Capítulo 1

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Para decorar un scrapbook se necesitan muchos implementos, mucha paciencia y un pulso firme. Harry ha aprendido eso con el pasar de los años, y ha tenido que aprenderlo a la mala, cuando sus manos pegajosas por el pegamento tiraban su trabajo de cinco horas al suelo porque no había resultado como él quería. Pero las lágrimas de frustración no quitarían la escarcha de sus sábanas.

Después de muchos fracasos y victorias, logró encontrar patrones en el arte de las manualidades. Son tan sencillos que pueden parecer obvios, pero no lo son; a menudo la teoría hace parecer a la práctica como una broma. Sin embargo, nadie debería atreverse a subestimar el proceso de un buen encuadernado, Harry odia cuando la gente hace eso. Balancear colores y texturas no es tarea fácil, él quisiera verlos hacer lo mismo.

Hay tres conclusiones a las que ha llegado Harry:

En primer lugar, no se tira nada a la basura. Ningún papel en buen estado o resto de brillantina. Todos los retazos de tela sirven, pequeños pedazos de cartulina, diseños que pueden parecer obsoletos. Es fundamental guardarlos, organizarlos y mantenerlos a la vista. Saber qué conservar y qué no es la clave.

Después, no existen los errores. Si Bob Ross los llama "pequeños accidentes felices", él los puede llamar "realidad". Las cosas no siempre saldrán como uno imagina. Hay que trabajar con lo que hay, tratar de reparar los deslices si es que es pertinente. A veces, piensa Harry, la gente se deja llevar por la perfección y se obsesionan con arreglar cada detalle, así terminan poniendo capas sobre capas. Al final mirarán el resultado y dirán "me gustaba más al principio". Si no tiene solución, está permitido empezar de nuevo.

Por último, tomar medidas. Puede que pintar a ciegas sea ideal para un artista, no obstante, cuando hacemos manualidades, la planeación es esencial. Se deben tener todas las piezas listas y posicionadas para comenzar a pegar; no hay vuelta atrás. Harry se toma muy en serio este paso, observa todas las opciones y se pone de cabeza para asegurarse de que es adecuado.

Ahora, volviendo a la vida real: Harry es un perdedor.

—No soy un perdedor —farfulla él.

—Claro que sí, Harry. Es un sábado por la noche y mírate; escuchando un audiolibro mientras pegas hojas sobre hojas.

Harry frunce el ceño y observa todos los papeles de diseño esparcidos en su cama.

—Cómo pase mis fines de semana es cosa mía. Además, yo soy el que te cubre cuando te escapas en la madrugada.

—Bueno, gracias. Pero me gustaría que también le hagas favores a tu dignidad.

Él la mira de arriba hacia abajo: jeans negros, maquillaje cargado, blusa de satín... No.

—No iré a esa fiesta, Scarlet.

—¡Harry!

—Nop.

—No vas a morir por salir a socializar.

Harry cree que su hermana es terca. Terca como una mula. Como una Styles.

—No quiero ir, por favor. —Harry suspira.

Scarlet lo observa por unos segundos.

—Bien —se rinde—, pero tienes que planchar mi cabello.

—Eso sí puedo hacerlo.

Entonces Harry quita toda la ropa amontonada en su silla y deja que su hermana se siente ahí. Toma la plancha y empieza con el trabajo.

Scarlet es su hermana mayor (por un año). En realidad todos sus hermanos son mayores que él, pero ella es la única mujer y la más cercana en edad. Constantemente intenta que su hermano sea como ella, pero Harry es como su madre. No hay nada que hacer al respecto.

The Rosebud Blush is Charming the Season [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora