22| A mis pies

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Taehyung


         Lo vi cuando vino de nuevo y se despidió de mí. Esa mirada rápida a la mesa junto a mi cama, el temblor en su mano, la forma en la que hizo un puño y se contuvo de reaccionar.

Me mata; hace que odie cada parte de mí. Jungkook es el único que se merece mi perdón y es alarmante lo mucho que me lastima el que se haya tenido que enfrentar a su pasado por un acto de irresponsabilidad mía. Me duele más su mirada que la decepción en la de mis papás cuando vienen a verme. Están molestos, me preguntan cosas que no logro contestar y me excuso de sentirme mal todavía hasta que se van.

En mi mente sólo está Jungkook, su mirada, y sus manos temblando. No quise llegar a eso, no con él.

En la tarde mi mamá me lleva al comedor y me sirve un plato de verduras. Está en silencio mientras come lo suyo. Sé que me ve, aunque yo no la veo. Debo verme deplorable, como el hombre más jodido del mundo. Me dice que coma, pero no tengo fuerzas para levantar los cubiertos.

—Taehyung —me llama.

Ni siquiera quiero escucharla, no quiero verla a los ojos, no quiero que diga lo que tiene que decir y lo que yo tengo que escuchar. Sé lo que hice, pero odiaré tener que escuchar su reclamo porque, al final, es su culpa. Cada cosa de mi vida es su culpa. Y se lo quiero decir; quiero gritárselo, pero me quedo callado. Finjo seguir drogado, lo prefiero a mantener una conversación con ella.

—Taehyung —insiste.

No veo a mi papá por ningún lado, debe estar trabajando. Escuché en la mañana algo sobre lo que le dije el día anterior a mi papá y sé que seré cuestionado. Es probable que quieran limitarme las salidas, que no pueda salir de casa a menos que sea con alguien que conozco.

Ilusos, pienso. No necesito salir con nadie a menos que sea el hombre que me levantó en la madrugada y me hizo orinar. Hago una mueca y me achico en mi lugar. Quiero esconderme en el fin de la tierra, que me coma, que les borre los recuerdos a las personas a mi alrededor. Quiero regresar horas atrás y decirme que no fume tanto, que decepcionaré a Jungkook y lo haré pasar un mal momento.

—¿Te arrepientes? —me pregunta mi padre en algún momento de la noche.

No me ha salido ninguna palabra después de que Jungkook se fue, no tengo por qué hablar con nadie más. No le contesto a mi papá en voz alta, pero pienso en la respuesta.

No, no del todo. No cambiaría lo que sentí, lo que siento ahora. La pesadez en mi cuerpo me recuerda que estoy vivo. El miedo que experimenté en la noche, las pesadillas, el mareo, las ganas de al fin cerrar los ojos y no abrirlos nunca más. El peor trago fue lo que más disfruté, incluso sobre la primera parte, sobre los orgasmos múltiples y la viva imagen de Jungkook delante de mí, desnudándome y besándome en mi imaginación drogada.

No me arrepiento porque todo eso me recordó que soy capaz de sentir lo que todos sienten, que no tengo el alma tan muerta, que a mis papás les importo un poquito. Incluso a Merin, que salió de su cama para traer a Jungkook, para arrastrarle un sillón junto a mí y dejarme tomarlo de la mano toda la noche.

Al día siguiente sigo sin energía, pero despierto con hambre. Tengo una llamada perdida de Jungkook. La ignoro porque, aunque deseo expresarle lo mal que me siento por hacerlo pasar todo, y lo agradecido que estoy con él por velar por mí, me siento avergonzado.

Me avergüenza haber vomitado mis piernas frente a él, haber orinado en su mano, que me haya visto así. Me avergüenza que él, experimentador, haya tenido que lidiar con un novato como yo. Me gustaría haber podido fumar de nuevo con él; tener sexo drogados; besarnos bajo los efectos del cannabis o del alcohol, pero sé que lo jodí; sé que él no permitirá que toque una droga delante suyo de nuevo.

clámame, vehemencia [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora