CAPÍTULO TRECE.

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—¿Cómo se conocieron? —preguntó Jungkook en lo que le pareció horas más tarde, después de que Rosen anunciara que la cena se serviría en cinco minutos.

—¿Quién? ¿Todos nosotros? —preguntó Rosen por encima de su hombro.

—Sí, todos ustedes.

—Bueno, Yosef y yo nos conocimos primero —dijo Jin, sonriendo suavemente y quitando el hielo de su pie. Bajó la pierna al suelo y sin levantarse, lanzó la bolsa de hielo hacia la encimera, casi golpeando a Rosen con esta.

Un peludo animal plateado escurridizo llamó la atención de Jungkook, y él volvió la cabeza para ver a Zephyr entrar con un brillo oscuro en sus ojos verdes. Se mantuvo cerca de la pared por un rato, y luego fue hacia Rosen con un maullido lastimero.

—Convenenciera —murmuró Jin y entornó los ojos. Rosen le dio a la gata un pedazo de carne que rebanó del pato que había preparado hacía unas horas—. Sí, Yosef y yo nos conocimos en el campus —
continuó—. Él estaba ayudándole a un profesor de maestría en derecho, quien era un omega que inesperadamente había entrado en celo y necesitaba tomar una licencia repentina. La única persona dispuesta a intervenir fue Yosef. Nos encontramos cuando en la cafetería, quisimos agarrar la última bola de masa hervida de manzana. Él la quería y yo
también, así que la compartimos.

—Eso es casi un encuentro digno de una de esas dulces novelas románticas que Rosen siempre está leyendo —murmuró Urho.

—El romance es el lenguaje de la felicidad —dijo Rosen, abriendo el horno para checar a la gigantesca ave allí dentro. Zephyr había subido por su cuerpo y ahora estaba posada sobre su hombro, con sus uñas clavándose en este, mirando en el horno junto con él, quien no
pronunció ni una palabra de incomodidad—. Deberías experimentarlo alguna vez.

Urho resopló.

—Aunque Urho está en lo correcto —dijo Jin—. ¿Por qué no te enamoraste locamente de mí en ese instante, Yosef? Ahora me siento ofendido.

—Ya estaba con Rosen —dijo Yosef—. Si no, no hay duda de que habría caído a tus pies de omega y sido completamente inútil cuando tu celo llegara. Una pareja ideal.

Jin rió y le dio un guiño a Jungkook. —Luego me invitó a cenar al siempre pésimo pero delicioso, Cinco manzanas.

—Chicos semidesnudos bailando y enchiladas, son siempre una agradable combinación —dijo Yosef, con una blanca sonrisa brillante en sus labios.

—Rosen nos alcanzó allí, y se comportó encantadoramente, como siempre. Hemos sido amigos desde entonces.

—Después llegó Urho —agregó Rosen, usando unos guantes masivos para sacar el pato asado del horno—. Creo que también conoció a Jin en el campus.

—El campus parece ser el nexo de todas mis relaciones más importantes —dijo Jin, dándole una provocativa mirada a Jungkook.

Un silencio incómodo descendió por un terrible segundo, mas luego Rosen se apresuró a servir los platos con comida que olía delicioso.

—Rosen, esto se ve increíble —dijo Jungkook—. ¿Eres chef?

—Rosen es filósofo, artista, y chef —dijo Jin, sonriéndole a Jungkook mientras Urho cortaba el pato asado y Yosef pasaba el plato del fragante relleno.

—Sí, Rosen es muy talentoso —dijo Yosef con gusto—. Jungkook, espero que no estés en contra de pedir comida a domicilio. Tu omega aquí presente, es un terrible cocinero.

—Ay, no empieces —dijo Jin.

—Es peor en la cocina de lo que es limpiando la casa —dijo Urho, cortando el ave con ayuda del trinchete.

Celo LentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora