14. Renacer

7 2 0
                                    

Entendí, o más bien, quise entender que era una despedida, un adiós, ansié que fuese un hasta luego, pues poco a poco me he ido acostumbrando a sus idas y venidas. 

- Es su trabajo -lo justifiqué en alto.

Y seguí con mi vida, me decidí a actuar y no a esperar. 

Ese mismo día desayuné rápido, unas tostadas y un vaso de leche, y antes de entrar al trabajo, merodeé los alrededores del bar de la noche anterior.

Llamé a la puerta, esperé, la abrí, visualicé, con permiso autopermitido me adentré por el pasillo que en vez de dar a una pequeña cocina, cómo cualquier bar, daba al edificio que se cernía encima. No había absolutamente nadie, más que el lindo gatito de la noche anterior. Tenía agua y comida cómo para alimentar a un regimiento, y, al menos, dos salidas al exterior.

- Hay que ver... -sacudí la cabeza en negación-. Si no te puedes hacer cargo del todo, no los tengas...

Lo intenté coger en brazos, pero se escapó, por lo que se ve a Kyoya no le gusta estar en brazos, sin embargo, no se apartó de mi, ni siquiera cuando salí del lugar, camino a mi trabajo, me esperó en la oficina y luego vuelta a mi piso.

- Eran varios... -pensé en voz alta-. ¿Hay más o son todos? -le pregunté directamente a Kyoya, pero el gato solo siguió caminando al frente-. Parecía una reunión... si ha desaparecido, es por que traman algo grande... y grave -deduje yo sola, meses más tarde supe que tenía razón.

Así pasaron los días, cuidaba del pequeñín, incluso me enaltece contarles que le enseñé un truco, quedaba con mis amigas, hablaba con mi madre al teléfono y di una charla en la UA por la gran insistencia de Mt Lady.

Quizás es importante contar que en mi visita al instituto, me pasé por el departamento de gerencia e hice ciertos contactos. 

Al acabar la charla ese día, aproveché a pasar por la nueva pastelería que estaba de moda, me moría por probar los nuevos cinnamon rolls de pistacho. Avisé a mi madre, y pasamos una tarde agradable. 

- Cariño, ¿es verdad lo que dicen? -se acercó casi susurrando, parecía que iba a contarme el mayor de los secretos jamás contados-. ¿Tu prima y el pequeño Shoto están juntos? -esperó con ojos ansiosos.

Mientras esperaba mi respuesta, escribió en la pequeña libreta que portaba, una cuchara, y esta se materializó, pues la suya se había caído al suelo. Los poderes le vienen de familia, yo por suerte, o por desgracia, heredé los de familia paterna y con ello la pobreza, luego de que se casaran, echaron a mi madre de los negocios familiares y no pudo ayudar a mi padre con sus dolencias... aunque el amor de hermanos nunca desaparece, y mi tío escabullía pequeñas cantidades de dinero que nos enviaba, siempre pequeñas, para evitar alzar sospechas frente a mi abuela, la matriarca. Aun así, me pusieron el apellido de mi madre, ninguna deshonra caería sobre nuestro pequeño trío familiar, venció el amor.

- Supongo que los Todoroki y los Yaoyorozu están predestinados a estar juntos -le dije con una sonrisa triste.

- Nena... -salió de su asiento para abrazarme. Y aunque yo no pensaba que lo necesitaba, sí que me hizo falta, sin querer algunas lágrimas brotaron de mis ojos-. Disculpame... no pensé que el tema te amargaría luego de tantos años -me besó en la coronilla y me abrazó más fuerte.

- Pensé que había dejado de importarme... pero se ve que son cosas que uno nunca olvida.

- El primer amor es así -se separó de mí y atrajo su plato hacía donde ahora estaba sentada.

- ¡¿Qué?! ¿Por qué dices eso? -actué cual adolescente a pesar de mis veintidos añazos de edad-. No digas esas cosas en alto, son vergonzosas -estaba completamente sonrojada.

Volver || Dabi x OC ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora