Capítulo 4

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-Yo quiero leer- dijo Andrómeda.

Cordelia observó orgullosa el cabello de Hermione.

Con habilidad y un poco de agua logró domar ese cabello grueso y esponjoso en dos trenzas holandesas que se enroscaban de manera armoniosa en su nuca.

-Logro domarlo- dijo Euphemia- Punto para Cordelia.

-Es una suerte que ella haya heredado el cabello suave de Lily- dijo James enrollando un mechón de cabello de Lily alrededor de su dedo. -Por que si hubiera heredado el desastre que el cabello de los Potter. Y nuestro peor enemigo es la lluvia y la humedad.

Euphemia miro seriamente a su hijo, era un total irrespetuoso con la señorita Evans, si bien estaban comprometidos aun no tenia el derecho de tocar su cabello.

-Deja- le dio un ligero manotazo a James. El se tocó la mano indignado.

-Siento que me aprietan- dijo Hermione a punto de jalarse una de las trenzas.

-Quieta- Cordelia le dio un ligero golpecito en el peine a los dedos de Hermione- No arruinaras mi obra maestra.

Hermione arrugó la nariz pero se quedó callada. Cordelia pensó seria en algún producto que ayudara al cabello de Hermione.

Cuando pudo sentir la textura del cabello de Hermione notó las puntas abierta y quebradizas, además que el cabello tenía una apariencia seca y falta de brillo.

- El aceite de argán hace maravillas para las rizadas- recomendó de inmediato Edith- Es como el agua bendita para los cabellos.

-¿En serio?- preguntó Bellatrix.

-Infalible, a muchas amigas del colegio les funciona a las mil maravilla- asintió con la cabeza. -Los define de manera perfecta.

Bellatrix probaría ese aceite

Luego de una charla que incluía algunos dulces del carrito. Cordelia controlaba su ingesta de azúcar y Hermione ya estaba a acostumbrada a evitar el azúcar.

Luego llegó el momento de llegar a la estación, amabas se cambiaron en el compartimento dándose la espalda y cerrando las cortinas.

Dejo su bolso de mano junto a su baúl, en la estación los esperaba un hombre considerablemente alto, con una barba prominente y una risa estruendosa.

-¡No más cinco por bote!- indicó el guardabosques.

-¡Hagrid!- dijeron James y Sirius al mismo tiempo con grandes sonrisas.

El semi gigante sonrió, si bien esos dos muchachos eran como ardillas imperativas los estimaba mucho.

Cordelia entrelazó su brazo con el de Hermione dirigiéndose a un bote donde un niño de mejillas redondas y cabello rubio como el maíz miraba preocupado a los lados.

-¿Podemos subir a este bote?- preguntó Hermione.

-Ah... si.. por supuesto- dijo el niño extendiéndoles la mano para ayudarlas a subir al bote.

Primero subió Hermione y luego Cordelia. La pelirroja sonrió, al menos algunos niños se comportan como caballeros, muy al contrario a los amigos de Dudley.

-Los hombres son unos babosos- dijo Marlene- Algunos.

-Mucha testosterona les hace mal- comentó Petunia. Edith soltó un gran carcajada desde su lugar.

-Hermione Granger, un placer- dijo Mione extendiendo su mano, Cordelia hizo una anotación mental, enseñarle a como saludar.

-Neville Longbottom- aceptó el saludo de Hermione.

Leyendo "Una perfecta señorita"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora