Cristopher

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Sus ojos dorados miraban intensamente la pantalla de su teléfono celular, mientras esperaba que alguna respuesta por parte de Cristopher llegara pronto. El corazón le palpitaba salvajemente, mientras la duda la carcomía.

-Vamos, Criss, - aquellos susurros sonaron completamente desesperados.

Su móvil vibró entre sus manos, a la vez que deslizaba el dedo sobre la pantalla para leer el mensaje. Las letras parecían flotar frente a ella.

-Jaith, - susurró mientras bajaba del auto y abrió la enorme puerta que le daría acceso a la mansión de Kallet Kohler. - Criss.

Criss.

Subió las escaleras como si su vida dependiera de ello y se concentró en mantenerse de pie y alerta. No tenía ni las más mínima idea de lo que estaba pasando por la mente del chico.

Criss no es así, - y ella lo conocía mejor que muchos.

Súbitamente los recuerdos regresaron. Se vio así misma parada en aquel pasillo, mientras Criss la perseguía, quizá demandando alguna respuesta.

¿De verdad no recuerdas, Ari?

Lo que sucedió aquella noche regresó por completo a su mente. Las palabras que ella había prometido que Cristopher jamás las escucharía, esas mismas palabras fueron las que resonaron con fuerza en sus oídos.

Las palabras que podían cambiar todo lo que Criss conocía como vida. Su verdadera familia, la verdad de lo que era su madre. Todas esas cosas de las que había protegido a Criss durante casi una década y media, ellas las había liberado en un momento de rabia y Cristopher por fin las había escuchado.

-¿Criss? - gritó mientras corría por el pasillo que había recorrido años atrás. -¡Cristopher!

Los gritos de Ariadne retumbaron en toda la casa, a la vez que sus pasos hacían eco en el piso embaldozado. El silencio efímero fue la única respuesta a sus pensamientos y eso, llenó su alma de terror.

Sintiendo como las lágrimas caían por sus mejillas, reflejo del miedo que sentía, abrió la puerta que le dejaría ver la habitación de Cristopher. Aquella habitación a la cual no había entado en los últimos cuatro años.

-¿Criss? - intentó mantener la calma, pero estaba segura de que hasta la sombra le temblaba. - ¿Criss?

Y cuando sus ojos se posaron sobre la cabellera oscura que estaba de espaldas a ella, el alivio entero recorrió su cuerpo. Sin embargo, mientras más acercaba al cuerpo que estaba sentado, más sentía que perdía la fuerza en su cuerpo.

-¿Criss? - lo llamó, mientras volteaba la silla.

Criss siempre será así de hiperactivo, - no podía olvidar la voz que siempre había estado en aquel lugar, leyendo cuentos para dormir.

Una vez que estuvo frente al cuerpo, se dio cuenta de la realidad. Cristopher estaba completamente inconsciente y su cuerpo descansaba sobre aquella silla. Aquella posición asemejaba la misma forma en la cual había muerto su madre y aquella perfección hizo que el corazón le diera un vuelco.

-¿Pequeño? - lo llamó como solía hacerlo en el pasado.

Presionó sus dedos, índice y medio, sobre el lugar donde debía pasar la vena aorta. El latir era suave, pero sentía que no era el correcto. Miró el reloj que siempre llevaba en la muñeca izquierda, pero la poca iluminación de la habitación no le ayudaba.

-Cuarenta, - contó con cuidado, intentando no perder la cuenta. - Paro.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero, mientras intentaba cargar a Criss, pero el chico estaba realmente pesado. El pánico se apoderó de ella al verse en esa desventaja y aunque le costará perder su descendencia, Ariadne se las ingenió para sacar a su hermanito menor de aquel lugar.

Requiem FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora