4. ¿Qué más puedo hacer?

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20:00 hs:

Emiliano fue el primero en llegar a las canchas. Mira alrededor, pero no había rastros de su compañero. La última vez que compartieron el mismo espacio fue en la tarde, para la merienda. Enzo no volvió al cuarto, a diferencia de él, que quiso descansar un rato.

Los minutos pasaban y lo que más odiaba era esperar.

Media hora nomás.

Y así fue como se clavó ahí la media hora que puso como tiempo límite.

Si no apareció ahora, ya no va a aparecer más. 

El arquero se dispone a juntar las cosas que trajo con él. En el momento que se da vuelta para irse, se choca con el cuerpo de la persona que deseaba que llegue.

—¿Tan rápido me abandonas?

La sonrisa que tenía Enzo solo hace agotar más la paciencia de Emiliano.

—¿Te parece hacerte el canchero después de que te espere un montón?

Al más chico se le borra la sonrisa enseguida cuando Emiliano no lo recibe de la mejor forma.

—Perdón, me quedé hablando con Juli y cuando me di cuenta, se me había ido la hora.

Enzo muestra arrepentimiento, pero sabia, que incluso de esa forma, no iba a ser suficiente para que su compañero se relaje.

—¿Viniste a entrenar o sólo a pedir disculpas? Te aviso que si vos no te pones las pilas, esto sigue igual.

El tono del arquero se iguala a su rostro completamente serio.

—Vine a entrenar. 

Enzo trara de responder con firmeza. Quiere sonar lo más normal posible para que las cosas no se pongan peor.

—Entonces empecemos.

Emiliano ni lo deja responder. Se pone en su posición, en el arco. No quería decir ni una palabra más porque era para mandarlo a la mierda. Quizás si solo llegaba y se disculpaba, lo hubiese dejado pasar. Lo que no le gustó es que cayo ahí, como si ni le interesara esforzarse. Aunque el mayor problema es cuando menciona a Julian. Bueno, no tiene nada en contra de él, solo le molesta que este todo el tiempo encima de Enzo.  Inhala y exhala. Trata de calmarse así mismo para concentrarse en la realidad.

Los tiros empiezan. Enzo le erra al primero, al segundo, al tercero...

—¿Eso es lo único que tenes para dar?

Emiliano seguía enojado. Se notaba mucho en su forma de actuar, aunque intente disfrazarlo.

El 24 de la Selección  sigue pateando. Ni siquiera quería mirar en la dirección de su compañero, pero era prácticamente imposible. La mirada demandante lo obligaba a mirarlo.

Supongo que así gana siempre en las atajadas.

Los penales que metió el más chico estaban contados con los dedos. El arquero le había atajado más de la mitad.

—Terminamos.

El más alto dio por terminada la jornada en muy poco tiempo. No cedió en ningún momento su enojo. Tiene intenciones de irse, después de todo, lo que fue a hacer ahí terminó. Pero Enzo no se lo permite. Se aferra a su cuerpo, abrazándolo desde atrás.

—La re cague, ya se. Pero posta que agradezco que me vengas a ayudar.

—No sé que tanto te sirvió si tiraste todo afuera.

Emiliano se queda quieto. No lo aparta, pero tampoco siente ganas de corresponderle.

—Necesito más entrenamiento.

Posa su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro. 

—¿Me perdonas?

—¿La charla con Julián estaba entretenida? 

El arquero cambia de tema. Vuelve a salir ese tema que se quedo rondando por su mente toda la hora que pasaron juntos.

—¿Qué tiene que ver Juli en esto?

Enzo no entendía la actitud repentina de su compañero. Pensaba que su enojo se resumía a él siendo un irresponsable.

—Digo, porque te estuve esperando un montón y encima me decis que te quedaste con él. Mira, Enzo, yo a esta hora podría estar rascandome los huevos si quiero. Sabiendo que estamos en un mundial y estamos todos cansados, estaría bueno que también seas consciente de el esfuerzo que es esto.

Emiliano no se podía callar. Si bien sus palabras son ciertas, si su compañero le dice para ir a donde sea, si lo busca, él  va a estar. Su malestar iba por otro lado y no lo podía negar, estaba muy celoso de Julian. Enzo se queda sorprendido con las palabras que le salían una tras otra. Desde que llegó que el más alto le estaba dando con un caño. Lo bueno es que al más chico no le importaba repetirle las cosas una y otra vez con tal de que no quede ningún malentendido.

—Te juro que estoy re arrepentido, hermano. Hasta me da un poco de vergüenza. Obvio que lo que menos quiero es que pierdas tu tiempo y agradezco mucho que estes acá.

—Bueno, no se nota.

El arquero se gira en su lugar para enfrentarlo. Ambos se miran y el más chico se mantiene firme.

—Si te dije que sí, es porque sí quiero estar acá. Lo que pasa es que soy medio colgado, posta te digo. Pero sí quería estar acá. ¿Cómo me voy a perder el poder tirarle unos penales al mejor del mundo?

Enzo le apoya ambas manos en la cintura contraria y se acerca un poco más hacia adelante, quedando relativamente frente a frente. Le muestra esa sonrisa de chamuyero.

—Que chamuyero sos vos, eh. Te tienen que dar el titulo.

Intenta sonar serio aún, pero Enzo nota como sus comisuras se elevan y este trata de ocultarlo.

—¿Por qué chamuyero? Para mi sos el mejor del mundo. Nunca vi un arquero como vos.

—Lo estas diciendo para quedar bien. Mira que ya te conozco a vos, eh.

Martinez plasma unas palmaditas en su mejilla y deja su mano posada en esa zona.

—¿Que más puedo hacer para que me creas?

Enzo finge una cara triste y busca las manos del más alto para entrelazarlas con las de él. Se pregunta de donde saco tanta confianza para hacer eso, aunque al final podría dar cualquier excusa sobre sus acciones. Emiliano siente como se le va a salir el corazón más o menos. Le gustaba mucho ver a Enzo rogándole y dándole cariño. La verdad no se podía quejar, solo le gustaba hacerse el difícil.

—Ponele que te creo.

—¿Entonces ya estamos bien?

—No.

—¡Dale, no seas malo!

Emi suelta el agarre de sus manos y lo guia a Enzo para que apoye sus brazos alrededor de su cuello. Ahora él lo abraza por la cintura, cortando más la distancia entre ellos. La distancia entre ambos era tan corta que hasta podían sentir la respiración del otro. El arquero se ríe cuando escucha que su compañero suelta una risita nerviosa y su corazón se llena un poco más por su reacción.

—No sé, decime vos.

Termina diciendo y toda la confianza que tenía Enzo anteriormente se va al carajo cuando lo ve con una sonrisa descarada en su rostro. De su boca no salia ni una palabra, no sabia donde meterse, no sabia que hacer y como seguir de ahora en adelante. La mirada intensa del arquero le pide una respuesta y él no sabe bien hasta que punto pueden llegar sus jodas.

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Penal | Dibu x EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora