Entre pociones y galletas

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Mal

Sabía que lo mío con Evie no estaba resultando como habíamos esperado, pero teníamos una misión que hacer, no quería decepcionar a mi madre, no otra vez.

Al día siguiente, por la noche, nos metimos a las cocinas a preparar la poción de amor, la cual según el libro de mi madre se disfrazaba en una galleta.

—Está bien, aquí dice que necesitamos una lágrima y yo nunca lloro —apreté los labios mientras mezclaba la masa, miré a Evie de reojo.

—¿Rebanamos unas cebollas? —escuché a Carlos a mis espaldas.

—No, aquí dice que se necesita una lagrima de tristeza humana, esta poción es la mejor, no hay que equivocarse —solté un suspiro.

—Si lloras da igual —comentó Jay exasperado.

—Eso no es cierto, Jay. Tienen anticuerpos y encimas, pero... una lagrima emotiva tiene más proteínas que una lagrima de dolor —hablo Evie y sonreí inconscientemente, la miré.

—Si que haz leído —la felicite y ella me sonrió de regreso, se estaba esforzando en verdad por esto.

—Si, ya lo sabía —fingió Jay con una sonrisa creída.

—Claro que no —reprendió Carlos.

—Aquí están chicos —entro Lonnie a la cocina, aquella chica a quien le había arreglado el cabello días atrás. Me apresuré a cubrir el libro con la receta—. Literalmente todas quieren que les arregles el cabello —nos miró sorprendida—. Uh ¿bocadillo nocturno? ¿Qué hacen? —metió el dedo y todos entramos en pánico cuando probó la mezcla—. Tranquilos, no voy a mojarlo otra vez —soltó una risa.

—Bien ¿sientes algo? —preguntó Evie con cautela.

—Si, posiblemente le falte algo —apreté los labios intentando pensar en soluciones por si había alguna clase de efecto secundario por probar la poción sin terminar.

Estuvimos unos segundos en silencio, Jay se acercó a ella y con su sonrisa más encantadora le habló.

—Hola —en otra situación me hubiera reído, era común ver a Jay usar su voz más seductora y su sonrisa más galante con las chicas, recuerdo cuando aún no sabía que me molestaba en cierta parte que Evie y el se llevaran de esa manera, en cierta parte son muy parecidos en ese aspecto.

—Le faltan chispas —pude volver a respirar tranquila al ver que no había pasado nada con ella.

—¿Qué dijo? —dije negando con la cabeza mientras seguía revolviendo la mezcla.

—Chispas de chocolate, solo el grupo alimenticio más importante —soltó una risa leve—. ¿Sus padres nunca les prepararon galletas con chispas de chocolate? —la miramos confundidos—. Como cuando te sientes triste, y están bien calientes, con un enorme vaso de leche... y ella te hace reír, y todo cobra un mágico sentido —tragué saliva y me centre en la mezcla para no pensar en aquel recuerdo de la visión de la isla sobre mi nacimiento, sobre cómo después de cargarme un par de minutos mi madre me dio a mi padre, y que después de eso el también se fue, la primera vez que estuve sola.

—Nuestra vida es diferente —evite mirarla.

—Eh, si... lo sé, es solo que creí... que hasta los villanos amaban a sus hijos —intentó reír para no hacerlo incómodo, pero no funcionó, nadie más habló, sabíamos nuestra realidad—. Eso es horrible —se le quebró la voz, volteé a mirarla y vi como resbalaba una lagrima por su mejilla, la tomé rápidamente echándola a la mezcla.

—Si, muy horrible, pero ya tenemos que meter esto al horno, adiós Lonnie, linda charla.

—Adiós chicos —dijo extrañada y se fue—. Ustedes, la bandeja. Evie, el horno —ordene más aliviada de que ya tuviéramos la poción.

Guardamos la galleta en una bolsa y cada quien se fue a su cuarto, miré a Evie desde el otro lado de la habitación.

—¿Qué ocurre? —me miró extrañada.

—Lamentó que las cosas tengan que ser así —yo no solía disculparme, pero sentía que tenía que hacerlo con ella, me sentía por primera vez, mal de estar haciendo algo que podría dañar a alguien.

—Ya te dije que está bien —se encogió de hombros—. No pasa nada —apretó los labios—. Es lo que tenemos que hacer —concluyó antes de entrar al baño.

Me sonrió levemente cuando salió y se acostó sin decirme más. Al día siguiente sería cuando le entregáramos la galleta al futuro rey, antes del partido de Tourney.

—Hola benniboo —me burlé de como lo llamaba su odiosa novia—. Hoy hice galletas y te quería dar una para agradecerte lo que has hecho por nosotros —puse mi sonrisa más sincera.

—Oh vaya, muchas gracias, pero nunca como antes de un partido importante, pero gracias, en serio gracias.

—No, está bien, no te preocupes, es sentido común aquí ¿no? No confíes en las galletas que te den los villanos —apreté los labios—. Más para mi supongo —solté un suspiro y fingí que iba a morderla cuando me la arrebato.

Le dio una mordida más grande de lo que yo esperaba. Se la arrebate antes de que pudiera morderla otra vez. Jay lo llevó al campo de Tourney cuando empezó a querer entonar mi nombre en una vergonzosa melodía.

El partido comenzó, los deportes nunca han sido exactamente lo mío, pero estaba ahí por Jay y Carlos, también porque teníamos que empezar a mezclarnos si queríamos que confiaran en nosotros.

Y para lo menos esperado del día, el príncipe Benjamin declaró su amor por mi frente a todo el mundo, como si no tuviera suficiente con el blanco en la espalda que tengo gracias a ser hija de Maléfica y después gracias a las fotos que tomaron mías y de Evie, por lo menos no tenían ninguna de nosotras besándonos.

—Mal ¿irías conmigo a la coronación? —se paró a mi lado con el micrófono en mano.

—Si —miré a Evie un segundo, un chico con cara de idiota se le acercó, el mismo que ahora era novio de la ex del príncipe.

—No tuviste suficiente suerte dulzura —le murmuro, apreté los labios.

Evie

Solté un suspiro y cuando todo termino me fui rápidamente de las gradas del campo de entrenamiento. Escuché una voz conocida pero inesperada a mis espaldas.

—Evie ¿estas bien? —era Lonnie.

—Si ¿por qué no estaría bien?

—Tú estabas con Mal ¿cierto?

—¿Qué? No...

—No tienes que mentirme —me interrumpió—. Me gustaría que fuéramos amigas, creo que ustedes son chicos muy agradables, a pesar de los prejuicios que tienen contra ustedes en Auradon, solo son incomprendidos, han llevado una vida muy distinta a nosotros.

—Si, muy distinta —solté un suspiro.

—Creo que tú y Mal hacían una linda pareja, no hagas caso de los que decían que estaba mal.

—En la isla a nadie le hubiera importado, solo a nuestros padres que nos habrían asesinado, o nos mirarían decepcionados otra vez, pero eso ya no importa, Mal y Ben parece que ahora están juntos, ella y yo solo somos amigas.

—Ella no sentía lo mismo que tú, supongo —hizo una mueca y yo solté un suspiro encogiéndome de hombros—. No deberías fingir que no te importa.

—No hay otra cosa que pueda hacer en realidad —hice una mueca—. Solo espero que el la ayude a cumplir sus deseos —ella no sabía a qué me refería.

Después de eso volví a la habitación, me puse a diseñar para despejarme, termine tan exhausta que me dormí temprano, ni siquiera esperé a que Mal llegara, solo quería dormir.

In the infinity... our hands (Mevie/Dofia)Where stories live. Discover now