11. La Corte Celestial

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    Una vez cruce el umbral me encontré en un lugar que no hubiese imaginado nunca que existiera, di solo un paso y escuche como de mis pies Caían pequeñas gotas de agua, mire hacia abajo y me di cuenta que estaba caminando encima del agua, pero no parecía agua común y corriente, no era cristalina era oscura como si estuviera de noche, entonces agudice mejor la vista a todo mi derredor, aquello parecía un enorme lago que tal vez tendría unas decenas de miles de hectáreas, no podría calcularlo tan solo con una simple mirada, mire más hacia abajo y me fije que se podía ver las estrellas, pero no como si fueran puntos en la distancia se veían como si estuvieran debajo de mis pies a tan solo metros de distancia, casi las podía tocar si metía la mano en el agua, pero no me atreví, se podía ver cada planeta, del universo, cada estrella y constelación no faltaba nada.

Mire hacia arriba y pude ver una butacas vacías, estaban talladas en mármol, o eso me pareció a mí, porque era un extraño tipo de piedra que yo no había visto, ni estudiado, conté las butacas en la primera fila, de asientos y escritorios amplios había dieciséis butacas, detrás en la segunda fila, pero de asientos menos amplios – pero no por eso no se veían menos cómodos – también habían dieciséis, detrás de las dos filas había una única y solitaria butaca que era como de medida intermedia entre las butacas de las dos filas frente a ella, pero esa era la más alta de todas, estaba acompañada por los lados de dos columnas grandes, que podían intimidar a quien las vieran, encima se encontraban dos objetos semicirculares que tenían dos azas una a cada lado.

Sin darme cuenta una luz apareció detrás de mí, me giré para ver de qué se trataba, y al ver mejor, distinguí la silueta de la señora Andalucía y de Anutapta que llegaban a mi encuentro, me sentí aliviado, tenía miedo de que ellos no me acompañaran. Cuando por fin llegaron completamente estaban los dos sonriéndome, la madre de Tai se me acerco y me tomo de las manos, me miro por un instante, en su rostro solo cavia felicidad, algo en mi me decía que detrás de esa felicidad había preocupación, pero al intentar usas mis poderes no pude sentir nada, ella se inclinó hacia mí me abrazo, y me dio un tierno beso en la mesilla, conocía perfectamente esa conducta mi mamá la usa siempre, que está feliz y preocupada por algo, y lo hace para que yo sepa que todo saldrá bien.

No pude preguntar nada pues alguien detrás de mi carraspeo su garganta en señal de que buscaba que le prestáramos atención. Al voltearme vi las mismas butacas, pero esta vez estaban repletas de personas, bueno no personas específicamente, ángeles, atrás de ellos podía distinguir sus alas que a diferencia de mi amigo Anutapta era de oro blanco – obvio solo en el color – las dos columnas que estaban a los lado de la solitaria butaca que era ocupada ahora por un ángel de presencia temible pero de belleza incorruptible, tenían dos grandes y vivas llamas blancas, podía oír claramente el fuego como se batía enfurecido en la punta de aquellas columnas. Pero la cosa más asombrosa nunca antes vista por mis ojos, fue lo que había detrás de aquellos ángeles que me causaban cierto miedo, era una especia de sol, que se veía inmensamente lejos más que cualquier estrella del universo, pero a la vez se sentía a milímetros de distancia, como si pudiera tocarte con uno de sus rayos, fije la vista hasta donde estaba aquel inmenso sol, y pude vislumbrar una ligera silueta, dentro de ese sol había alguien no sé quién pero allí estaba alguien mirándome fijamente, por alguna extraña razón sentí como si esa persona me sonriera y al sentir eso una inexplicable corriente de emociones paso por mi cuerpo como si una carrera de hormigas tuviera lugar debajo de mi piel, esa sensación no tenía nombre alguno, no había manera de describir que tan grande fue eso, algo que sin lugar a duda pocas muy pocas personas habrán tenido el placer de sentir.

- ¿Qué es este lugar? – le pregunte a Andalucía.

- Esta es la corte celestial... estas frente a la cámara de los treinta y tres jueces. Aquí se llevará a cabo el juicio.

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