Prologo

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    El sol apenas se estaba ocultando, el atardecer que se cernía sobre su cabeza le producía más nostalgia que alivio, el final de una pequeña vida feliz se acercaba, y lo que más deseaba era que el tiempo se detuviera para tener más horas junto al pequeño niño que sonreía feliz entre sus brazos, agitando sus pequeños bracitos para llamar su atención, bajo su mirada y le sonrió a su hijo la única razón en el mundo para hacer todo lo que estaba a punto de sacrificar. Frente a él se levantaba esa pequeña casa de jardín amplio que se había vuelto familiar en los últimos meses, ella la había comprado solo para estar cerca de ese niño que vibraba de felicidad sin saber que el destino que le aguardaba era quizás el principio del fin de demasiados eventos acumulados por demasiados miles de años. Muchas veces se preguntó cuál era el motivo de su existencia, cuál era el motivo por el cual ese hombre que tal vez era lo más cercano a un padre por horrible que sus recuerdos pudieran describir, pero tal vez así era, en aquel momento, claro está. Pero ahora con su hijo en brazos y con una sola posibilidad en mente; el fin de una pesadilla que había durado ya demasiado tiempo.

Mientras esperaba que las personas que estaban dentro de la casa salieran y pudiera entrar para por fin dejar su última pieza en este siniestro tablero de ajedrez que ese hombre había armado. Quizás irse y desaparecer tal vez para siempre no era lo más apropiado, pero hasta los momentos ese era el único buen plan que de verdad tenía en mente, aunque desparecer y dejar a su único hijo a la deriva sin saber si de verdad va a poder lograr el fin por el cual nació ¿era buena idea?

- Ella abrió la puerta al fin de esta guerra, pero es una puerta con doble camino. – le había dicho la vidente que consulto hace casi cuatro años.

- ¿Qué clase de puerta tiene dos caminos? – le había preguntado.

- La que tiene dos cerraduras, esta puerta debe ser abierta por la llave correcta.

- ¿Y cuál es la llave correcta?

- La que aún no has creado.

Al principio no sabía de lo que estaba hablando incluso creyó que era una puerta real, creyó que era una puerta física o que por lo menos era un arma que tendría que aprender a forjar. Pero ese catorce de marzo lo entendió todo, supo que su hijo era la llave que el mundo estaba esperando para por fin ganar una guerra contra el ser más oscuro y perverso del mundo.

Por divagar en sus pensamientos no se dio cuanta cuando la pareja que había entrado a la casa de su amiga de años había salido, la mujer llevaba puesto un hermoso vestido rojo sencillo como de una ama de casa, pero muy bello. Ella llevaba un niño en brazos y su expresión era de tristeza de pena, el niño parecía dormido, esperaba que estuviera dormido porque de lo contrario, quizás la visita que le hicieron a la psíquica que vivía en aquella casa era seguramente una visita muy triste. La pareja salió de aquella casa, casi como queriendo desparecer como si les hubieran dado muy malas noticias.

- Es triste todo lo que uno llega a saber en esta vida. – volteo su rostro para ver a Liseth, eran amigos desde hace años cuando se conocieron en Praga, al principio no confiaban uno en el otro, pero con el paso de los años aprendieron a ser casi como hermanos.

- ¿Que le paso a ellos? El niño parecía dormido, pero...

- Esta dormido, pero el niño es especial y los padres quieren reprimir eso que lo hace especial, no para todos es fácil tener un hijo psíquico.

Y era cierto, en un mundo dominado por lo religioso, las antiguas costumbres que aun prevalecen son bastante mal recibidas. En otra época tener un hijo especial como lo era ese niño hubiera sido una alegría porque eso le aseguraba a la familia un cambio de vida para mejor, pero en la actualidad, recibir una noticia como esa era tan desagradable o más desagradable que saber que tu hijo es un homicida.

PSÍQUICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora