—Es un ángel de oro, — las palabras se escucharon lejanas. — Hasta donde sé, él se lo había regalado a su hija en su décimo cumpleaños, — y la voz de Criss volvió a escucharse resignada. — ¿Ves por qué me siento mal? No tenía idea y me burlaba de él, Ari.
No pudo evitar sentir como la decepción se abría paso a patadas en su mente. No de Cristopher, sino de que, una vez más, estaba de nuevo en el principio. Sería bastante difícil conseguir ese nombre. Zareck ciertamente no quería hablar y ahora estaba en un callejón sin salida.
Antes de desmayarse, hacía tan solo unos días atrás, Jaith había sido el principal sospechoso, pero después de hablar con el chico, había casi descartado esa posibilidad. Aunque ciertamente, mantendría un ojo sobre el moreno.
En este punto ya no puedo pasar nada por alto, — se dijo a sí misma recordando al chico de cabellos oscuros.
—Creo que ahora, aprenderás a no burlarte de las personas, Criss, — fue lo que atinó a decirle a su hermanito.
Criss le dijo algo, a lo que no le prestó demasiada atención, mientras sus pensamientos volaban libres y se concentraba en aquella persona sin rostro, o nombre. En lo único que podía pensar era en una silueta oscura.
—Definitivamente, he aprendido la lección, — y eso fue todo lo que escuchó de lo que le estuviera diciendo el chico de ojos azules.
—Espera un momento, Criss, — le dijo, mientras observaba como un guardia se acercaba a ella a paso veloz.
—Señorita Kohler, — le dijo el hombre. — Diculpe que la moleste en su hora de almuerzo, pero al parecer su paciente se ha autolesionado, — el hombre hizo una mueca extraño. — Sin piedad, — pero, esas palabras fueron sólamente un susurro.
Si esas eran las palabras que un guardia utilizaba, entonces realmente tenía que ser algo grave. Lo miró con una mirada que estaba plagada de una emoción que ella misma no quería describir en esos momentos, cuando el corazón se le aceleró.
—¿Dónde está? — le preguntó Ari.
—Ahora se está bañando, — le dijo el hombre en tono firme.
—Ya voy, — le dijo Ari, mirando como el hombre comenzaba a marcharse. — Criss, — llamó a su hermanito, colocando el móvil contra su oreja.
—Ya escuché, — y ella también escuchó una risita pícara por parte de su hermano. — Además, voy tarde.
—¿Tarde para qué? — preguntó, poniéndose en pie.
—Cosas de chicos, — y con eso Criss le colgó, pero su ánimo estaba demasiado bien para el gusto de Ariadne.
Ariadne guardó el aparato en el bolsillo de su suéter y siguió al hombre con pasos apresurados. Sabía que algo había sucedido con Zareck y no podía pasarlo por alto mucho tiempo. Recordó la breve descripción del hombre y sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Entraron en un pasillo, ese pasillo que Ariadne conocía demasiado bien.
—Espere, — le dijo al guardía, mientras se metía en una de las habitaciones. La habitación donde solía dejar su bata.
La miró por unos segundos, tan breves que pareció tomarle solamente una respiración. Algo brilló profundo en su mirada y decidió lo que debía hacer. La tomó con rápidez y reanudó su camino, dejando que el hombre guiara el camino.
* * * * *
En silencio sollozaba, mientras el agua se confundía con sus lágrimas. Y causa de ello, estaba seguro de que podía derramar cuantas quisiera. No había nadie para juzgar el dolor que embargaba su corazón, no había nadie para acusarlo.
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Requiem Final
Misterio / SuspensoLibro N°2 Después de tantos años, por fin había destruido a la persona que le había robado al amor de su vida. Su corazón estaba en completa paz, ahora que sabía que su niño era sólamente de ella y para ella. Sin embargo, él la había traicionado y é...