Estoico - Manjiro Sano (Mikey)

18

Manjiro

Sus facciones tranquilas, su respiración lenta, me hacían entender que estaba en un sueño profundo, uno del que no debía irrumpir.

—¿Cómo está?

—Dormida —dije apenas llegué al salón para sentarme un momento, habían sido días críticos, pasaban muy rápidos.

—¿No han pensado...?

—Amaya no quiere —negué, sabía que sería lo mejor, pero, soy débil ante las decisiones de esa mujer —Seguiremos según lo planeado, aún faltan días para ello, ¿No? Es fuerte.

—Si así lo quieren..., entonces, debemos seguir con las preparaciones.

—Amaya ya las hizo, Emma, ella te dejó listas un par de cosas —dije mientras extendía el cuadernillo que estaban usando, a la vez que mi hermana miraba rápidamente las hojas, notando cierta caligrafía extra —Obtuvimos ayuda, asique no hay problema.

—Mikey...

—Está bien.

Dije, a lo que asintió no muy convencida, sonreí perezosamente por ello, Amaya había decidido hacerse cargo de estas cosas, hablaba conmigo para consultar algo pero, ahora veía lo agotada que terminaba. 

Y yo la pasaba viendo papeles y carreras con Kenchin y Kisaki.

Ahora que Emma estaba casada con Kenchin, pasaban más tiempo juntos, me gustaba eso, esperaba verme en un futuro así con Amaya.

—¿Manjiro...?

—Estoy aquí, ¿Estás bien?

—Si..., algo borroso —acerqué un vaso de agua a ella, no quería, pero, debía hacerlo —Gracias, ¿Qué sucedió?

—Te quedaste dormida, asique te traje.

—Ya veo, ¿Qué hora es?

—Pronto será hora de la comida.

—Oh, ya veo, iré a prepararme.

La miré irse al baño, me preocupaba mucho su estabilidad, negué un poco, lo que puedo hacer por ahora es centrarme en su bienestar y la boda, ha sido terca, podíamos posponer un poco la boda, pero se negó.

—¿Qué haces?

—¿Qué?

—Dije que podías entrar, ¿Estás todo bien? —sonreí y asentí para acercarme a ella.

—Si..., está todo bien —la atraje hacía tratando de hundirme en su cuerpo —Eres hermosa, hueles bien.

—Oh, cállate, ve a bañarte —reí por ello, al menos sigue avergonzándose.

—¿Por qué? Digo la verdad —toquetee un poco sus caderas mientras pasaba sus manos por mi cuello para acercarnos un poco.

—Sólo te gusta jugar manjiro.

—No sólo eso, también me gusta cogerte como a mí se me plaza.

Reí aun más por sus pequeños golpes en mi hombro, era hermosa con sus mejillas rosadas, besé su frente, sus mejillas, su nariz, sus labios, todo de ella me encantaba. 

Jugamos un momento más, verla sonreír me aliviaba mucho, aunque tuvieron que sacarnos de nuestra burbuja, de una manera no muy amable para mi gusto.

—¡Mikey! ¡Deja a Amaya! Debemos irnos, se nos hace tarde —suspiré cansado por ello, sólo abracé más a Amaya contra mi cuerpo, pero la puerta se abrió y Emma entró para golpearme —Ya, dejala.