1. La cagada a pedos

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Argentina vs Paises Bajos

La selección Argentina suma otra victoria. El partido lo dominaron en gran parte, aunque la tanda de penales fue inevitable con el empate entre ambos equipos. Por suerte, el resultado fue a favor suyo.

El arquero de la selección Argentina con cualquier compañero que se le cruzaba, lo abrazaba y lo felicitaba, aunque su mirada buscaba la atención de un jugador en particular: Enzo Fernández. Sus miradas chocan de repente y decide acercarse. Lo acerca hacia su pecho, hundiendose en un abrazo. Sus lágrimas seguían intactas sobre su rostro, emocionado por ganar ese partido que tanto les costó. Emiliano tenía razones para insistir tanto en el encuentro con él, es que, despues de observar anteriormente los penales, no se podía quedar callado, sentía la necesidad de decirle lo que se guardo en el momento.

—¡Era al medio, pelotudo! ¡Al medio, pelotudo! 

Si, está feliz, pero eso no significaba que no iba a remarcarle como tenía que tirar el penal que había fallado minutos atrás.

—¡No se te escapa una a vos, eh!

Enzo lo recibe con una sonrisa. Trata de no poner mucho peso en las palabras del arquero. Hace un segundo atrás se lamentaba demasiado por errar ese tiro y por fallarle a sus compañeros, así que trata de alejar esos pensamientos negativos lo más lejos posible.

—Mañana vas a practicar todo el día penales acompañado de Dibu, ¿está claro? 

Scaloni, que hace segundos estaba lo más lejos de ellos, hace su aparición.

—¡Y este sigue dando indicaciones! ¡Es tremendo! ¡Relaja un toque, pa! Mañana se ocupan de eso.

Otamendi se mete, tratando de salvar a Enzo de esos dos rompe bolas. Todos se rien, incluso al DT se le escapa una sonrisa que enseguida vuelve a ocultar con su tipica mirada seria.

—Dale, vayan. 

El entrenador los deja festejar y vuelve con Aimar para hablar con él.

Todo el equipo siguió celebrando en la cancha junto con el público argentino que los acompañaba. Cantaban una y otra vez las canciones de la hinchada. La celebración siguió incluso cuando ya estaban todos sentados en la mesa, esperando la comida.

Enzo se sienta con Julian, Lautaro, Cuti, Lisandro, Papu Gomez y Otamendi, Su charla se basaba en hacer comentarios sobre el partido. Eso se mantuvo así por un rato, hasta que alguien más aparece para ocupar un lugar en la mesa.

—¿Puedo hablar con Enzo un toque? 

El arquero pregunta, sentándose al lado del más chico. Su compañero se tensa al segundo, no podía decir que no tenía miedo por lo que podria decirle el más grande.

—Ojo con lo que vas a decir.

Otamendi se da cuenta del estado de Fernandez y decide intervenir.

Enzo se sentía chiquito ante la mirada intensa que le  clavaba Emiliano.

—¿Pero que pensas que voy le voy a decir? Enfermo. Nomas vine a charlar. 

El mayor no es ningun boludo: también da cuenta de la incomodidad de Enzo. Lo abraza por el hombro tratando de relajarlo.

—No lo mates al pibe, hermano, que él más que nadie sabe lo que hizo.

Advierte Lautaro.

—Como si no te conocieramos, boludo. A ver, ¿A qué venís entonces?

Agrega Lisandro. Todos los ojos estaban puestos en el arquero, esperando por su respuesta.

—¡¿POR QUÉ ME TIENEN COMO UN FORRO!? Enzito... ¿Vos pensas igual? 

Emiliano lo mira a los ojos y Enzo solo podía derretirse con la mirada de Golden Retriever que le daba. ¿Qué podía decirle si lo miraba así?

—Ya está, déjenlo. Dijo que solo vino a hablar, ¿No? 

Esta vez el que sostuvo la mirada mas tiempo era él, mostrando una sonrisa. El arquero no pudo evitar desviar su mirada hacia sus labios.

—¡Para, hermano! ¡Te lo queres comer entre dos panes!

Otamendi sube la voz y los demás jugadores de la selección argentina se suman al griterío.

—Disimula un toque. 

Julian dice, después de ver todo el bardo callado desde hace rato.

—¡Que lento que sos! ¡Comele la boca!

Se suma Lautaro.

Los que estaban en las otras mesas escucharon los gritos y sus almas de chusmas les ganan, así que se acercan a la mesa a ver que pasa.

—¡BESO!, ¡BESO!, ¡BESO! 

Cantaban todos, mientras saltaban.

—¿Pero que se tomaron, boludos? ¿Ustedes escuchan lo que dicen?

Enzo negaba con la cabeza de solo imaginar esa escena. Emiliano no le creía nada. Sus manos temblando lo delataban y lo que a él más le gustaba era cuando se ponía tímido, cosa que no sucedía muy seguido. Cada vez que le mostraba esa faceta suya oculta, le daban ganas de tenerlo todavía más cerca, cruzando la linea entre ambos. La poca fuerza mental que tenía en ese momento hace que le encaje un beso en el cachete. Sabe que complació a sus compañeros (y también a él) por los gritos que se escuchan en todo el salón. El menor se pone rojo al instante de sentir esos labios sobre su piel. 

—¡De grande quiero ser como vos, Dibujo!

El Papu Gomez no se queda callado.

—¡Grande mi amigo, eh! Se levanta hasta pibes loco.

Termina por decir Otamendi.  Para este punto, ya estaban todos sacados, y es que de hace horas venían tomando y ya no sabían ni que decían, pero la situación parecía divertirles, menos a Enzo que con suerte podía moverse. Su corazón latía rápido. Se preguntaba a si mismo que le pasaba y por que su cuerpo reaccionaba devuelta a algo que pensó dejar atrás. Se podía decir que en ese momento odiaba a Emiliano, porque él seguía ahí, con su sonrisa, como si esperara algo a cambio, y él completamente quieto en su lugar, sin saber cómo seguir.

—¡No me digas que te la creiste! ¿Estas bien? 

El tono de Emiliano se suaviza al ver la cara de Enzo. Se queda pensando si no fue demasiado. El menor iba a responder y justo alguien lo interrumpe.

—¿Por qué tanto quilombo? ¡Hay gente que ya esta durmiendo! ¡A ver si se comportan un poco!

Scaloni les llama la atención. Los había dejado solos un rato y ya estaban gritando como locos. Se pregunta cuando cambio su rol de DT a padre.

 —Creo que es hora de que estén durmiendo ya, mañana se viene entrenamiento duro. 

Se cruza de brazos, esperando que se pongan en orden.

 Todos asienten con la cabeza, haciendo caso a su entrenador. Cada uno empieza a agarrar sus cosas, incluyendo Enzo, que mas o menos corre de ahí con tal de no enfrentar la situación que le quedo pendiente, aunque tanto no iba a poder posponerlo, porque su compañero de cuarto era la mismísima persona que le encajo un beso hace unos minutos atrás. De tan solo volver a pensar en la situación se ponía todo colorado devuelta. ¿Por qué de repente aparecían en su mente imágenes de él comiéndole la boca?

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Penal | Dibu x EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora