19| Pídemelo, Rey.

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Jungkook


    El ambiente en el auto es pesado. Merin conduce. Tiene los ojos rojos después de haber llorado por cinco minutos antes de calmarse y quedarse en silencio. Salió de la casa histérica y no me dejó disculparme.

No intento iniciar una conversación porque yo también estoy desconcertado. No pienso en las consecuencias y en lo que está por venir. Mi mente carbura respuestas; busca razones para sentirme arrepentido. No encuentra nada.

En realidad, me siento con mucha energía, con muchas ganas de seguir; renovado, como un joven de nuevo. El día se siente diferente. La lluvia golpea los cristales con intensidad. Parece que una tormenta se acerca. Me ilusiona, me gusta la lluvia.

Merin estaciona frente a nuestra casa. No se mueve. Ve sus manos en el volante con los ojos muy abiertos. Pienso que me gustaría poder escuchar lo que piensa, lo que su mente está trabajando en ese momento.

Suspira, sale del auto, abre su paraguas y corre hacia la casa. La veo hasta que desaparece por la entrada.

Veo mis manos. Tengo los nudillos rojos, la camisa goteada de sangre. Me recuerda la pelea que tuve con un hombre a los veinte. Me dejó el ojo morado, pero yo lo dejé inconsciente a él. Sonrío ligero ante el recuerdo. Me causa gracia, me hace vivir el momento.

La lluvia es intensa. Me recuerda a Taehyung horas atrás. Intento adivinar qué era lo que le provocó el ataque en la lluvia. Supongo que tiene que ver con sus papás, pero no lo aseguro.

Trago saliva. La lluvia sigue intensificándose. Alzo la vista y me pregunto qué hice. Lo pienso, y luego lo digo en voz alta.

Salgo del auto. Mi paraguas se quedó en la otra casa, por lo que camino debajo de la lluvia. Me arruina el abrigo, el peinado. No me importa; deseo alargar el tiempo antes de enfrentarme a lo inminente.

Cuando entro, Merin está sentada en el sofá de la sala con un vaso de wiski en la mano. Lo menea, lo huele. No lo prueba, no me mira. Hago el amague de cerrar la puerta, pero ella me pide que la deje abierta. Los muebles se destruirán si entra el agua, le digo. Me contesta que no le importa y me pide que me siente frente a ella. Deja el vaso de wiski en la mesa y me mira.

—¿Qué fue eso, Jungkook? —pregunta.

Frunzo las cejas. Pienso en fingir demencia, pero ella me odiará más.

Ante mi silencio, vuelve a preguntar. No digo nada. Ella se ríe. Se levanta, camina hacia la cocina y regresa con las manos vacías. Se sienta en la mesa delante de mí. La veo, está molesta. Muy molesta.

—Jungkook-

—Escuchaste cómo le dijo —la interrumpo—. Es el insulto más aberrante y asqueroso del planeta, no lo iba a permitir —alzo la mirada y la miro. Mi voz se escucha más molesta de lo que pensaba. No me importa.

—¿Y él no es un hombre como para que se defienda solo? —pregunta.

Frunzo las cejas y bajo la mirada. Pienso en las palabras de Taehyung en la morgue. No se lo digo a Merin.

—Él sabe defenderse, Jungkook, y muy bien. No lo conoces lo suficiente aún.

Niego. —Me molestó mucho lo que le dijo y el cómo lo trató.

—No era de tu incumbencia —me dice molesta haciendo un gesto con la mano—. Lo que pase en la vida de Taehyung no te concierne a ti, Jungkook.

Me aferro a lo que creo. Me obligo a no dejarme llevar por sus palabras. Me pregunto si a Taehyung le molestó.

clámame, vehemencia [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora