Capítulo 32

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El tiempo es un fenómeno relativo e interesante, que circula de una forma y otra a partir de las experiencias que vives cada día. Por ejemplo, hay momentos en los que parece que no corriera, como cuando estás en una clase larga y tediosa, y la voz del profesor te arrulla mientras te encuentras a ti mismo viendo el reloj cada dos minutos, con la frustración invadiéndote al idealizar que ha pasado poco tiempo desde que chequeaste la hora la última vez, pero para ti se siente como si pasaran años.

No importa que hagas mandalas, mires por la ventana, contemples en tu mente los misterios más complicados del mundo, o te hagas a ti mismo el gurú de la física nuclear o la epistemología del ser, los minutos parecen pegados a la realidad, y el tiempo se extiende por horas y horas y horas.

Contrario es cuando vives una experiencia innovadora. Como cuando estás con el chico que te gusta y llega ese momento en el que él parece que va a besarte en el cine, pero la película termina antes de que encuentre la resolución para hacerlo; si, eso también pasa. O cuando el tiempo vuela, y un día estás sosteniendo a tu hija recién nacida en tus brazos, envuelta en su manta rosa, y al otro, ella está sentada en el escritorio de tu esposo, rayando sobre sus documentos importantes...

¡Mierda, los documentos!

— ¡Mira mamá! — mencionó Akiko — Flores, flores... —.

_______ se rió suavemente, al descubrir un trio de tulipanes dibujados con crayones de colores sobre el último tratado de libre comercio que su marido había firmado hace menos de una semana. Hagakure se rió suavemente en una esquina, disimulando el gesto con una de sus manos, haciendo que _______ compartiera el gesto con ella. La pequeña Akiko ya tenía cinco años, y cada día a su lado era una aventura nueva que descubrir, una faceta que aprender sobre un rol que al inicio le aterraba por su inmensidad, pero que había sabido llevar con maestría, y que hablaba bien del trabajo en equipo que ella y Shoto tenían.

— Bien hecho cariño —.

Dijo ella, ignorando la letra impresa que se veía en el fondo, con las firmas de su esposo y sus socios en un lúgubre tono negro que contrastaba con el rosa y el rojo de los crayones, así como con el trazo infantil. Por fortuna Shoto había aprendido la lección, y tenía copias digitales de todos sus documentos, ahora que Kiara le había enseñado a Akiko a dibujar flores y la pequeña consideraba que sus documentos necesitaban un poco de color, él había hecho que cada cosa en su oficina tuviera una copia salvaguardada de la creatividad de su hija. Las cosas que hacía por ella, había días en los que _______ pensaba que él la mimaba demasiado.

— ¿Sabes cómo se llaman? —.

Akiko hizo un puchero pensativo.

— La abuela dijo que se llamaban Tudipanes — reflexionó — Tupidanes... no, así no era —.

— Tulipanes — corrigió _______ — Se llaman Tulipanes —.

Ella le dio una sonrisa brillante, antes de bajarse de su silla, agarrar su dibujo con una mano y su chaqueta con la otra, llevándola a la puerta. Cuando _______ le preguntó a donde iban, la pequeña la hizo caminar y le dio una sonrisa adorable.

— A ver a papá, a él le encantan los Tudipanes —.

Contrario a la opinión popular, que decía que con el matrimonio y la llegada de su hija Shoto Todoroki se había vuelto más hosco y más distante del público, el magnate naviero y millonario ex-playboy puso la sonrisa más grande que le habían visto cuando su pequeña hija entró en la sala de juntas, ignorando deliberadamente a los ocupantes, con una hoja en sus manos, corriendo con sus pequeños pasos de bebé hacia él. Su madre aguardó en la puerta, con una sonrisa apenas avergonzada.

Love DealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora