Capítulo 66●

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8 semanas después

"Mmmph... ¿Severus?"

Nada más que un suave ronquido respondió el susurro somnoliento del hombre. Hermione se puso de lado y abrió los ojos parpadeando a la luz de la mañana. En realidad no podía llamarse mañana, todavía no, el sol apenas iluminaba el horizonte. Se pasó la mano por el pelo que le cubría la cara.

Para variar, dormía boca abajo. Algo que sólo hacía cuando estaba realmente agotado. Hermione se retorció toda la noche antes de apartarlo. Su cuerpo era como un horno cuando dormía y la temperatura de su cuerpo estaba por las nubes. Estaba bastante segura de que le había dado un rodillazo en un sitio nada agradable mientras se revolvía antes de que el hombre finalmente se sentara al borde de la cama.

Hermione hizo un suave ruido al acercarse, su pecho se había vuelto extremadamente sensible en las últimas semanas y empezaba a irritarla. Dormir en cualquier posición se había convertido en un reto y la falta de sueño no ayudaba a su creciente apetito.

Severus soltó un suave ruido y movió la cabeza, con el ceño fruncido cuando el sueño en el que se encontraba empezó a cambiar.

Severus se encontraba de nuevo en Hogwarts, lo cual ya era bastante desagradable de por sí, pero aún peor era el momento en el que se hallaba su sueño.

Caminaba entre las filas de alumnos aterrorizados. Ninguno de ellos tenía el valor de levantar la cabeza hacia la suya. Podía sentir la tensión en su cuerpo y el rechinar de sus dientes mientras luchaba por mantener el control de sí mismo.

Cuando sus ojos hundidos se alzaron hacia el estrado, sintió que el corazón le latía con más fuerza en el pecho. Los niños a los que había jurado proteger se desvanecieron en rostros más viejos, envueltos en sus oscuras túnicas. Sus ojos, afilados como cuchillos, continuaron su paseo controlado.

Un hombre lo esperaba, de espaldas, con la capucha baja. Los ojos de Severus se clavaron en el látigo que llevaba en la mano, con el cuero pulido brillando bajo las velas que flotaban sobre su cabeza.

"Asqueroso".

Severus sintió que le latía la sien al oír aquella voz tan familiar.

"Cobarde".

El hombre giró sobre sus talones, deteniendo a Severus en su camino, congelado por un rostro que creía haber olvidado hacía tiempo, pero que siempre recordaría.

La oscuridad se encontró con la oscuridad, y Severus sintió que un frío le recorría todo el cuerpo.

El hombre lo miró con desprecio, sin un ápice de piedad. Una mirada que él siempre había conocido. Cuando su padre dio un paso a la derecha su cuerpo se tensó. Un poste de madera surgido de la nada se situó en el centro. Justo donde se había sentado su silla.

"¿Crees que eres mejor que yo?"

Las palabras del hombre se hicieron eco de un oscuro coro de risas malvadas. Pero Severus sólo pudo mirar a la mujer atada de espaldas a él. Sus hermosos rizos oscuros sucios y enmarañados mientras su cuerpo colgaba de las muñecas atadas alrededor de la estaca.

"¡¿Crees que alguna vez serás más?! Eres débil, ¿no lo ves? Somos lo mismo".

El grito de Severus fue ahogado por el chasquido del látigo desgarrando carne inocente. El grito de dolor de Hermione resonó por todas partes a la vez robándole el aliento de los pulmones.

"No eres nada."

El chasquido y el desgarro fueron ensordecedores. Severus podía sentir su dolor como si fuera él quien estuviera frente al látigo del hombre. Su cuerpo congelado, incapaz de salvarla. Tres golpes más llovieron en fuerte sucesión. Los gritos que provocaron se apagaron con el sonido de su corazón acelerado.

𝕷𝖆 𝕾𝖊𝖗𝖕𝖎𝖊𝖓𝖙𝖊 𝖞 𝖑𝖆 𝕷𝖊𝖔𝖓𝖆 | 𝕾𝖊𝖛𝖒𝖎𝖔𝖓𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora