CAPÍTULO CUATRO.

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Jin avivó el fuego con un atizador de bronce.

Apenas comenzaba la temporada como para necesitar algo de calor adicional, pero el estudio que había creado a partir de la antigua habitación donde su papá tenía un jardín al interior, estaba mal aislado y con corrientes de aire. También estaba lleno de libros, papeles desperdigados, bocetos y notas que había hecho en los últimos años, y que nunca supo cómo archivar. El mobiliario era bastante nuevo, comprado por sus propios ingresos con su primer cheque después de volverse profesor en Monte Nessadare. El piso era de ladrillo y estaba
cuidadosamente pulido, y las ventanas al fondo de la habitación, daban al descuidado jardín que había sido abandonado a la naturaleza desde la muerte de su papá.

Jin amaba su estudio, pero en este momento no era capaz de sentarse en el sillón de piel o en el amplio escritorio de madera. En su lugar, se paseaba frente al fuego, apoyándose en la cornisa de la
chimenea de tanto en tanto para ver las llamas. Miró hacia Urho, quien estaba hundido en el sillón orejero de piel que ambos preferían, mientras giraba un vaso de whisky con una expresión pensativa. No podía ser más opuesto al chico que lo sujetó en la biblioteca: piel oscura contra la pálida de Jungkook, rizos medio canosos contra el pelo lacio y el rubio de Jungkook, y cinco años mayor que Jin, mientras que Jungkook debía ser unos quince más joven.

—¿En qué estás pensando? —preguntó Jin, aunque estaba seguro de que lamentaría haberlo hecho.

—Es demasiado joven para ti —dijo Urho suavemente, frotando una mano sobre la rala barba de sus mejillas. Jin recordó su firme trasero que había visto desnudo mientras se encontraba parado junto al lavabo en su propio baño esta mañana, rasurándose su barba grisácea con la
afilada navaja de afeitar que traía de ida y vuelta entre sus casas, según fuera necesario.

Jin suspiró. Iba a extrañar ver ese trasero.

—¿Me escuchaste? —preguntó Urho.

—Dijiste que es demasiado joven. ¿Desde cuándo eso importa con los Érosgápe?

—Siempre ha importado. Es por eso que se crearon los sustitutos.

Jin picoteó la leña con tanta fuerza que algunos troncos se movieron, levantando un remolino de chispas. —En realidad no.
Originalmente los sustitutos eran alfas como tú, que se quedaron solos por viudez u otras circunstancias. Fueron traídos para ayudar a omegas no emparejados durante sus celos.

Jin odiaba sacar a Riki a colación, el omega de Urho que había fallecido hacía mucho tiempo, incluso si fuera de manera indirecta, pero tampoco podía permitir que Urho negara lo que había sucedido
ese día. Aunque fuera por miedo por él, o por un sentimiento de pérdida de lo que habían compartido durante casi diez años, no podían evitar la realidad.

Pero Urho no parecía afectado, limitándose a decir:—O cuando un omega sufre de ninfomanía.

—Celo interminable —corrigió Jin—. La ninfomanía es un término anticuado en estos días.

Urho gruñó.

Jin tomó eso como acuse de recibo y continuó:—Fue sólo después que los omegas fueron tomados como sustitutos
cuando un emparejamiento "no apto" socialmente, ocurría con un Érosgápe —soltó con desdén.

—O cuando un omega emparejado demuestra ser infértil —corrigió Urho, obviamente decidido a pintar la subrogación como algo positivo.

—Sí, bueno, todo eso fue mucho después. Los tribunales simplemente se refirieron al precedente establecido por sustitutos alfa para aprobarlo.

Aunque en realidad, a pesar de la resistencia de Urho ante la situación, ¿cuál era su alternativa a aceptar a Jungkook como su alfa?

¿Levantar cargos en su contra? Fácilmente se retirarían con todos los
testigos y la falta de daño real o violación. ¿Refugiarse en uno de los grupos de omegas liberales? Es posible, pero tendría que renunciar a su vida, y a él le gustaba su casa, su trabajo y sus amigos. ¿Suicidarse?

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