2. Reencontrar

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Desde aquel suceso pasaron varias semanas. No pensé más en ello. Imaginar que si hubiera actuado de otra manera esa persona me hubiera robado o algo peor, era una tortura innecesaria. Y ese incendio... ¿estarían relacionados? Puede que no, quizás una simple colilla... Ahg, no sé, cómo dije, es mejor no pensar en ello.

"En cualquier caso, hoy va a ser diferente, hoy va a ser mi día." 

Ese era el día en el que comienzo a trabajar en mi primera agencia. Bueno, técnicamente es mi segundo día, pero lo de ayer no lo cuento, fue solo papeleo, presentaciones, explicaciones y más explicaciones.

- ¡Ahí estás!

Dí un respingo, no me esperaba que la voz de Ms Joke fuera tan potente.

- Buenos días. Antes que nada, gracias por confiar en mí, me esforzaré -hice una reverencia.

- Anda, anda. No te compliques con formalidades -dio dos palmadas en mi espalda-. Vamos, esta primera semana harás las rondas conmigo.

- Sí. Me esforzaré.

Algo en mi seriedad le hizo gracia y empatizamos rápido.

Los primeros días las rondas fueron tranquilas, ladrones inexpertos, criminales de pacotilla y villanos con quirks sin entrenar, nada difícil. Fue el quinto día de trabajo el que me estropeó el fin de semana, y bueno... mi vida en sí.

Quedaban pocas horas para terminar mi jornada, me sentía satisfecha, había realizado todo el trabajo bien, sin fallos por los que comerme la cabeza en casa, ni cosas absurdas que me dieran vergüenza.

Ms Joke y yo perseguíamos en esta ocasión a un criminal de más nivel. Por lo que parecía tenía amistades por todo el barrio, las cuales nos dificultaban alcanzarlo y tampoco ayudaba el que se conociera todas las callejuelas y recovecos.

Seguí corriendo con todas mis fuerzas para no defraudar a mí compañera de rondas y jefa, lo intenté con todas mis ganas, apreté los puños, cerré la boca y me concentré en mi respiración, pero no pude, al chocar con una bolsa de basura desparramada, caí.

- Sigue sin mí -le grité desde el suelo-. ¡Pediré refuerzos!

Me incorporé, intentando recuperar algo de aire, mis manos y rodillas estaban sucias y mi visión era borrosa. ¡Y tenía un maldito flato! Qué dolor. Llamé a la agencia y entre jadeos me entendieron. Miré a mi alrededor, ¿dónde estaba?

En lo más profundo de los suburbios todas las casas abandonadas se parecían, tran mejorar mi respiración, caminé lentamente, hasta que al final de una calle, haciendo esquina, vi el ondear de una gabardina, andrajosa y azul, la vi por pocos segundos.

- ¿Disculpa? -insistí-. ¡Hola!

Pero el propietario no dijo nada.

- ¡Oiga!

Nada. Caminé en su dirección, no tenía qué temer.

- Soy Voodoo' , la heroína intocable... Algo presuntuoso, ¿no? -me reí para suavizar la situación, pero nada-. Está bien, solo quiero saber cómo salir de aquí.

Dibujar un mapa, no serviría de nada al no conocer la zona, y mi poder no serviría para escapar de ahí a no ser que alguien buscase pelea,  entonces me maldije por no heredar los poderes de la familia Yaoyorozu, si no los de mi padre.

Sin respuesta, tragué saliva. Seguí caminado, al llegar al punto, volví a ver la gabardina meterse en un edificio antiguo. Miré alrededor, no parecía haber nadie más. ¿Qué tenía que perder?

- Está bien, juguemos... -susurré.

Saqué la pequeña linterna de mi bolsillo, si he de presumir de algo, es que soy previsora, también desenvainé la navaja de mi cinturón, sin mucha visión el martillo y clavos no me servirían de nada, esperaba que mi contrincante no tuviera un quirk fuerte.

- Otra vez... Ese olor...

Caminé, no por muchos minutos, pero seguía sin escuchar nada.

Resoplé-. Esto no va a servir... ¡Gracias por nada!

Me quedé segundo en silencio esperando una respuesta, y al no conseguirla, me giré, para salir por mi cuenta.

- Chica estúpida -una voz burlona pero varonil habló desde la puerta, la luminosidad que entraba no me permitió verle la cara de primeras-, si tanto querías salir porqué no usaste el GPS.

- Yo... Eh... - «Si, la verdad que soy una estúpida, pero aún no había cobrado mi primer sueldo y mi móvil no tenía megas».

Le iluminé el rostro para verle mejor, no lo conocía. Pero ese olor, la ceniza, el color azul... Es lo mismo que la otra vez al salir del bar.

- ¿Tan desesperada estás por morir? -dijo en una amplia sonrisa.

- Atrás, soy la heroína número 1003 y estoy autorizada a detenerte e inmovilizarte.

Empezó a reír en carcajadas, me asusté, no entendía la reacción.

Intenté abrir más los ojos, con suerte podría reflejar el deslumbre de mis ojos en los suyos, eso lo dejaría aturdido por un tiempo. Además, no era tan conocida cómo para que supieran mi verdadero poder.

- ¿Voodoo' , dijiste que te llamabas?

- ¿Y tu nombre cuál es, canalla? -escuché un resoplido, sin duda mi comentario le hizo gracia.

- No pensé que tardarías tanto en reconocerme.

Abrí los ojos, y me quedé paralizada. ¿Qué clase de juego mental era ese?

- Vamos, ¿aún nada? ¿Ni idea de quién soy? Si te soy sincero, me molesta...

Caminó por las tablas del suelo del segundo piso, las pocas que quedaban en pie, jugando a tener equilibrio.

Me centré en sus ojos, esos ojos azules, los había visto en otro lugar, hace tiempo, hace varios años. Me ayudó haciendo uso de su quirk.

Negué con la cabeza.

El dió unos pasos hacia mí.

Yo retrocedí la misma cantidad de pasos, hasta que me caí sobre mis rodillas.

- T-To... Touya... -dije en un hilo de voz.

- Touya Todoroki ya no existe -respondió en cierto tono cínico.

- Tú... La policía dijo... El incendio... No lo entiendo.

Mi mente era una vorágine de recuerdos.

- Cómo sea, ¿quieres un abrazo de reencuentro?

- ¿Un abrazo? -dije incrédula. Sentía toda la cara tensa.

No le había visto por casi siete años. Nos dijeron que había muerto. Fue un incendio terrible. Tardaron días en apagarlo. Era mi mejor amigo. Su padre era un abusador y no pude ayudarle...

- Un... abrazo -repetí.

Noté cómo una lágrima aterrizó en el suelo y luego de eso comencé a sollozar desesperadamente, no podía parar, juro que lo intenté pero mis ojos eran dos grifos abiertos de emociones contenidas. Me abracé a mí misma, intentado consolarme pero no fue hasta que noté cómo Touya se acercó y se puso a mí nivel, agachándose.

- Tonta -dijo mientras ponía una mano en mi cabeza.







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