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Amaya

Mikey había estado viniendo muy seguido a mi casa, tanto que tenía un par de prendas suyas, era extraño, pero me agradaba su presencia, era realmente cómodo estar cerca de él.

Pero, no siempre serían días buenos.

—Tu visita..., me sorprendió sin duda alguna.

—Lo sé, esa era la idea.

—La tía estaría muy desconcertada, quiere respuestas.

—Y no las tenemos con precisión.

—Entonces..., ¿Cuándo te irás?

—Hoy mismo, sólo vine de visita, Amaya...

—¿Qué has estado haciéndo?

—Nada bueno, tenlo por seguro.

—Espero que no deba ir a buscarte en otro continente.

—Ten por seguro que no.

—Eso espero, Yuuta.

Mi hermano había llegado de improvisto a la casa, pero, no era una llegada tranquila, fue una gran sorpresa que entre a casa a la media noche, ¿Lo peor? Es que yo no estaba tan presentable como debería haber estado.

La tensión era clara, amaba a mi hermano, no quería que se alejara, pero, hemos perdido tanto que tanto el como yo estamos igual de rotos en diferentes maneras que nos es imposible seguir viviendo con alguien así, no sé en lo que se metió mi hermano, pero, todo ha estado cambiando, nada parece alterar la felicidad de mis amigos y su familia.

Y ahora, Yuuta veía por última vez a la tía, lo estaba llevando de vuelta a la estación de tren, ahí se daría una larga discusión...

—Entonces...

—Lo siento, me metí en algo turbio, pero descuida, nadie está involucrado, lamento que deba irme.

—Supongo que no puedo hacer que te quedes.

—No, y por favor, vete a casa lo más pronto posible.

—Si...

Me quedé ahí, mirando como cada vez el tren se alejaba más rápido..., Yuuta, ya no estaría en mi vida por mucho tiempo, y eso esperaba, no volvernos a ver, éramos tan chocantes que protegernos era la única solución, pero no podíamos ser felices completamente, siempre era a medias.

Y hoy, su llegada tuvo visitantes despreciables, los había visto seguirnos desde que salimos del cementerio, a pesar de que quise despistarlos, Yuuta no me dejó, quería de verdad ver hasta donde llegarían, pero no sucedió nada, lo que lo dejaba más tranquilo, a pesar de que yo seguía en las calles con ellos tras de mí, no era un panorama que deseaba tener que recordar, si lo recordaba.

—La hermana de Yuuta..., ciertamente se parecen demasiado.

—Imposible, nunca nos compararon —dije para detenerme en un callejón y mirarlos fijamente —¿Qué quieren?

—Venganza, ya sabes, si no apareces tu hermanito volverá y le daremos el golpe de gracias, pero oh..., sorpresa, no puedes avisarle.

—No necesita ser avisado, después de todo, los observamos todo el camino.

—¿Y aún así te dejó?

—Más bien, me dejó sus vidas en mis manos, es una lastima que deba cubrirme las manos nuevamente, ¿No lo creen?

Dejé salir aquello que tanto temía, pero que de algún modo se sentía bien, dónde en el fondo era feliz e ignoraba todo aquello, dónde yo no recordaba lo que hacía, dónde nadie me hacía daño.

Estoico - Manjiro Sano (Mikey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora