3. La Devoradora

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Di tres volteretas invertidas, retrocediendo para que esa cosa no me alcanzara, me daba asco tan solo de verla, era una especie de serpiente de tres cabeza y como de dos metros y medios de altura, con unas especies de garras que salían de los costados, apareció de la nada y empezó a atacarnos a Sofí y a mí, esto ya se estaba volviendo rutina, esta era la cuarta vez, en el mes que mi amiga y yo, salíamos tarde de la universidad, - estudiamos en el mismo edificio, solo que carreras distintas, así que ella siempre me llevaba a casa, pero como el auto, de ella siempre lo dejaba estacionado, a tres cuadras, porque donde lo dejaba había vigilancia, teníamos que caminar hasta el – y nos ataca un animal, o espíritu, que solo buscaban cobrarle su rabia, su ira, o su odio, con alguien y esto me estaba cansando.

Sofí estaba buscando un conjuro para detener al feo este, mientras yo lo distaría, tengo que admitir, que, sin su ayuda, estudiar esos conjuros, historias, antiguas, diferentes tipos de monstruos, espíritus, fantasmas, y demonios, seria, misión imposible tres. La bestia me perseguía mientras yo daba giros en el aire saltaba de un lado a otro, parecía el hombre araña, solo que, sin el traje, y los lanza telarañas.

- ¿Te falta mucho? Mira que no creo aguantar mucho con esto, tengo un límite. – le grite, desesperado, estaba aprendiendo apenas a canalizar mi poderes psíquicos, así que no tenía muchas armas con que defenderme más que un conjuro que me salvara la vida.

- Espera un momento aun no lo he encontrado, esto no es fácil. – decía ella alterada y muy molesta a ella tampoco le agradaba que a cada rato nos anduvieran atacando, como si nos hubiéramos anunciado en el periódico local.

Vi que la serpiente de tres cabezas me iba a agarrar con una de sus cabezas por debajo así que di el mayor salto que pude para interceptarla, pero como dije estoy aprendiendo todo esto, en otras palabras, no fue suficiente, me atrapo con otra de sus cabezas, enrollando su cuerpo en el mío, se sentía babosa, espero que eso sea baba, y no moco, porque no poder dormir bien esta noche con ese recuerdo en la mente.

- Suelta me maldito, o hare unas botas contigo. – le gritaba mientras con los pies intentaba patearlo.

Doña Liseth, me había dicho que para dar golpes fuertes solo tengo que concentrarme en una parte de mi cuerpo y usarla, pero en esta posición, y con toda esa baba cubriéndome no tenía la capacidad para eso. Dios mío que tanto se tarda Sofí.

Seguí en mis intentos de patearla, pero no pude, tenía su cuello cerca de mi boca, y solo visualice una opción, en especial porque me estaba empezando a apretar, y sentía como me quería romper los huesos, con toda la fuerza que tenía mi mandíbula le aseste un mordisco, y vaya que le dolió, porque profirió un fuerte alarido, sonaba extraño, como un silbato descompuesto, pero aflojo y gracias a la baba pude deslizarme hasta caer en el suelo, y rodar por este para alejarme, me dolía el cuerpo, pero no tenía tiempo para quejarme, apreté mi puño derecho lo más que pude – ya no me dolía nada mi brazo se había recuperado por completo del accidente, muy en especial por unos brebajes asquerosos – y hago énfasis en asqueroso – que me preparo doña Liseth para sanar todas mi heridas del accidente – me levante y empecé a correr en dirección a donde estaba esa cosa, le di un golpe el más fuerte que tenía y creo que dio los resultados esperados, porque se retorció de dolor y se alejó un poco, no duro mucho porque cuando se recuperó venía por mí y muy molesta, o molesto no sabía si era hembra o macho, aunque no creo que eso importara mucho en esta situación el punto es que creo, que no le gustaba que su cena se pusiera difícil, casi podía jurar que se parecía a mi profesora de historia de la arquitectura dos, cuando se daba cuenta de que uno de sus alumnos se durmió en su clase; que últimamente he sido yo a causa de todo esto.

Veía a mi amiga desesperada por encontrar el conjuro que nos sacaría de esto a los dos, siempre cargaba consigo ese libro viejo, que le había dado doña Liseth para que lo estudiara, tenía una vasta red de información sobre muchos tipos de demonios, la mayoría eran de bajo rango, pero eran ese tipo con los que nos estábamos topando así que ella quería estudiarse, apenas estaba comenzando, a entender algunas cosas, y supuse que aún no había llegado a la parte donde encontraba esta serpiente de tres cabeza, porque de lo contrario ella ya me hubiera dicho el conjuro para acabarlo, ella definitivamente era muy rara, así la quiero, pero lo rara no se quita, aunque una vez leí que todos los genios son así, como ella.

PSÍQUICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora