Cubro con mi cuerpo a mi hija de los cristales rotos de la habitación de Atlas. Los gritos cesan y la reviso, ella se encuentra inconsciente y me aseguro que siga con vida. Su pulso se siente débil, la levanto y le ordeno a todas las sombras y al personal que limpien todos los cristales rotos. Busco un lugar donde pueda recostar a Seraphine, pero todas las habitaciones se encuentran cubiertos de los vidrios rotos. Ella nunca ha desprendido un arranque de fuerza de esa magnitud, espero en los pasillos a que limpien, aunque sea la habitación de mi hija. Ella no ha despertado y me empiezo a angustiar, y para variar Lina no está.
Pasé la tarde con la reina Olena y el hermano de Atlas, ella estaba indiferente por la custodia de su hijo. Pero al final se decidió por Maegor solo porque él le debía un favor, pero yo que le crie a su hijo por catorce años y no valieron ni mierda. Seraphine adora a Atlas, es su adoración y ahora se fue por motivos egoístas. No llamé a mi esposa porque perdía el tiempo, es extraño las veces que ella se queda o se lleva a Seraphine con ella. Al principio entendía por completo el hecho de no llevársela a su reino porque aún estaba pequeña, pero a Lucian que ni siquiera había cumplido el año, ya la acompañaba. Seraphine no es tonta para no darse cuenta de las cosas y odio que haya preferencias entre mis hijos.
Por fin limpian la habitación de Seraphine y la mía. Van ahora con las demás, ordeno que busquen a fabricantes de cristalerías para las ventanas. Me aseguro que no haya vidrios por la cama de Seraphine y la acuesto. Ella duerme y yo solo pienso en su bienestar, y el de Atlas. Atlas es mi hijo, es el hijo que he podido conectar, es el hijo que me da igual que no tenga mi sangre y me vale una mierda lo que diga Olena. Él es mío y más que ella o el rey, ellos podrán engendrar a los niños que quieran, pero nunca serán padres. Jamás podrán darle amor y comprensión, nunca tendrán la paciencia de esperar a que un hijo termine de comer. De cambiarle los pañales, de limpiarles las lágrimas cuando se caen, de jugar con ellos, de enseñarles todo lo que sepas y que ellos ten enseñen otra forma ver el mundo.
Nila entra en el cuarto y ella se encarga de cuidar a Seraphine. Salma se fue con Lina a cuidar a Lucian y Emilia regresa la semana que viene de sus vacaciones. Recorro toda la casa por si hay más daños y agradezco que solo fueran cristales rotos, y tampoco hay personas heridas. Me encuentro afuera de la casa viendo mejor las ventanas rotas, escucho el sonido de un caballo galopeando y me volteo para ver a Cedric viniendo hacia acá.
—Las sombras me dijeron lo que pasó ¿Seraphine está bien? —pregunta bajándose del caballo.
—Sí, pero no pude evitar que se llevaran a Atlas —confieso abatido. Le cuento todo lo que sucedió y él me pone su pesada mano en mi hombro.
—Lo siento hombre, se notaba el amor que le tenías a ese muchacho —dice inspeccionando la casa conmigo—. ¿Y no hay nada qué se pueda hacer? ¿no puedes hablar con tu familia?
—Lo voy hacer, pero no estoy seguro que Olena devuelva a Atlas. Legalmente Atlas es de ella —digo abatido. Las leyes de los espectros son confusas, pero según ellos, los hijos son propiedad de los padres y estos deciden a quien entregarles a sus retoños.
—Es una porquería, ella nunca se preocupó por esa criatura —confiesa molesto. Terminamos de inspeccionar la casa y entramos. Las sombras ayudan a las criadas a cubrir los marcos de las ventanas con cortinas y las sombras se posan en los marcos como vigilantes hasta que amanezca—. ¿Quieres que me quede?
—Solo pon más guardias custodiando la casa y a la media noche te vas —le hablo firme y él asiente saliendo de la casa. Subo las escaleras a ver si mi hija ya despertó.
Nila le toma un mechón de pelo mientras que ella sigue dormida.
—Creo que lo mejor es llamar a mi padre para que la revise —digo desde el marco de la puerta. Nila asiente y me voy a mi habitación en busca de las tres bolas negras. Cada bola sirve para invocar o enviar un mensaje a mi padre, tomo una de la cajita de madera que tengo en la cómoda. Piso la bola y pienso el mensaje que quiero que le llegue.
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El Imperio En Llamas (IV libro de la saga Dioses Universales)
Fantasy¿Cómo perdonas a alguien que te ha lastimado tanto? Esa es la pregunta que los herederos de los dioses y sus allegados tendrán que afrontar. Nuevos personajes como antiguos convivirán en esta entrega, que estará cargada de drama familiar, crisis exi...