Capítulo 53●

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"Hola, papá."

"Hola, princesa".

Hermione sonrió alegremente abrazando fuertemente a su padre antes de moverse para darle lo mismo a su madre. Se sentía tan bien sentir sus abrazos de nuevo. Sólo habían pasado dos meses desde que Severus y ella habían venido a reponer lo perdido. Habían sido tres largas y duras noches en las que sus vidas se habían puesto patas arriba. Sus padres no estaban enfadados, no, estaban decepcionados; eso casi había destrozado a Hermione.

Ella les había hablado de la guerra, de su herida, de Severus. Se habían sentido decepcionados por no haber podido cuidarla cuando más lo necesitaba. Profundamente entristecidos por los años de su vida que había perdido. Que no confiaba en ellos. Les había explicado todo lo que había podido. Muchas lágrimas y abrazos apretados habían calmado los ánimos en ese momento.

Entonces su padre se había cruzado en uno de sus pequeños besos y casi había destrozado a Severus. En aquel momento, aún estaba engominado y parecía tener más de la edad de su abuelo. Hermione tuvo que volver a explicarle la magia que había en juego antes de que su padre se marchara enfadado, murmurando que la virtud de su hija se había visto empañada por un viejo verde. Eso le había dolido a Severus más que a ella y se había negado a tocarla durante casi dos semanas antes de que ella finalmente lo acorralara en el dormitorio.

La discusión que siguió les había hecho perder dos ventanas y una silla muy bonita, pero al final, ella le había convencido -sin lugar a dudas- de que quería que la tocara. Que le necesitaba en su vida. Estaba segura de que el mundo se había tambaleado sobre su eje aquella noche.

Hermione sonrió suavemente, sentándose con sus padres. Su relación había vuelto a la normalidad. Una serie de cartas habían solucionado los problemas que quedaban entre ellos y ella estaba contenta de que continuaran con la vida que habían hecho en Australia. Por supuesto, deseaba que se mudaran más cerca, pero la magia era algo maravilloso. Aún podía verlos tan a menudo como quisiera.

"¿Dónde está tu... pretendiente?"

"Ya viene, le pedí que nos comprara un libro para leer en la playa después de comer". Hermione le dedicó a su padre una suave sonrisa antes de cruzar las piernas ajustándose el suave vestido blanco de verano. "Realmente es un buen hombre papá, deberías dejar de preocuparte".

"No puedo evitarlo, es lo que hacen los padres".

"Lo sé... ¿Pero puedes esforzarte mucho hoy?".

"Te lo prometo cariño. Por ti, seré bueno".

Hermione sonrió alegremente: "Gracias, papá".

Una sombra oscura apareció sobre su hombro y Hermione sonrió con más fuerza, sabiendo quién era el causante. Inclinó la cabeza hacia atrás, expectante.

"¿Encontraste un buen libro?"

"Creo que sí." Severus lanzó una mirada recelosa al señor Granger antes de sacar el libro de la bolsa de plástico que llevaba en la muñeca y entregárselo.

"¿Grandes esperanzas?" Hermione, por supuesto, conocía el libro pero le pareció una elección bastante curiosa para su día de vacaciones.

"Oh, es un libro maravilloso, recuerdo que tuve que leerlo en el instituto". La señora Granger le dedicó a Severus una sonrisa de bienvenida, obviamente tratando de atraerlo a una conversación cortés.

"A mí Dickens siempre me ha parecido bastante prolijo". El señor Granger se acomodó en su asiento observando con ojos de halcón cuando Severus tomó asiento junto a Hermione.

Su aspecto era diferente al de la primera vez que lo había visto. El pelo gris y la cara envejecida cambiaron a un rostro negro intenso, sin líneas jóvenes. Parecía casi de la misma edad que Hermione y no pudo evitar sentir desconfianza ante la forma siempre cambiante del hombre.

𝕷𝖆 𝕾𝖊𝖗𝖕𝖎𝖊𝖓𝖙𝖊 𝖞 𝖑𝖆 𝕷𝖊𝖔𝖓𝖆 | 𝕾𝖊𝖛𝖒𝖎𝖔𝖓𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora