Mala suerte

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<<Qué día de mierda>> y eso era tan cierto, David sentía que ese mismo día se había levantado con el pie izquierdo.

Primero su despertador no sonó cuando debía, causando que al levantarse tarde, ya que llegaba tarde a su trabajo, se tropiece con sus sábanas y cayese al suelo golpeándose fuerte en la rodilla.

Al querer irse a bañar no contaba con agua caliente, por lo que se tuvo que bañar con agua superfría cuando afuera hacía 2°. Al salir de la ducha nuevamente y por segunda vez en el día se tropieza con la cortina del baño causando que el palo que sostenía esta golpeara contra el vidrio rompiéndose al instante.

Sin darle mucha importancia a eso, se cambió rápidamente para luego bajar a la cocina y tener la intención de prepararse un café, pero o sorpresa se choca con la mesa tirando la sal al suelo

– ¿En qué maldito momento, deje la sal hay? – se preguntaba David, tan confundido como cualquier persona en su lugar, pareciese que ese estaba hecho para las malas suertes. Ya no tenía tiempo para juntarla, luego lo haría.

Oh pobre David... si supieras que no llegarías a tu casa...

Al salir de su casa, cierra la puerta de su casa con llave y al momento de darse la vuelta un gato negro lo sorprende logrando que salte asustado.

– Vete animal sarnoso – David ahuyenta al gato con su portafolio recibiendo de este un gruñido.

Con el paso libre, ya que el gato se había ido, se dirige hacia su coche, entra en este, pero cuando tiene la intención de encenderlo la ya conocida luz de la gasolina se prende dando a conocer que no tenía combustible. David, ya cansado, grita enojado golpeando el volante con fuerza.

<<esa anciana tenía razón>>, David estaba entrando en razón, sabía que aquella anciana, como bien él la nombró, le había echado alguna maldición o algo y todo por no haberla ayudado, ¿Arrepentido?, no lo estaba para nada, pero asustado sí.

Su mala suerte no podía haber empeorado, ya que la lluvia llegó logrando que el hombre largarse un suspiro ya empezando a aceptar su día. Sale del coche y comienza a caminar bajo la lluvia, ya harto de todo.

Lo que él no sabía es que una camioneta se dirigía hacia él fuera de control, David no tuvo el tiempo de correr terminando siendo arrollado y su cuerpo terminando en pedazos.

– Eso es lo que te mereces – una entidad se encontraba alado del cadáver, salpicada por todos los restos del hombre, viendo al ser que le falto el respeto – vamos coco, te daré tu merecido premio – le habla al gato negro, ese ronronea siguiendo a su dueña.

Ya lo saben personitas, respeten, sean educados o si no todo se les devolverá... y no de la mejor manera.

Relatos terroríficosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora