¿Qué hay de malo reencontrarse con un amigo de la infancia? Todo debería ser color de rosa, pero más bien esta historia toma tintes azules y grises. Muchas emociones, peleas y lágrimas. Pero también puede ser una oportunidad.
¡Sigue leyendo, te gust...
Menos mal que no le hablé a su hermana, no supe más de él en semana y media, hubiera quedado de loca o peor, de querer burlarme de la familia. No sé tampoco que me esperaba, había sido un encuentro casual, por el azar del destino, desde entonces no me había buscado, ninguna explicación, ni siquiera, un "estoy bien" o un "me tengo que ir", nada.
- Tal vez si voy a las fábricas...
Cocinaba a la vez que pensaba en ello, lo cual me hizo llevarme una lasca de piel de mi dedo, me llevé inconscientemente el anular a la boca, me reí por la situación, mi quirk aceleraba la regeneración capilar cinco veces más rápido que otro humano, había exagerado mi reacción, en menos de tres minutos la herida sería un recuerdo.
- ¿Vivirá cerca? -volví a divagar-. O quizás ahí mismo... -su aspecto, lo poco que lo observé, no era el mejor de todos, llevaba ropa andrajosa, parecía no haber descansado cómo es debido desde hace mucho tiempo y su colonia eran los resquicios de su propio don.
- ¿Estarás comiendo una dieta balanceada? ¿Estarás comiendo siquiera?
Observé la pila de tupper wares que había recolectado con los años, quizás podía separar un poco de mi cena para él. Pero recordé dos cosas, la primera, que soy muy mala cocinera, mi mano estaría llena de tajadas si no fuera por mi don, además, gozo del paladar de un niño de siete años; la segunda, que, de nuevo, no sé dónde llevarlo.
《Estaba flaco... y es bastante alto...》
Me sonrojé de solo pensarlo, me daba vergüenza decirlo en alto, pero era atractivo, con cicatrices y todo, es más, eso solo hacía aumentar su potencial. Dudé si mi don hacía que me fijase más en las heridas, llegando al punto de gustarme, a una persona normal le daría cosa, cómo cuando ves algo extraño y no puedes dejar de verlo.
- Ahg, que complicado es todo -me rasqué la cabeza.
Al final me armé de valor para volver, me sentía rara luego de tantos años me lo encuentro en ese lugar y me cambia los esquemas. Estaba vivo, estaba realmente vivo, no había sido ninguna alucinación, estaba segura y eso me enfadaba.
La tristeza y los pensamientos intrusivos se fueron poco a poco dejando paso a la rabia, aunque quizás era para ocultar mis sentimientos. ¡¿Pero a quién se le ocurre?! ¡Fingir su muerte! ¡Dañar a tus seres queridos! Podía habérmelo contado a mí, era su mayor confidente del momento y su mejor amiga, siempre comíamos juntos en el descanso del colegio, y ¡le dejaba la mitad de mis salchichas con forma de pulpo! Si eso no es amistad que baje Kami-sama y lo vea.
Esperé un tiempo prudencial a que todo el dispositivo policial desapareciera, ya habían tomado huellas y pistas suficientes, buscar al culpable de un asesinato, aunque fuera imprudente, de damnificar personas y bienes sería fácil para la policía. O eso pensé.
Había acudido luego de terminar mi jornada de rondas, aún tenía puesto mi traje de heroína, me sienta genial, para que mentir, además igual le era más fácil reconocerme así.
- ¿Hola? -saludé desde la puerta de la fábrica dónde nos encontramos, pero no escuché nada.
Seguí deambulando hasta que mis pobres piernas no pudieron más. Me encontré con muchos vagabundos, algún que otro drogadicto y otra persona perdida, al igual que yo ese día, pero nada de él. Igual sí que estaba allí pero me evitaba o igual ya no estaba.
Volví con una decepción bastante grande a casa, no sé qué esperaba, llevaba tanto tiempo sin saber de él que ya no me dolía y ahora...
- Capullo... Agh - al llegar a casa me tiré sobre mi cama, sin hacer. Por qué sí, estirar las sábanas cuando en menos de doce horas vas a volver al mismo sitio a desordenarlo es absurdo.
Decidí intentar, u obligarme a, no pensar más en ello, no me hacía bien y ya habían pasado tres semanas sin noticias, tan rápido cómo había venido el enganche se podía ir.
Y había otras cosas en las que pensar, cómo el aniversario de la muerte de papá. Me encontraba con mi madre en el cementerio, cómo todos los años desde entonces.
- ¿Le gustará, Ume?
- Ya te he dicho que no me llames por mi nombre, soy tu madre! -me reprendió, por suerte no había un alma en metros a la redonda-. Claro que le gustará, es su favorito, de sándalo -dijo ya más calmada.
- Ya... era el primero en gastar las tardes de verano.
Coloqué al lado un pequeño vaso con sake. Estuvimos enfrente de su tumba por largo rato, en un año pasaban muchas cosas y no todos los días tu hija se vuelve una heroína, estoy segura que le hubiese encantado verlo...
- ¿Nos vamos? Te invito a comer -se ofreció Ume.
- ¡Sí! Bueno, espera, tengo una cosa que hacer antes. Vete de camino, ¿dónde siempre? -pregunté, a lo que ella asintió y marchó, dándome tiempo a solas.
Di un rodeo entre las sepulturas, la de Touya estaba cerca de la de mi padre, habían fallecido, en teoría, con poca diferencia de tiempo, por lo que no tuve que dar muchos pasos.
Lo sé, no es una buena manera de olvidar algo.
La piedra estaba impoluta, pero no había nada que me recordase a él, ni una foto, ni flores ni nada. Abrí mi bolsa y saqué mi tupper rosa.
- Son caseras. Espero que te gusten.
Mentí, las había recién comprado en el estanco de la esquina, pero él nunca lo sabría, osea que daba igual, capaz incluso nunca las vería. Además, eso era una despedida.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Amo leer comentarios, primer aviso. Las estrellitas son bien recibidas ✨