-Mate -la escuchó murmurar, casi en un ronroneo. Por su tono de voz, apostaba a que tenía una gran sonrisa en el rostro-. Mía.
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-Este fic es una adaptación todos los créditos a su creador/a
No sabía como debería sentirse ante la imagen frente a ella. ¿Feliz? ¿Enojada? ¿Muy enojada? ¿Entusiasmada? ¡Y es que es raro! Tal vez sólo sea un juego, de parte de Lucas era lo más lógico y esperado. Y tal vez esa marca fresca de una mordida en el cuello de Amaris no era... real. ¿Pero cómo saberlo? Ambos se veían melosos y emocionados, haciéndose cariños en un sofá. El brazo de Lucas mantenía a su hermanastra pegada a él, y Amaris no podía contener la sincera sonrisa que se abría paso con cada palabra que el licántropo susurraba a su oído.
Se sintió culpable por ni siquiera saberlo, estaba tan absorta en su burbuja de felicidad donde sólo eran ella y Enid; que ni siquiera estaba al tanto de lo que pasaba con Amaris. Y ahora que Enid no se había aparecido por la casa después de su... pelea, al fin había vuelto a la realidad de quienes la rodeaban.
-Sí, son mates -aseguró Yoko, metiéndose a la boca otro trozo de salmón de los aperitivos que sobraron de la ceremonia-. La marcó hace dos días, y ha estado muy al pendiente de ella por la perdida de Morticia. Ya sabes. Ahora Lucas tiene un trabajo de leñador, y ambos piensan tener su propia casa en la manada.
Notó una sonrisa extenderse por su rostro sin su permiso, mirando de reojo como la joven pareja se despedía muy a su pesar. Lucas parecía muy feliz, era como ver a otro chico, otra faceta más relajada y cariñosa, pero solo con Amaris. Justo como Enid con ella. Y en cierta forma se alegraba de saber que ahora Amaris tenía a alguien que cuidara de ella, y no se sentiría tan sola como pensaba.
-¿Enid sigue molesta?
Merlina mordió su labio, bajando la mirada hacía su almuerzo con un nudo en la garganta.
Yoko suspiró exasperada.
-Alphas -se quejó con la boca llena, limpiando su boca con una servilleta para continuar-. Sólo explícaselo.
-Ya lo intenté, Yoko -resopló.
-Ya lo intenté, Yoko -arremedó con voz chillona, recibiendo una furtiva mirada de la humana-. Bueno, no. Pero hablo enserio, deja que se calme, es muy difícil razonar con un Alpha enojado.
Tragó saliva con fuerza, expulsando todo el aire que contuvo.
-Lo haré -asintió.
Yoko la miró con ojos entrecerrados, apartando los platos del comedor para comenzar con el tema que realmente le importaba.
-Estuve leyendo, esos viejos libros que Marc guardaba en su despacho resultaron ser muy útiles.
-¿Sobre qué? -cuestionó Merlina, confundida.
La Beta sonrió.
-Ya sabes, descendencia y todo eso -soltó una risita por la cara de sorpresa de Merlina, al fin carraspeando más la garganta-. Tuve que leer mil cosas sobre mates y marcas para llegar a lo que quería, y es que con lo genes de Alpha en la mordida, cualquier esperma de algún humano en ti, tendrá características tanto tuyas como de Enid. Será biológicamente de ambas, he incluso tal vez sea Alpha.
La felicidad no podía ser más grande. Eso no lo esperaba. Eso era increíble. Imaginaba una cuna, imaginaba biberones por todas partes, imaginaba una vida. Notaba su propio corazón latiendo en su pecho a toda velocidad, y una parte quería correr y buscar a Enid, darle la noticia y besarla, pero la otra parte, quería guardárselo para sí misma por preocupación a su reacción.
Un bebé no podía ser algo malo.
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