19.- En otra vida

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Parte 4

 
—¡Bandit, no! ¿¡Qué haces!? —vociferó Frank desde el portal del patio trasero y se acercó lo más rápido que pudo.
 
—Solo intentaba cortar algunas pero todo salió mal y terminé cortándolas todas, lo siento. —contestó observándole.
 
—No, debiste tener más cuidado, sabes cuanto cuidamos tu padre y yo estas rosas.. yo, no, no sabes lo que significan.. —Frank estaba algo alterado.
 
—Lo siento, Frank..
 
—Está bien, tú, tú solo ten más cuidado, ¿okay?
 
—Pero si lo tuve. —se encogió de hombros.
 
—No, no lo hiciste, debiste tener más cuidado. —replicó él. 
 
—Si lo hice, fue una equivocación, no tienes que atacarme por eso. —reclamó
 
—¿Entonces te equivocaste al cortar todas estas flores? —señaló.  —Yo no lo creo, Bandit. —agregó en un tono firme.
 
—¡No me grites! —exclamó ella un poco alterada. —¡No insinúes que fue a propósito!
 
—No te estoy gritando, solo, intenta entenderme.. —dijo en un tono de súplica.
 
—¡No, Frank, que te comportes así por esto es estúpido, solo son unas estúpidas flores, puedes poner más luego,  no tienes que gritarme! —exclamó.
 
—¡No son estúpidas Bandit, son importantes para tu padre y para mí! —respondió del mismo modo. —Por favor déjame solo ahora, Intentaré rescatar lo que pueda.. —pidió algo cabizbajo. 
 
Ella solo bufó y se fue, fue hasta entonces que Hayley quien había estado escuchando desde dentro sin interponerse se acercó a Frank en el Jardín para darse cuenta que él estaba llorando mientras intentaba rescatar lo que más podía pero fue inútil, la mayor parte del cultivo se perdió..
 
Más tarde, la noche de ese día..
 
—Cometí un error al cortar las rosas y Frank prácticamente me echó de la casa. — acusó la pelinegra.
 
Su padre había llegado hacia un rato junto a su tío Michael, pero al final de la noche después de una agradable cena familiar decidieron volver a casa para descansar, el tío Mike debía levantarse temprano.
 
Desde entonces el ambiente cordial que se daba desapareció por completo y sin siquiera notar cuando, Bandit y Frank habían comenzado a discutir con Gerard al medio intentando entender cada una de las cosas estos dos decían.
 
—¿Que dices? Por supuesto que no.. —se defendió Frank. 
 
—Pues yo recuerdo muy bien cuando me dijiste; “Si no te gusta puedes largarte” —Le interrumpió ella.
 
—¿Le dijiste eso, Frank? —interrogó el mayor.
 
—¿¡Que!? ¡Por supuesto que no, Gee. Yo jamás diría algo así,  mucho menos a una niña! —argumentó.
 
—Bandit.. —volteó a ver a su hija luego de haber dicho su nombre en un tono que sonó bastante acusador, al menos para ella.
 
—Papá hablo enserio, no tendría porqué mentirte, solo me siento horriblemente incomoda con su actitud hacia mi, no sé que tiene en mi contra.—argumentó.  —¿Es porque me parezco a mi madre? —preguntó ahora observando a Frank quien negó con  la cabeza algo indignado.
 
—Pues perdón por ser la viva imagen de la mujer que me dio la vida. —se cruzó de brazos. —¡Ah, y ahora me llamas niña pero cuando te metiste con mi papá tu eras mucho menor de lo que yo soy ahora Frank, deja de ser un maldito hipócrita! —soltó.
 
 Frank quedó boquiabierto por las palabras de la pelinegra, él suspiró.
 
—Gee.. —dijo el nombre de su novio con la esperanza de que este dijese algo con respecto a la actitud de su hija
 
—¿Qué? —fue lo único que este respondió.
 
—¿No vas a decir nada?
 
—Frank, no me pongas en esta posición.. —giró los ojos.
 
—¿Yo? ¿Ponerte en esta posición? —mofó.
 
Frank se quedó esperando pero no, ninguna palabra salió de su boca así que subió a la habitación que compartía con el ojiverde y en esta se encerró sin más.
 
Él Estaba molesto e indignado, ¿Cómo era que su novio estaba considerando creer que él había sido tan cruel con su hija?
 
Tras pasar un rato un rato tomo un baño rápido para calmarse un poco, leyó un libro y finalmente se acomodó para dormir pero aunque lo intentó por más de 20 minutos no lo logró.
 
 Entonces, Gerard llegó. 
 
Ya había tocado la puerta con calma pero al no recibir respuesta alguna decidió entrar con sigilo. Se sentó a la orilla de la cama, quitó sus zapatos y se recostó en esta misma junto a Frank quien le daba la espalda, así que por eso se escabulló entre las sábanas y lo abrazó de lado en una cucharilla, sintió su piel y besó su hombro descubierto ya que llevaba puesto solo un short de pijama.
 
—Frankie.. —le llamó el ojiverde. Frank bufó, se quejó. —¿Ya estabas dormido? —preguntó y una vez más no obtuvo respuesta. —Cariño, sé que estás enojado pero, podemos volver a plantar las rosas, ¿Está bien? Lo aremos juntos..
 
—Gee, solo quiero dormir, por favor, tengo un turno en la mañana.
 
—A la mierda el turno, quédate conmigo mañana, sabes que no necesitas trabajar, puedes quedarte en casa, siempre te lo he dicho.
 
—Me gusta mi trabajo, Gerard. Puedo aprender a cocinar nuevas cosas y es mejor que quedarme aquí aburrido a esperar que regreses del trabajo.. además, ¿Para que me quedaría mañana? ¿Para ver como tu hija me trata como mierda y no haces nada al respecto?
 
—¿Y según tú que es lo que puedo hacer al respecto?
 
—¿Corregir su horrible comportamiento  tal vez? —sugirió. 
 
—Lo siento, Frankie. Solo entiéndeme, es mi hija de quien hablamos, tampoco puedo simplemente mandarla a la mierda. —respondió Gerard 
 
—¿Y a mi si puedes mandarme a la mierda? Te aseguré  que yo no dije ninguna de las cosas y aún así no me crees..
 
Gerard solo otorgó el silencio.
 
—Entonces eso es, no me crees. Perfecto. —Soltó dándose la vuelta para observar al ojiverde a su lado.
 
—Frankie..
 
—Creo que será mejor que hoy duermas en el sofá. —le interrumpió.
 
—Frankie.. —le llamó una vez más, pero este solo se dio la vuelta una vez más y esta vez tomó las sábanas para envolverse con ellas.
 
Gerard reflexionó, pensó en que su novio debía estar realmente molesto, él jamás, jamás en tantos años de relación se había negado a dormir con él, ni mucho menos a tener sexo. Decidió que lo mejor sería darle su tiempo para calmarse así que tomó su almohada y saliendo de la habitación bajó hasta el sofá de la sala, encendió la televisión, se recostó, fumó un par de cigarrillos y comió una bolsa de frituras hasta finalmente quedarse dormido.
 

1979 || Frerard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora