Capitulo 14

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Me despierto con una cálida respiración en mi cuello y un cuerpo pesado sobre mí. Hay oscuridad a mí alrededor, por lo que deduzco que aún es de noche. Aun así, un poco de claridad me permite observar la ancha espalda del cuerpo que me presiona con fuerza contra el colchón. Sonrío como una estúpida al recordar la pasada noche, cómo me hizo el amor con lentitud y pasión para luego hacerme suya con la rudeza a la que me tiene acostumbrada, pero que me encanta de igual manera. Tanto que me preocupa.

Comienzo a pensar demasiado en Neal, y eso no puede ser bueno. Si termino enamorada de él, sé que solo conseguiré un corazón roto. Él lo dijo: solo quiere una amante con la cual follar sin tener que dar o pedir explicaciones. Imagino que los sentimientos están incluidos. Sin embargo, me parece imposible no comenzar a sentir cosas por él cuando se comporta como el hombre perfecto. Así que aquí estoy yo, con una lucha interna. Antes sabía que estaba mal lo que hacíamos en muchas maneras, pero con todo y eso acepté ser su amante. Ahora me encuentro decidida a seguir con esto, pero trato de no unir mis sentimientos al placer sexual que él busca en mí, porque eso es lo único que él puede desear de mí, que lo complazca en la cama.

Bajo la vista, pero de nuevo solo logro ver su espalda; su cabeza reposa sobre mi pecho en una posición que no me permite ver su rostro. Apuesto hasta lo que no tengo que es tan angelical como lo es despierto. Sin poder evitarlo, deslizo mis dedos por su cabello unos segundos antes de bajarlos a sus anchos hombros. Sus músculos están relajados, pero puedo recordar cómo se tensaban cada vez que me embestía con fuerza o delicadeza. Y su piel es tan suave. De no tenerlo encima podría haber deslizado mi lengua por cada centímetro de ella, pero por ahora solo puedo conformarme con deslizar la yema de mis dedos por su espalda.

De repente, se mueve, inquieto, antes de levantar su vista hacia mí. Bosteza un poco y después una sonrisa perezosa aparece en su rostro.

—Hola, pequeña

Mi corazón se acelera por el tono rasposo en su voz.

—Hola —susurro de vuelta.

Alarga su mano hacia mi mesa de noche y enciende la pequeña lámpara. La luz tenue ilumina parte de la habitación, no mucho, solo lo suficiente para observar a la perfección sus perfectos rasgos.

—Alguien se ha despertado temprano. —Se inclina sobre mí.

Acaricia uno de mis pechos desnudos con su nariz antes de lamer el pezón de este y soplarlo con suavidad. Se endurece al instante y me hace gemir en voz muy baja.

—No estoy segura de qué hora es —informo, entrecortada, ya que repite el proceso anterior en mi otro pecho.

—Poco más de las cinco, me imagino. —Su mirada encuentra la mía—. No puedo estar aquí cuando tu padre llegue. Bastantes riesgos estoy corriendo ya por haber pasado la noche contigo.

—Lo sé —afirmo con nostalgia.

—Pero creo que valió la pena el riesgo, pequeña. —Se mueve un poco y puedo sentir su erección contra mi cadera—. De lo contrario, esta erección habría tenido un final muy triste.

—Erecciones matutinas, ¿eh?

Sonríe y se posiciona sobre mí.

—Cada mañana solo con pensar en ti antes de dormir. —Mi corazón se desboca ante esto. Piensa en mí cada noche como yo pienso en él—. ¿Estás lo suficientemente bien para un polvo rápido antes de que me vaya? —Abre mis piernas con las suyas.

«¿Polvo?».

Ya volvimos a los polvos.

—¿Pequeña? —Esconde su rostro en mi cuello para besarlo.

Resistirse a lo prohibido ¡Disponible en Físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora