—¿Un hotel? —pregunto con incredulidad.
Luego de haberle enviado un mensaje a mi padre diciéndole que estaría hasta tarde en casa de una compañera de la academia por su cumpleaños, Neal condujo sin decirme palabra alguna. Jamás imaginé que me traería a un hotel.
—Es el único lugar donde podremos hablar con tranquilidad.
—¡Yo no quería hablar contigo en primer lugar! Llévame a mi casa, ¡ahora!
Pero él solo sonríe.
—Tienes dos opciones, pequeña gruñona. O bajas por tu cuenta y en total calma subes conmigo a la habitación o...
—¿O qué? —lo interrumpo—. ¿Me llevaras a la fuerza? Permíteme que me ría. Tú no harías un espectáculo o todos conocerían tu sucio secreto.
—¿Te estás refiriendo a ti misma como sucio secreto? —indaga, burlón.
Gruño y me cruzo de brazos.
—No pienso ir a ningún lado.
—Tú lo quisiste así.
Baja del auto y le da la vuelta hasta abrir mi puerta, me toma entre sus brazos y me saca de este. Protestar es en vano. Cuando por fin me doy por vencida, camina conmigo sobre su hombro sin hacer el menor esfuerzo.
—No me importa montar un espectáculo si es necesario para llevarte a esa habitación, pequeña. En este hotel tienen una política de total confidencialidad. Para cualquiera que nos vea nosotros nunca estuvimos aquí.
Y no es como si nos hubieran visto muchas personas. El camino desde el estacionamiento hasta el elevador es silencioso y solo se escuchan sus pasos.
—Bájame. —Golpeo su espalda.
—No hasta que estemos en la habitación.
—Esto es humillante.
—Es necesario para poder tratar contigo. Estás de un humor de perros, pequeña.
Su mano se estrella contra mi trasero, haciéndome gritar.
—Eres un idiota.
Comienza a reír.
—Puede ser. Pero estoy a punto de follarte.
Estoy a punto de decirle que ni en sus mejores sueños pasará de nuevo, pero las puertas del elevador se abren y él me baja de su hombro. No me he estabilizado lo suficiente cuando ya él me ha agarrado de la cadera y presionado sus labios contra los míos. Su cuerpo está pegado al mío y sus manos en mi cabello. Gimo en sus labios en el momento en el que tira de la liga que sujeta mi cabello en una coleta y me maldigo a mí misma por disfrutar de esto luego de decirle días antes que no quería saber nada más de él. Sin embargo, han pasado casi dos semanas desde la última vez para nosotros y cada poro de mi cuerpo grita por el suyo.
—Neal —vocalizo hacia él cuando suelta mis labios—, no.
—Sí —replica y me empuja al interior de la habitación que no alcanzo a ver.
Él ya está sobre mí de nuevo y se deshace de mi ropa. Sin soltar mis labios de los suyos, ya me tiene en sujetador y ropa interior cuando yo apenas me he deshecho de su camisa y corbata. Baja para besar mi cuello y suelta el broche de mi sujetador. Luego vuelve a besar mis labios y me toma de las caderas, me levanta y me sienta sobre un mueble cercano.
—Necesito estar dentro de ti ahora.
Con estas palabras, rompe mi ropa interior con sus dedos.
—Neal...
Sus labios van a los míos de nuevo. Su lengua juega con la mía unos instantes antes de tomar mi labio inferior entre sus dientes y empujar dentro de mí con fuerza. Gimo sobre su boca. Empieza a moverse con rapidez. Más rápido de lo que habría querido, me encuentro disfrutando de un delicioso orgasmo.
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Resistirse a lo prohibido ¡Disponible en Físico!
Ficção Adolescente¿Qué tan indebido es fantasear con el papá de tu novio? Es la pregunta que Natalie James se hace cada vez que debe ver a Neal Black, un hombre que le dobla la edad pero no por eso deja de ser atractivo. Tiene un cuerpo sensual, labios esculpidos y m...