05; El Fracaso En Fingir Un Orgasmo

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Jungkook

Tenía calor.

Usualmente no tenía calor, pero en ese momento sí lo sentía. Estaba en la mitad de la cocina, sentado en el suelo con una bolsa de chocolates en la mano. Merin no estaba en casa, ella dormía en la casa de los papás de Jacky, por lo que no cuestionaría la razón de mi estado.

La luz de la cocina no era amarilla ni blanca. Era gris. Sombría y tenue. Una pequeña ventana a lado del horno que no iluminaba casi nada. Los muebles eran de madera clara, a gusto de Merin, y faltaba un pequeño comedor que habíamos dejado en la carpintería la semana pasada porque se le había roto una pata. Iba a recogerlo esta semana, pero lo había olvidado. Sus cuatro sillas estaban apiladas en una esquina, justo a lado de la entrada.

A mí me daba miedo esa cocina de noche y Merin insistía que era cosa mía.

El congelador estaba sonando. Era sólo ese sonido y el de la bolsa en mis manos siendo removida en busca de más chocolates. Ya no había. Alcé la vista al frente, justo donde estaba el refrigerador. También era gris, pero se veía moderno, con un dispensador de agua y cubitos de hielo.

Nunca usábamos el dispensador de agua porque Merin decía que le daba un sabor diferente y el agua en sí perdía su sentido. Yo nunca entendí, pero tampoco cuestioné. El de cubitos sí lo usábamos, pero siempre olvidábamos rellenarlo, y cuando quería enfriar mi agua tibia, me encontraba con que no había más hielo, y me prometía rellenar el dispensador de agua para no volver a pasar por lo mismo. Nunca lo hice. Sólo rellenaba el de cubitos de hielo y Merin se los acababa.

Parpadee lentamente y me levanté del suelo con la bolsa de chocolates vacía olvidada por ahí. Apreté el botón del dispensador de hielos y estos cayeron sobre mi mano hasta el suelo. Lo apreté hasta que saliera el último, y esperé lentamente a que los cubitos de hielo se derritieran en el suelo. Lo había rellenado ayer, pero aún así, esperaba que con esto Merin fuera la que lo rellenara ahora. Fue como una revolución; un golpe de estado. Me sentí orgulloso de haber tirado los cubitos de hielo, y pronto, los restos de agua en mi mano donde cayeron se secaron, y volví a tener calor.

Hacía demasiado calor.

"Estoy bien" susurré, pero la cocina comenzaba ser demasiado grande, y el techo cada vez más pequeño.

"Estoy bien" repetí, pero el agua de los cubos en el suelo estaba llegando hasta mis pies descalzos y sentía la suciedad de la planta de mis pies humedecerse con el agua.

"Estoy bien" dije menos seguro, pues cuando cerré los ojos, vi a Taehyung cabalgando en la arena, y su cuerpo húmedo por el mar cubierto por la bata de tela fina con encaje. Pero él no tenía frío; él también tenía calor.

"¿Estoy bien?" pregunté al aire, y cuando abrí los ojos, sentí que me caía, así que di un paso hacia atrás y el agua hizo que resbalara hasta apoyarme del refrigerador para no caer. Mi mente deseaba convertir la lúgubre luz de la cocina en la cálida luz de la casa de mi padre, en la limpia luz de mi morgue, o en la luz rosada del bar que había visitado con Jimin dos semanas atrás.

Pero la luz gris seguía ahí, y me estaba consumiendo.

"Cálmate, Jungkook, cálmate" pedí con las manos en la cabeza. Me estaba mareando, y mi cocina cada vez era más grande, y menos luminosa. "Cálmate, mierda, cálmate"

Empecé a sentir paranoia. Temía que Merin llegara y me viera así, tan delirante, desubicado, y sudado. Una parte de mi mente seguía pidiendo que me calmara, mientras que la otra sobre pensaba el mismo escenario.

clámame, vehemencia [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora