accedí, pero dijiste que vendrías...

La comisura de su labio se levanta en una media sonrisa mientras me escanea.

—No llevas sujetador.

Abro mis ojos, es cierto.

Con rapidez, me cruzo de brazos.

—Eso solo logra que se note más, pequeña.

—Escucha, Neal, no sé... no sé por qué acepté que vinieras y... —Se acerca—. ¿Qué haces?

—Lo que quiero hacer desde que entré.

Sin miramientos, se abalanza sobre mí y me atrapa entre la fría pared y su caliente cuerpo. Gimo ante el contacto de su dura entrepierna contra la mía.

—Estoy como una maldita roca desde que escuché tu dulce voz por el teléfono. —Se inclina y acaricia con su nariz mi cuello—. No puedo quitarme la imagen de ti con ese vibrador, pequeña.

Mi corazón se acelera.

—Neal, por favor —susurro.

Si soy sincera, ni yo misma sé qué quiero.

—No me pidas que me aleje, Natalie. —Se separa de mí, no mucho, solo lo suficiente como para verme a los ojos—. Quieres esto tanto como yo, lo sabes.

Humedezco mis labios.

—No podemos.

—Sí podemos. —Pega su frente a la mía—. Si tú quieres y yo quiero, ¿qué nos detiene?

—Sabes qué nos detiene.

—Olvídate de eso. Hoy, mañana y siempre que tengamos la oportunidad, seremos tú y yo. Míranos, Natalie. Nuestros cuerpos piden a gritos el uno por el otro. ¿Realmente piensas seguir negando algo que necesitas?

—¿Q-Quién te asegura que lo necesito?

—Puedo sentir tus pezones erguidos contra mi pecho, tu respiración está entrecortada y tus pupilas están dilatadas. —Jadeo—. Apuesto también a que estás mojada en este momento. —Hace una pausa—. No, mejor no apuesto y solo lo pruebo.

Me acaricia el cuello con los dedos justo debajo del collar que me regaló —sí lo llevo, ya que, después de todo, es mío— y me besa. Tal como él lo ha dicho, mi cuerpo aclama por el suyo. Envuelvo su cuello con mis brazos y lo acerco más a mí. Su lengua, como siempre, explora toda mi boca. Tira del cordón de mi pantalón de chándal, el cual cae en el suelo. Sus manos calientes tiran de mis bragas y las rasgan. Todo eso sin apartar sus labios de los míos. Me toma fuerte de la cadera y me alza. Con rapidez, le rodeo la cintura con mis piernas y gimo ante el contacto más directo de su entrepierna contra la mía. Aunque solo su pantalón nos impide unirnos por completo, el roce de la bragueta en mi húmedo sexo me hace gemir en su boca. No dispuesta a sufrir más por esto, me separo de él para besar su cuello al tiempo que mis manos se dirigen al botón de sus jeans. Lo desabrocho y bajo la bragueta. Me sorprendo, pues no lleva boxers. Lo miro, expectante.

Resistirse a lo prohibido ¡Disponible en Físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora