Capítulo 5. Luz de día; parte II

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Capítulo 5

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Capítulo 5. Luz de día; parte II


Chifuyu despertó gracias a una pesadilla, su pueblo, padres y amigos le empezaban a arrojar piedras hasta matarlo por haberse entregado a los deseos de su omega y no solo eso, sino el haberse entregado a un alfa que no era de su pueblo.

La manera tan brusca en la que se despertó alertó a Baji, quién se despertó al instante y miró con miedo y preocupación a su omega. Le comenzó a frotar la espalda con suaves caricias, su caliente aliento hacía a Chifuyu cerrar los ojos y lentamente recuperar su respiración normal.

—Tranquilo Chifuyu, tranquilo, estoy aquí.

—Sí, aquí estás—pronunció aquello con su voz más tranquila. Keisuke lo sostuvo de las mejillas, acercó su rostro al de su omega y unió sus labios de manera inocente, era solo un pequeño beso.

Se estaban besando consientes, ninguno se encontraba en celo, sabían lo que hacían y el corazón de Chifuyu bailaba de alegría al saber que ese alfa es suyo y de nadie más. Que realmente está interesado en él y que sus palabras de ayer no fueron en vano o dichas solo por su celo.

Algo lo frenó, y es que estaban en medio del bosque, desnudos con fluidos de la noche pasada y alguien en cualquier momento podía ir ahí y verlos. Se separó de Baji y su sonrojo fue inmediato, a Baji le encantaba verlo en ese estado, rojo hasta las orejas y parte de sus hombros y pecho.

No sabía que podía provocar eso en una persona y le enorgullecía ocasionar eso en Chifuyu.

—Eres mi omega ahora, no tienes por qué avergonzarte.

—Aún no estoy marcado—dice sin verle a los ojos.

—Lo estarás, nos adelantamos un poco anoche, pero haré las cosas bien Chifuyu.

—¿Por qué estabas aquí anoche?

—Porque mi alfa te sintió, requerías de mí ayuda.

—Había otro omega en celo, quizá te equivocaste de persona—decir aquello no es fácil, pero la sonrisa de Baji fue algo tranquilizador para Chifuyu.

—No me equivoque de persona, desde el día en que te vi lo supe, mi alfa lo supo, yo quizá tarde un poco más en entenderlo, pero lo hice. Tú omega me llamó anoche y vine por ti. No me digas que tú no sentiste nada entre nosotros.

—¡Lo hice! Te quise desde que bajaste del barco, mi omega te quiso—se corrigió así mismo con un sonrojo—, también yo, honestamente no creí que esto fuera a pasar entre nosotros.

—Pues paso, y es momento de afrontar la realidad omega.

—¿No tienes miedo? —Pregunta cuando Keisuke se para y le ofrece la mano para ayudarlo a ponerse de pie—. Lo que te puedan hacer o a mí.

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