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Manjiro

Me maldije internamente, la había seguido, la había abrazado, la besé y le dije "cariño", en cierta parte ensayaba mucho lo que le diría al verla, pero no creí que eso saldría de mis labios.

Sus mejillas estaban sonrojadas, pero a la vez, su mirada se veía feliz, me alivie por un momento.

—Amaya...

—Gracias, por esperarme —sonreí un poco, la había esperado demasiado, y me gustaba saber que al fin está conmigo —La verdad, pensaba regresar mucho antes, pero me encontré con ese sujeto y me contrató, estuve así un par de años, y cuando tuve oportunidad, volví.

—Me alegra mucho de que estés aquí.

No esperé nada, apenas entramos a su casa llamé a los chicos, era una emergencia, para cuando me di cuenta, en unos diez minutos la casa se veía inundada de motocicletas, Amaya miraba sorprendida todo esto.

—¿Qué sucede Mikey? ¿Hay noticias de Amaya? —sonreí en grande por ello, y me hice a un lado para que entren a verla.

—Hola —se veía más jovial, más suelta, no había nada de esa chica tímida que me encantó en mi adolescencia, pero la seguía amando sin duda alguna.

—¡AMAYA!

Sonreí por la emoción de todos, la habíamos extrañado sin duda alguna, eso no cambiaría, cuando todos se tranquilizaron y le sacaron información, se veían más tranquilos, obviamente fue un día muy largo escuchándola, su risa había cambiado, me gustaba.

—Lo siento Amaya, debemos irnos.

—¡Reunámonos el fin de semana! 

—¡Sí!

Sonreí por ello, viendo como cada uno se iba, luego, me miró, caminó directamente hacia mí, abrazándome, algo que correspondí, la amaba, no había duda de ello.

—Siempre te he amado, Manjiro.

—Amaya...

—Yo quiero..., ¿Tu quisieras seguir junto a mí? —besé sus labios levemente, dejando cortos besos en ellos.

—Claro que quiero, de verdad, te esperé todo este tiempo.

Besé sus labios, mordí levemente, dándome acceso a su cavidad bucal, tan exquisita, no pedí tiempo y la besé más profundo, apegándole más a mí. 

Sus manos recorrer mi cabello, cuello y mejillas, me mantenían cuerdo.

Pero quería más, necesitaba saber que estaba aquí, me separé un momento para tomar aire, dejando un fino hilo de saliva, ambos, con la respiración agitada, volvimos a unirnos, la sujeté con fuerza, haciendo que enrolle sus piernas en mi cintura, tanteaba levemente para verificar el camino.

Apenas llegué a la puerta, la abrí para entrar e ir hasta la cama, en ella, la acosté, quedando debajo de mí, nos separamos un momento para vernos.

Bese su mejilla, para abrazarle, besar su accesible cuello. 

—Te amo, te amo demasiado, pero no quiero que te sientas obligada hacer algo conmigo, no me lo perdonaría.

—Manjiro, quiero hacerlo, hey, mírame —sus ojos bicolor que tanto amaba se veían tan decididos —Estoy segura, eres tú, y no quiero nada con nadie que no seas tú.

—Amaya, no podré retroceder.

—Lose.

Sonreí por ello y volví a besarla, empecé a tocar cada parte de ella, sus mejillas, su vientre, su cintura, sus muslos, todo de ella era perfecto. Retiré mi campera, quedando en una delgada camiseta, a la vez que nos ingeniabamos con los zapatos.

Estoico - Manjiro Sano (Mikey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora