Inocencia

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Pleno enero, mes el cual te cocinabas si salías de tu casa o te derretías si no tenías un aire acondicionado. Ese era el caso del pequeño Béla, su familia no contaba con el dinero suficiente para poder comprar un aire por lo que sobrevivían con un mísero ventilador el cual cumplía su labor.

Lo único que agradecía Béla estas calurosas épocas era el helado, delicioso helado con miles de gustos por elegir, el paraíso para cualquier niño o adulto. Justamente a unas calles de su casa una nueva heladería de gustos artesanales daba la bienvenida a cualquier persona que quisiera degustar sus exóticos sabores. El pequeño luego de tantas insistencias logro que lo llevaran allí.

Estaba repleto de personas, todos disfrutando de lo rico que se sentía aquella crema fría en sus paladares. Los ojitos del pequeño brillaban fascinados por todo lo que veía y más aún emocionado por probar ya esos helados.

Luego de una larga espera, según Béla, por fin obtenía el tan ansiado postre entre sus manitas. Manzana, su favorito, aunque con un extraño color, pero sin importancia para el niño. Estaba feliz, su cabecita comenzaba a maquinar pequeñas excusas que sean convenientes para sus padres y así poder venir más seguido por aquí.

- No puede ser que esto sea un existo - para la curiosidad de Béla una pequeña charla con los dueños del lugar era escuchada con sus pequeños oídos - Esto es de usar personas es la gloria.

- Mami - el pequeño sacudía el brazo de su madre con una duda en su mente - ¿Por qué usan personas para hacer los helados?

- ¿De dónde as sacado eso mi amor? - la madre estaba confundida, de donde había sacado tal ocurrencia.

- Escuche al dueño decir que utilizaban personas para los helados - de un momento a otro su madre comenzaba a palidecer o peor todas las personas que habían escuchado tanto su conversación como a los dueños estaban pálidas para que luego se desatara el caos.

El lugar de apoco era tenido de un rojo intenso, producto de las personas que vomitaban como si fuera una catarata de aquel color. Eran gritos y llantos por todo el espacio algo horribles para los ojos de cualquiera.

Béla no entendía nada, su carita mostraba confusión al ver lo que estaba sucediendo. Veía a un costado suyo como su madre se sacudía tendida en el suelo y su padre estaba agacho largando una sustancia extraña de su boca.

- ¿Les cayo mal el helado papis? - preguntaba el pequeño con toda su inocencia. Sin saber que entre sus manos tenia a una persona o bueno partes de ella.

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Y es aquí el fin para los relatos.

Hace unos días tome la decisión de concluir con estos relatos que eh visto que a varias personitas les gustaron. Muchas gracias para los que se comprometían a esperarme cada vez que subía algo nuevos y luego los leían.

¡Como siempre, espero que les allá gustado y saludos!

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