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Amaya

Los sentimientos son complicados, a veces los necesito tanto, y otras que no quisiera sentirlas.

Había pasado algunos días desde el día que Mikey me pidió salir con él, lo pensé detenidamente, y acepté, al menos hace un par de días lo hice.

Ha pasado demasiado tiempo, era extraño, el sentimiento en sí era sofocante, pero con estar con Mikey me aliviaba, Chifuyu que la cura es estar con Mikey, al principio fue extraño, pero lo hice, pasé más tiempo con él, tal vez esa sensación era alivio, pero se volvía cada vez más grande con el tiempo.

—Amaya-chan, te ves bonita.

—Gracias, Hina-san.

Pero de algo estaba segura, quería estar siempre con Mikey.

Habían sido varias semanas de agobio puro. Hasta que Hina-san me lo explicó, odiaba al hombre que reprimió mis emociones, odiaba a la mujer que me dejó con él. 

Y una parte de mí, odiaba a Yuuta por privarme de esto.

—Mikey —alcé mi mano llamando su atención, y cuando me miró, fue genial.

—Amaya, ¿Lista? 

—Muy lista —me sujeté de él para empezar nuestro recorrido.

Mikey había tomado mi mano, no la aparté, me sentaba bien tenerla así conmigo, pero, algo siempre me decía que me aleje, y no era eso que tanto temía, no era esa oscuridad que me envolvía, era mi ira que se descontrolaba.

—Gua..., el mar, hace mucho que no lo veía.

—¿Uhm? ¿Desde cuándo?

—No lo recuerdo, pero es mucho tiempo —dije, tratando de recordar cuándo fue la última vez que lo vi.

—Hay algo en tu pasado que no puedes decírmelo, ¿Verdad?

—Puede ser... —dije levemente, para sentarme sobre la arena, era otoño, y el sol no era tan fuerte como en verano, el tiempo pasaba rápido con ellos —Te la contaré, ponte cómodo.

—Uh, si no quieres no lo hagas, cuéntame cuando te sientas segura.

—Me siento segura, porque estás aquí, sé que puedo confiar en tí —dije para verlo, y desde hace mucho, separé mi cabello de mi ojo izquierdo, mostrando mis facciones completamente.

Hablé lentamente sobre mis recuerdos más viejos, desde la muerte de mamá, la mujer que se consiguió papá, el como murió, el como esa mujer trajo a otro hombre, el día que Yuuta fue a la correccional por asesinato. Y lo que sucedió en el transcurso de ese tiempo.

Los golpes, los insultos, las palabras morbosas, los toques sucios, y el rompimiento de mi cordura, y el cómo llegué con mi tía, lo que sucedió con las personas que se acercaban demasiado a mí. 

Porque en ese entonces, estaba conmigo, y creí que nadie más que él debía acercarse a mí, ningún hombre aparte de él. 

No sabía cuánto tiempo nos quedamos ahí, mientras relataba cada cosas, mientras sonreía inconscientemente, y cuando lloraba sin que me temblara la voz. Porque eso era, había dejado de importarme tantas cosas desde hace mucho que me cerré ante cualquier sentimiento que puedan producir las personas en mí.

—Como Yuuta y yo somo mellizos, nuestros ojos son iguales, por eso ocultábamos nuestra cara, porque pasamos mostrando ese lado durante toda nuestra niñez, que decidimos dejarla atrás, mostrando el otro lado nuestro rostro.

—Han pasado muchos años.

—Un par desde que vine —dije sinceramente.

—Me impresiona que sigas tan fuerte, no en el mal sentido, eres grandiosa.

Estoico - Manjiro Sano (Mikey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora