Capítulo 9

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La mañana del sábado, Harry abandona a su familia para desayunar en la sala de televisión. Están pasando Mujercitas, la versión de 1949. Siente que se olvida del mundo por un momento; sentado en el sofá, con su tazón de cereal y leche.

—Me encanta esta película —escucha a su madre decir. Él asiente sin quitar su vista de la pantalla—. Aunque Jo debió quedarse con Laurie.

Harry se atora con su cereal.

—No puedo creer que acabas de decir eso. ¿Qué tiene de malo Amy?

—Es caprichosa e inmadura.

—Solo porque Elizabeth Taylor la hizo así. —Harry se aclara la garganta mientras habla, la sensación ardiente en esta por el cereal atorado—. O, en todo caso, el director. ¡Amy es una de mis favoritas! Su tiempo en pantalla no fue suficiente para desarrollar su personaje.

—Nunca cambió en el libro. Amy le robó la oportunidad a su hermana de ir a Francia.

—Jo se quitó esa oportunidad ella sola. Además, Amy sabía que no quería terminar como todas sus hermanas. Ella vio una oportunidad y la tomó. —Se mete otro bocado.

—Estás cegado por una historia de amor falsa, Harry, Laurie nunca pudo olvidar a Jo. ¿No ves su mirada melancólica en la última escena?

—Dios mío, la película ensució a Laurie. Por completo —dice, mirando la televisión, mas cambia su expresión a una escéptica al mirar a su madre de nuevo—. Pero Jo no amaba a Laurie de esa forma. Era casi su hermano. Y Laurie solo confundió el cariño con amor. Si lo piensas bien, Jo y Laurie habrían sido un desastre, ambos pasionales y enérgicos. Amy era la calma que él necesitaba; la única forma de sentar cabeza.

—Niño, niño. —Anne niega con la cabeza—. Cuando crezcas, entenderás todo de...

—¡Ese idiota solo quería quedarse en la familia a como dé lugar! ¡Basta de pelear que se escucha desde aquí! —grita su padre.

—¡Termina tu desayuno, cariño! —responde ella.

Harry se parte de la risa en el sofá.

Ella lo mira con cariño, acercándose a él cuidadosamente. —Hazz, yo quería conversar contigo sobre lo que ha estado pasando estos últimos días...

—Ya devolví el libro, mamá. El señor Kennedy solo había confundido los nombres —miente. No ha devuelto nada, solo lo escondió en uno de sus cajones. Espera que su expresión no lo delate, siempre ha sido malo mintiendo.

Su madre amplía sus ojos, desprevenida. —Oh, está bien, cariño. Pero no me refería... bueno, en parte.

—¿Entonces?

—Sobre Louis. Y el libro. —Anne se aclara la garganta. Ay, no. ¿Van a tener esa charla justo ahora? —He notado que estás empezando a tener curiosidad, como todo adolescente, lo cual está perfecto. Te interesas por otras cosas, y...

—Mamá, no tienes que... —Harry se sonroja. Su madre no puede estar hablando en serio.

—Escucha bien lo que te voy a decir, Harry. —Y hay algo en su voz que le transmite calma, algo de indignación quizás. Harry sabe que Anne odia cuando los demás toman a la ligera sus palabras—. No soy partidaria de dar consejos innecesarios, así que no lo haré. Solo espero que recuerdes el amor y respeto con el que te hemos educado, y sepas que los chicos no deben tener prisa por crecer, ni deben forzar a otros a hacerlo.

—Sí, mamá. —Se siente aliviado. Su madre no es inoportuna, como el resto de su familia. Ella sabe cuándo callar y cuándo hablar.

Anne sonríe. —Y en caso de que suceda, uno siempre debe llevar su propio condón.

O tal vez no lo sabe.

—¡Mamá! —Se tapa los oídos. Hablar con su madre de sexo no es una experiencia amena, pero siente que debe defenderse, así que agrega—. Solo para que sepas, todavía no tengo ni la más mínima intención de... eso.

—Claro, Hazz. Te conozco. Solo era por si acaso. —Le la un beso en su frente y se va.

La convivencia con su madre nunca había sido tan incómoda.

* * * *

Cinco de la tarde y Harry ya había comenzado a arreglarse.

Está sentado frente a su tocador con un pote completo de crema para peinar sus rizos. Es una actividad que requiere mucha concentración, si quiere que se vean suaves, esponjosos y brillantes. Los rizos perfectos. Claro que tuvo otra rutina en el baño, este es solo uno de los últimos pasos. Él toma su cabello muy en serio.

Peina un mechón y lo envuelve en su dedo lentamente. De repente su teléfono comienza a sonar. ¡¿Justo ahora?! Piensa Harry.

Cuando lo mira de reojo, alcanza a leer el nombre de su hermano. Dylan.

—No, no, no. Maldita sea.

Respira profundo y pone su mejor cara al contestar la videollamada.

—¡Hola, Dylan! —Ve a su hermano con el cabello mojado y un suéter azul.

—¿Quién es Louis?

Debió saber que su padre se lo contaría.

—Solo voy a salir con él, Dy.

—Y a él lo llamaste Lou.

Harry rueda los ojos. —Esto es ridículo, parece que Patrick es el único con sentido común en esta casa.

—Patrick me lo contó. —Harry enrojece.

¡Patrick es un chismoso!

—Entonces toda mi familia está armando un escándalo porque sí. —Respira profundo, intentando mantener la calma. Si se distrae, sus rizos terminarán en un desastre. Se mira al espejo y continúa con su trabajo.

Escucha el suspiro de su hermano, y por un momento Harry desearía que estuvieran teniendo esta conversación cara a cara.

—Te extraño mucho, Dy. —Lo dice porque lo siente en serio, y también para cambiar de tema.

—Yo también, Hazza. —Su voz suena más suave—. Estaré ahí muy pronto, ya lo verás.

—Eso espero. —Si tiene un puchero en sus labios, no se da cuenta.

—Pero, ¿qué le viste a ese chico?

—Estábamos teniendo un momento familiar hace solo dos segundos.

—Dime que no es un bueno para nada, por favor. ¿Siquiera tiene buenas notas?

—Bueno, no lo sé. —Lo piensa por un momento, soltando otro rizo perfecto—. Es de la edad de Jake. Y juega baloncesto.

—Respuesta incorrecta. Ahora tendré que ver qué tan bien juega el novato.

—No es un novato. —Frunce el ceño—. Ha ganado la mayoría de los juegos en la escuela.

—¿Hablamos de un 60%? Porque yo he ganado el 80% de las veces.

—¡Entonces un noventa! —Su cara enrojece de la furia, y sus manos pierden el control de un mechón de su cabello. Harry se concentra para arreglarlo.

—Wow, está bien. No te creo, pero lo veré con mis propios ojos cuando regrese.

—Lou es muy atento, gentil y caballeroso conmigo. Es todo lo que necesito saber de él por ahora. Y le gustan mis postres.

—Entonces sí lo llamas Lou. Espera, ¿le has dado de comer tus postres? Solo quienes lo merecen consiguen un bocado, ¿qué está mal contigo?

—Se ve tan feliz cuando prueba un bocado. —Sonríe ante la imagen de Louis con migajas en sus labios. Quisiera quitarlas con sus propias manos. Y luego un beso, en privado.

—Oh, dios. Estás enamorado.

—Tú no sabes eso.

—Está en toda tu cara babeante. ¿Sabes qué? Suficiente por hoy. Hablaremos mañana, cuando esa cita con Lou haya terminado. Me dan escalofríos.

Harry suelta una risita. —¡Adiós, Dy!

The Rosebud Blush is Charming the Season [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora