Capitulo 33

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Diez minutos después de separarse, un Lay preparado para los negocios llamó a la puerta del despacho de JunMyeon. Hubo un momento de pausa durante el cual las ruedas de una silla de oficina rodaron por el suelo, luego la puerta se abrió y allí estaba JunMyeon con un par de bragas blancas de encaje y nada más.
JunMyeon miró a Lay.
Lay miró a JunMyeon.
-Bueno. -JunMyeon se aclaró la garganta torpemente y señaló el traje de Lay-. Creo que es seguro decir que tenemos dos definiciones muy diferentes de "negocio".
Lay no respondió. Impresionado por la visión que tenía ante sí, dio un paso adelante, agarró un puñado de pelo de JunMyeon y lo besó ferozmente. JunMyeon gimió y rodeó el cuello de Lay con sus brazos, y en segundos estaban dando tumbos a ciegas por la habitación mientras Lay buscaba algún lugar "cualquiera" en el que pudiera clavar a JunMyeon para mostrarle exactamente lo que tenía que ofrecer.
Al final, ese lugar acabó siendo el escritorio de JunMyeon. Un segundo después de que JunMyeon tropezara con él, Lay rompió el beso sin respirar y dio la vuelta a JunMyeon para inclinarlo sobre él. El encaje blanco se extendía tenso sobre las nalgas de JunMyeon, provocando a Lay con destellos de la piel más malditamente hermosa que jamás había visto. Incapaz de resistirse, pasó las manos por las curvas del culo de JunMyeon, saboreando el tacto del encaje bajo sus dedos e imaginando lo bien que le sentaría una vez en el suelo.
-Eres tan jodidamente hermoso. -Lay agarró donde no estaba el encaje, tirando efectivamente de la parte trasera de las bragas en una suave V que revelaba más piel de JunMyeon-. No tengo suficiente.
-Pensé que estábamos aquí por negocios. -JunMyeon miró por encima de su hombro, el deseo en sus ojos no más enmascarado que en su voz-. Mencionaste algo sobre compensarme...
-Y lo haré. -Lay le bajó las bragas. ¿Cómo no se había dado cuenta de lo caliente que podía ser el cuerpo de un hombre? JunMyeon no era un reloj de arena, pero la forma en que sus estrechas caderas se encontraban con un culo flexible sostenido por unos muslos delgados pero robustos era el material de los sueños húmedos. Lay le bajó las bragas, queriendo más, y lo consiguió: las bolas de JunMyeon, llenss y pesadas, colgaban entre sus piernas. En lo que debía ser el mayor logro de la gestión del tiempo de un experto, estaban totalmente afeitadas.
El pulso de Lay se disparó. Empujó las bragas hasta el fondo y se inclinó sobre JunMyeon para que su pecho quedara a la altura de la espalda de éste. Mientras lo hacía, extendió la mano y descubrió la piel sin pelo de JunMyeon, trazando su camino desde la ingle hasta las bolas, que ahuecó en su mano y apretó delicadamente.
-Creía que era yo quien te lo compensaba.
-¡No sé de qué estás hablando, ahh! -La súplica de inocencia de JunMyeon se convirtió en un gemido desesperado y jadeante cuando Lay trazó la cresta entre sus bolas-. No te detengas. No te detengas. Lay, por favor.
-No voy a parar, cariño. -Lay mordió la nuca de JunMyeon-. Nunca voy a parar. Ahora eres mío. Te haré sentir bien para siempre. Mientras Lay acariciaba y apretaba, movía sus caderas burlonamente, balanceando su polla vestida contra el culo desnudo de JunMyeon. La fricción era adictiva, pero saber lo que estaba por venir excitaba a Lay como ninguna otra cosa. Calor de agarre. Gemidos sinuosos. Tensión. Placer. Liberación. Y al final, la visión de JunMyeon con los ojos parcialmente cerrados y los labios ligeramente separados, brillando por lo que Lay había hecho.
Lo quería. Joder, lo quería.
Y no fue el único: cuando finalmente se abrió el cinturón y bajó la cremallera, JunMyeon gimió de alivio.
Lay sacó la polla por la abertura de los bóxers y la guio entre las nalgas de JunMyeon, descubriendo por el camino que éste ya estaba preparado. El lubricante brillante untó su agujero y cubrió el eje de Lay mientras se excitaba, preparándose para empujar dentro.
-¿Es esto lo que quieres? -Lay gruñó. Rodeó el agujero de JunMyeon-. ¿Me quieres dentro de ti?
-Sí.
-Entonces tómalo.
Se acabó la contención. Se acabó el jugar limpio. Lay empujó dentro, enterrándose hasta la empuñadura mientras JunMyeon jadeaba y gemía. El calor estrecho y apretado se apoderó de él, y lo empujó una y otra vez mientras acariciaba a JunMyeon hacia el clímax.
Mientras lo hacía, JunMyeon se revolvía contra él febrilmente, respondiendo a la abundante excitación de Lay con la suya propia. Follaron con fuerza, JunMyeon jadeaba y decía el nombre de Lay mientras éste le mordía la nuca. Le dio placer a JunMyeon en todas las formas en que sabía que le gustaba ser tocado, pero aún no era suficiente. Por fin, la resistencia de Lay se agotó y, con un grito de esfuerzo, empujó profundamente a JunMyeon y se corrió. JunMyeon, ávido de ella, apretó su culo contra Lay y se apretó a su alrededor como si pidiera más.
-Te quiero, joder -susurró Lay contra el hombro de JunMyeon, introduciendo su polla en él con pequeños y superficiales golpes mientras disparaba unas últimas veces-. Voy a salir, cariño, y luego necesito que te subas al escritorio, ¿de acuerdo?
-No te salgas -suplicó JunMyeon-. No puedo... te necesito demasiado. Necesito que te quedes.
-Te prometo que valdrá la pena. -Lay salpicó su piel con besos-. ¿Si, cariño?
JunMyeon gimió en señal de acuerdo, así que Lay se retiró y le ayudó a darse la vuelta, luego lo levantó sobre el escritorio. Las bonitas bragas de encaje que llevaba puestas se le habían caído por los tobillos y, cuando JunMyeon se acomodó, se deslizaron para colgar de un solo pie. Esto benefició a Lay. Se arrodilló y ocupó el espacio vacío entre las piernas de JunMyeon, y luego se llevó la polla de éste a la boca. Mientras chupaba, levantó la vista para observar cómo el placer cerraba los ojos de JunMyeon y abría la boca en un grito silencioso.
¿Sabía acaso lo jodidamente guapo que era? ¿Cómo de sexy era? ¿Cómo de amado?
Lay lo tomó tan profundamente como pudo, balbuceando a veces cuando su confianza e inexperiencia chocaban, pero impresionándose en otras. Cuanto más placer consumía la cara de JunMyeon, más fácil le resultaba. Dios, qué hermoso era verle así, con las mejillas sonrosadas y embriagado de necesidad. Cada movimiento de sus caderas, cada arco de su espalda y el tierno ruido que se enroscaba en la parte posterior de su lengua sólo hacían que Lay quisiera más. Cuando JunMyeon finalmente se corrió, Lay lo mantuvo dentro y se tragó hasta la última gota. Cuando ya no quedaba nada, besó el interior del muslo de JunMyeon, luego se puso de pie, tomó a JunMyeon por la barbilla y le levantó la cabeza para besarlo de nuevo.
-¿Eso te compensa? -preguntó Lay contra los labios de JunMyeon entre beso y beso.
JunMyeon gimió.
-¿Qué estábamos... qué estabas compensando de nuevo?
-No me acuerdo.
-Yo tampoco. -JunMyeon se deslizó fuera del escritorio, moviendo el paraguas con estampado de pato de goma que había sobre él al hacerlo. No se cayó, así que Lay lo dejó estar, sujetando a JunMyeon por la cintura mientras éste rodeaba el cuello de Lay con sus brazos. Los labios de JunMyeon rozaron los suyos-. Todavía tengo que hacer algo de trabajo de oficina esta noche para prepararme para el estudio en casa, pero... mmm... ¿crees que llevar esto al dormitorio nos ayudará a descubrir lo que hemos olvidado?
Sinceramente, Lay no lo sabía, pero en ese momento no importaba. Fuera lo que fuera lo que había hecho, lo compensaría con creces una vez que tuviera a JunMyeon entre las sábanas.

****
Crujido de metal. Fuego crepitante. Cristales rotos.
Una oscuridad opresiva acorraló a Lay por todos lados, ejerciendo tanta presión sobre sus pulmones que pensó que no volvería a respirar.
Voces lejanas. Crujidos de madera. Un grito.
JunMyeon.
Lay se despertó con un sobresalto. Los recuerdos de su pesadilla se aferraban a él como electricidad, pero, sorprendentemente, no eran la fuente de su miedo. Los cristales rotos, el crujido de la madera y el grito de pánico no habían salido de su subconsciente: habían sido reales.
Lay se levantó de la cama y salió al pasillo antes de que su cerebro pudiera alcanzar a su cuerpo. La puerta del despacho de JunMyeon estaba abierta, pero aunque la luz del techo estaba encendida, la habitación estaba vacía. JunMyeon debió de oír el estruendo de los cristales al romperse y bajó a investigar.
Con el corazón en la garganta, Lay bajó a toda prisa las escaleras en la oscuridad. Se oyó un estruendo acompañado de un grito ahogado de rabia de JunMyeon. Venía del salón, cerca de la ventana delantera. Lay salió disparado en dirección al sonido, esquivando los muebles de memoria sólo para resbalar con algo que no debería haber estado allí justo delante donde estaba la puerta del salón. Era tan largo como un bate de béisbol, pero más fino y cilíndrico, y cubierto de un material parecido a una lona con soportes interiores que crujían bajo su pie. Fuera lo que fuera, hizo perder el equilibrio a Lay, que cayó al suelo y se apoyó en las palmas de las manos antes de caer. Un segundo después, se levantó de golpe con el objeto en la mano. Uno de los extremos era robusto y sólido, y tenía un núcleo de metal, lo que significaba que podía utilizarlo como un garrote improvisado.
Con su arma en la mano, Lay atravesó la puerta. Estaba demasiado oscuro para distinguir muchos detalles, pero Lay reconoció la forma del cuerpo de JunMyeon. Lo que no reconoció fue la sombra más grande, la que tenía a JunMyeon por el cuello mientras se agitaba y luchaba por escapar.
No.
No.
La rabia cegó a Lay del mundo, y con un rugido se precipitó hacia delante y golpeó con su garrote la parte posterior de la cabeza del desconocido.
Nadie toca a JunMyeon.
Nadie.
El maldito pagaría por lo que había hecho.
Gruñendo, Lay le golpeó de nuevo, y luego otra vez. Al tercer golpe, soltó a JunMyeon, que se tambaleó hacia adelante y tosió con fuerza, como si estuviera luchando por el aire.
Un golpe más hizo que la mancha de mierda cayera de rodillas, y con un golpe seco cayó de lado, inconsciente. Lay levantó los brazos para dar el golpe final cuando JunMyeon lo detuvo en seco con una sola palabra entrecortada. -No lo hagas. Lay apretó los dientes.
-Dame una razón para no hacerlo.
-Ha caído. -La voz de JunMyeon estalló y se quebró. Sonaba doloroso, pero siguió hablando-. Se acabó. Matarlo no lo mejorará. Tenemos que llamar a la policía.
-Joder. Eso. Intentó matarte, JunMyeon. Entró en nuestra casa y trató de matarte.
-Y si lo mataras, ¿eso te haría mejor? Lay apretó el garrote, pero no dijo nada. -Voy a llamar a la policía. -La voz de JunMyeon tembló, pero no se quebró-. Todo va a salir bien. Con un siseo jadeante, Lay soltó los restos de su rabia y bajó el garrote. Por mucho que quisiera acabar con el cabrón, él y JunMyeon eran un equipo ahora, y no le fallaría a JunMyeon.
Mientras JunMyeon se apresuraba a buscar su teléfono y hacer la llamada, Lay encendió la luz del salón para poder ver a quién iban a enviar a la cárcel. Mao Qian, la lamentable imagen del padre de Kun, estaba desmayado en el suelo del salón. Prohibido de acabar con la vida del bastardo, Lay le dio un codazo en la cara con el objeto que había encontrado en el pasillo, empujando el labio de Mao hacia atrás de forma incómoda y poco favorecedora. Fue entonces cuando un destello amarillo llamó la atención de Lay. El objeto que había encontrado en el pasillo, el arma que había acabado con Mao, era el paraguas de pato de goma de Kun, que sin duda JunMyeon había cogido del despacho en defensa propia cuando había bajado a investigar la ventana rota.

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Solamente queda un capítulo y el epílogo 💜

#2ST LAYHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora