02. Enchant His Clothes With French Perfume...

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Desde aquel día en que Enid se despidió del chico de gorra, habían estado mucho más cercanos.

Se saludaban al llegar y se despedían al irse. Luego empezaron a tener cortas charlas triviales, sobre las clases o tareas, y después de unos meses ya se hablaban cosas más personales.

Enid hizo que él y Merlina se presentarán, pero la gótica fue algo grosera con él y la rubia optó por no volver a juntarlos, no sería buena idea.

Y ahora, mientras ambas escuchaban al profesor explicar un trabajo grupal que tendrían que hacer, Enid no dejaba de mirar al chico desde la lejanía: él acomodaba su gorro y parecía estar hablando con su compañero de banco.

Cuando el profesor terminó de explicar, ella se levantó de su asiento y se acercó a él, olvidando por completo a su amiga quien, distraída, dibujaba cráneos en su libreta.

—Ajax. —Dijo, intentando ocultar su emoción. El chico volteó la mirada hacia ella y le mostró una de sus típicas sonrisas dulces y encantadoras. —¿Quieres hacer el trabajo conmigo?

El chico dirigió su mirada hacia su compañero de banco, quien parecía algo molesto, pero le levantó el dedo del medio y siguió en lo suyo. —Ah, claro, Enid. Me encantaría.

—¡Genial! Ah... Ven, al lado mio hay un asiento disponible, hagamoslo ahí.

El chico asintió y se levantó de su asiento. Ambos caminaron hasta llegar al banco de Enid, en donde se sentaron. Merlina levantó la mirada y la dirigió hacia el de gorra.

—¿Y este qué? —Cuestionó con evidente fastidio. Enid pegó un salto y volteó a verla.

—Ah... Voy a hacer el trabajo con él. —Replicó mientras le señalaba una de las páginas de su libro abierto.

Los ojos de Merlina se cristalizaron muy levemente, ni siquiera alcanzaba a notarse. —¿No lo íbamos a hacer las dos?

—No quise preguntarte, te veías muy ocupada dibujando... Lo siento. —Y apartó la mirada nuevamente, dirigiendo su mirada hacia Petropolus.

Merlina frunció el ceño y se echó sobre su mesa, escondiendo el rostro entre sus brazos y resoplando con rabia. Tenía ganas de arrancarse los oídos para dejar de oírlos por al menos un rato.

Enid reía con cada chiste que el joven hacía, por más insípido o aburrido que fuese. Permanecía casi pegada a él, buscando su calidez. El chico no parecía incómodo, pues no se apartaba.

La rubia pareció olfatear, deleitándose con el aroma. — Hm. Hueles muy bien ¿Qué perfume usas?

El chico se sobresaltó y sonrió, dirigiendo su mirada hacia ella, perdiéndose en sus ojos claros. — Ah, es un Creed Aventus, mi padre me lo compró en uno de sus viajes a París.

—¡Ese perfume es carisimo! — Exclamó sorprendida. Se acercó unos cuantos centímetros más a él y olfateó. El chico ni se inmutó. — ¿Tu padre lo trajo de París? Vaya, ¿haz estado alguna vez ahí?

Antes de que pudiese responder, un fuerte estruendo se escucho a su lado. La gótica se había levantado de su asiento. Ambos voltearon a verla por breves segundos, pero no le prestaron mucha atención y continuaron charlando.

Se acercó al profesor y le pidió permiso para salir al baño. Este asintió y la chica salió lo más rápido posible del salón.

Llegó al baño, cerró con seguro y se paró frente al espejo algo quebrado que había frente al lavabo. Frunció el ceño.

Prefería estar rodeada de la peste del baño, que tener que escuchar como el "hijo de papi" de Ajax le contaba a su amiga sobre sus costosos perfumes y viajes a Francia.

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Merlina llegó a su casa y se echó sobre las mantas oscuras de su cama. Miró el techo por un largo rato, hasta que volvió a levantarse y perdió la mirada en un punto fijo de la cama.

Salió de su corto trance, tomó el cuello de su camisa y lo olfateó.

Olía a menta. Enid odiaba la menta, porque le recordaba a la pasta de dientes.

Le gustaría ir a Francia y tener de los caros perfumes de Ajax. Tal vez así, Enid dejaría de ignorarla como lo había hecho últimamente.

Tal vez así se acercaría a su cuello y la olería hasta embriagarse con su aroma, y le preguntaría porqué olía tan bien. Y Merlina, orgullosa, le respondería que estaba usando uno de los costosos perfumes que compró en uno de sus múltiples viajes a Francia...

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Al día siguiente, Merlina asistió a la escuela bañada en uno de los perfumes franceses de su madre. Enid no lo notó en lo más mínimo. Lo único que consiguió fue apestar a feo durante todo el día.

Encantar su ropa con perfume francés no había servido para nada.

The Other Woman | Wenclair AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora