8.- Un día felizmente triste.

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-Despierta, enano..

Frank gruñó quejándose ya que detestaba que Gerard o cualquiera mencionace algo sobre su baja estatura.

-No me llames enano.- masculló al fin respondiendo a los llamados de su amado profesor. -¿Que pasa? Anoche no me dejaste dormir mucho Gee.- se quejó.

-Nada, solo quería que te levantaras. Pedí algo para desayunar y llené la tina con agua tibia para que te des un baño, te relajes y mientras voy a salir y quiero que me esperes con ropa cómoda para salir a algún sitio.

-¿A donde vas? Quiero ir. Puedo vestirme rápido.- se apresuró a levantarse.

-Tienes que quedarte, es una sorpresa.

-Bien. - acepto el menor dándole una mirada de sospecho y levantándose tomó la toalla para entrar al baño.

Gerard se despidió y salió en su auto camino a una joyería que se encontraba algo retirada del lugar, posiblemente era la mejor de la ciudad.

Ambos llevaban casi un mes en París, se suponía que solo sería por una semana de trabajo pero Gerard siempre tuvo planeado algo más. El poder estar totalmente solo con su estudiante, alejado de quienes les conocían, alejados de sus vidas, de sus realidades y poder dormir juntos, llenar de regalos a Frank ya que era algo que no podía hacer con regularidad en casa.

Entre cenas, salidas a sitios turísticos y muchas noches de pasión había pasado casi todo un mes, claramente actuaban con dicimulo en público pues a la gente podría incomodarle su comportamiento pero al llegar al hotel, al estar en esas cuatro paredes, allí todo era diferente para ambos, como un sueño lleno de calor y besos húmedos que desbordaban la pasión que se sentían el uno por el otro.

Gerard había conseguido un gran regalo para Frank, una gran sorpresa de la que se había encargado no sospechase nada hasta este día.

Al llegar de vuelta a la habitación de hotel Frank le esperaba sentado en el sofá de la sala fumando cigarrillos. Llevaba puesto un short negro, una camisa naranja de mangas cortas con estampado la cual le quedaba algo suelta y un par de converses negras del mismo color de su short. Su cabello estaba despeinado, realmente lucía bien, realmente en América ese sería un atuendo que el no usaría ya que hacía frío en Jersey y casi siempre llevaba pantalones, botas y abrigos con capucha pero como ahora estaba en Europa, en Francia, se había adaptado un poco comprando nuevos atuendos cuando Gerard le llevaba de compras. París era bastante calurosa bajo la luz del sol y muy fría durante la noche.

-Estas perfecto.- soltó Gerard al llegar.

-¿Podemos irnos ya? Tardaste demasiado.- se quejó Frank.

-Estaba haciendo algo importante.- respondió el mayor.

-¿Y ya puedes decirme a donde vamos?- insistió.

-Lo sabrás cuando lleguemos.

-¿Es enserio?- Sonrió.

Gerard asintió.

Al bajar de la habitación del hotel Gerard le cubrió los ojos con una venda y fueron camino al lugar de aquella sorpresa.

Al llegar Gerard le ayudó a bajar del auto, Frank pudo escuchar una multitud. Luego le ayudó a caminar entre aquella para al fin poder quitarse la venda.

Al quitarse la venda Frank mudo notar que se trataba de un concierto pero no cualquier concierto, era Queen una de las bandas que estaría presente. Era la banda del momento, su banda favorita y a la que cualquier chico de su edad desearía ver.Era la banda cullas canciones le habían hecho bailar durante horas junto a su amado profesor.

1979 || Frerard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora