-¿Estás listo, chico?
-¿Parezco listo? -se lamentó Kun. Se rascó la cara, que a Lay le parecía la misma de siempre, es decir, delicada y muy acentuada por el delineador de ojos-. ¿Por qué dejé que me convencieran de ponerme ortodoncia? Parece que se me van a caer los dientes. No puedo conocer a mi novio si no tengo dientes. Pero, ¿y si no se me caen y le sonrío y la luz del sol se refleja en el metal y le ciega? Nunca querrá volver a hablarme.
-Oye, no voy a dejar que te salgas con la tuya con lo de los aparatos. Tú fuiste el que los pidió. -Lay se protegió los ojos con una mano y miró al otro lado de la playa en busca de JunMyeon, que había desaparecido no más de cinco minutos después de que pisaran la arena, sin duda para meterse en líos-. Además, si quieres presentar una queja, tendrás que llevarla a la empresa. Me temo que sólo soy un lacayo. JunMyeon es el que manda.
Kun arqueó una ceja.
-Apuesto a que sí.
Lay se cubrió los ojos y gimió. Se había metido en esa.
-Pero ni siquiera importa -se desesperó Kun -Porque no importa de quién fue la culpa, no cambia el hecho de que es una cosa. Pasar de mí fue tan tonto.
JunMyeon apareció en el horizonte, con unas botellas de agua metidas bajo el brazo.
Con la forma en que el sol golpeaba sobre sus hombros, era un movimiento inteligente. Kun, en particular, que se había deshecho de sus sudaderas oscuras pero seguía llevando camisetas negras de banda y, desconcertantemente, un gorro de punto, tenía que sentirlo. Un poco de hidratación les vendría bien a todos.
El teléfono de Kun sonó con un mensaje de texto, y por primera y potencialmente única vez en su vida, parecía que prefería tirarlo al océano que comprobar quién le había enviado un mensaje.
-¿Es él? -Lay preguntó.
-Sí. -Kun escondió la cara detrás de las manos-. ¡Dios mío, escóndeme! Cava un agujero en la arena en el que puedas enterrarme. Tal vez puedas poner una pajita para que pueda respirar y un cargador de teléfono para que no me aburra, pero por lo demás tienes que fingir que no existo, ¿vale? Si no lo haces, me moriré de los nervios y de la vergüenza y tú tendrás que vivir sabiendo que le quitaste la vida al hijo de tu novio.
Hace un año, un comentario como ése lo habría hecho estallar, pero Lay lo dejó pasar.
Kun no sabía ni sabría nunca por lo que había pasado en el extranjero, y Lay nunca le echaría en cara algo así.
-Algo me dice que hará falta más que eso para matarte.
-¿A quién van a matar? -Preguntó JunMyeon al reunirse con ellos. Le dio una de sus botellas de agua a Lay y la otra a Kun-. ¿Decidimos que Ten es en realidad un asesino que se hace pasar por joven?
-Dios mío, no. -Kun parecía estar a un par de comentarios de una dramática crisis adolescente-. Todo el mundo tiene que estar callado sobre Ten, ¿de acuerdo? Yo ya estoy flipando a tope. Está en la playa en algún lugar ahora mismo. ¿Qué va a pensar si nos encuentra y todos estamos hablando de él como si fuera un asesino psicópata? ¿Qué diría si eso ocurriera?
-Um -dijo un joven flaco, de pelo oscuro, con camiseta de banda, de veinte años que se había acercado a Kun por detrás mientras él decía su diatriba-. ¿Qué tal un hola?
Los ojos de Kun se abrieron de par en par. Se giró y al ver al recién llegado soltó un grito de alegría.
-¡Ten!
En un destello de negro, Kun se abalanzó sobre el recién llegado y cayeron sobre la arena. Mientras reían, se abrazaban y se hacían un nido en la arena, JunMyeon alargó la mano hacia Lay, entrelazando sus dedos.
-¿Crees que deberíamos dejarlos en paz?
-No. Definitivamente no. -Lay besó el lado de la cabeza de JunMyeon-. Estamos aquí como acompañantes por una razón. ¿La pureza de tu hijo adoptivo no significa nada para ti?
-Se va a ir a la universidad en unos meses, ya sabes. -JunMyeon enarcó una ceja-. Y tiene dieciocho años, Lay. Es un adulto.
-Aun así. -Lay miró al novio de Kun "Ten" y observó cómo tiraba del gorro de Kun y lo tiraba a un lado para pasar sus dedos por el sedoso cabello de Kun. Kun le susurró algo que les hizo reír a los dos. No mucho después, el momento se suavizó, y Ten guio la cabeza de Kun hacia abajo y lo besó.
Lay apartó la mirada.
-Estás pensando en pedirme que me mude aquí para que podamos hacer de padres en helicóptero durante la universidad, ¿no es así? -preguntó JunMyeon secamente.
Lay no quería decir que sí, pero ciertamente tampoco dijo que no.
Kun terminó el beso para mirar fijamente a Lay.
-Ni se te ocurra pensarlo.
-Ya está, ¿ves? -Preguntó JunMyeon-. Tendremos que quedarnos en Bucheon, donde no podremos ver rutinariamente a Kun besándose con su novio. Trágico.
Lay fulminó con la mirada a JunMyeon, aunque en realidad no lo decía en serio; la mirada, al parecer, sería su expresión por defecto mientras Kun estuviera trabando los labios con un chico al que Lay no había podido vetar adecuadamente. Por lo que sabía, Ten era un estudiante de la Universidad de Seúl que estaba estudiando una licenciatura en bioquímica.
Le gustaba el mismo tipo de música que a Kun, y pasaban la mayor parte de su tiempo libre jugando juntos Fornite. Por lo que Lay había deducido de la sesión de FaceTime que Kun había establecido antes de que reservaran su vuelo a Seúl, Ten era honesto, respetuoso y parecía un buen chico, pero las apariencias a menudo engañaban. El caso de JunMyeon, que parecía llevar una vida sencilla trabajando de nueve a cinco, pero que se había retirado antes de los treinta con más dinero del que podría esperar gastar era un ejemplo.
Lay no tuvo mucho tiempo para rumiar la inocencia de Ten, Kun lo arrastró a sus pies y empujó a Ten frente a ellos, más feliz de lo que Lay lo había visto en mucho tiempo.
-JunMyeon, Lay, este es mi novio, Ten.
-Hola, Sr. Kim. Hola, señor Zhang -dijo Ten con una educada inclinación de cabeza-. Gracias por venir a visitarnos. Kun y yo estamos muy agradecidos de que lo hayan traído aquí. Es un placer poder conocerlos en persona.
-Hola, Ten. -JunMyeon sonrió-. Es un placer conocerte a ti también.
Lay trató de aflojar, pero sólo consiguió mirar un poco más fuerte.
-Siempre que trates a Kun con respeto, también es un placer conocerte.
-Por supuesto, señor. -Ten inclinó la cabeza -. No se me ocurriría hacer otra cosa.
-Entonces... -Kun miró entre Lay y JunMyeon-. ¿Podemos Ten y yo ir a caminar por el agua un poco? ¿Para que podamos hablar y esas cosas?
-¿Y esas cosas?. -A Lay no le gustó como sonaba eso.
JunMyeon le dio un codazo.
-Sí.
-Después podemos ir a explorar y hacer turismo y todas esas cosas divertidas, pero yo sólo... -Kun miró a Ten, que siempre miraba a Kun de reojo-. Antes de eso, esperaba que pudiéramos conocernos un poco mejor en privado, si te parece bien.
-Mantente dentro de nuestra línea de visión -advirtió Lay. Con el nivel de entrenamiento en defensa personal de Kun, Lay no dudaba de que podría darle una paliza a Ten si el chico intentaba algo, pero había una parte preocupada de él que se resistía a dejar que Kun se fuera. No había estado en la vida de Lay tanto tiempo, pero la pequeña unidad familiar que habían formado había llegado a significar mucho para Lay, cuya relación con sus padres seguía siendo tóxica, y ahora era prácticamente inexistente. Ten era una amenaza para esa estructura, pero era como había dicho JunMyeon: Kun tenía dieciocho años y, de todos modos, no tardaría en irse de casa para empezar a estudiar. Los niños crecían y las familias cambiaban. Lay tenía que aprender a adaptarse.
-Totalmente razonable -dijo Kun.
-Volveremos pronto -añadió Ten. Ambos saludaron con la mano, sonriendo como idiotas, antes de que Kun tomara la mano de Ten y lo arrastrara tan lejos como pudiera sin salir del campo de visión de Lay.
-¿Crees que van a pasar la próxima media hora besándose bajo el muelle?-Preguntó Lay.
-Mmm. Tal vez. -JunMyeon se inclinó hacia él-. ¿Puedes culparlos? Imagina que yo viviera en algún lugar lejano y sólo pudieras verme algo loco, como una vez al año.
-Sí, a la mierda. -Lay dio un beso a un lado de la cabeza de JunMyeon, y durante un rato permanecieron en silencio mientras Kun y Ten exploraban la playa. Había algo en ver el amor joven y salvaje que le hablaba a Lay a un nivel más profundo y le hacía pensar que, a pesar de su mirada, todo saldría bien. Aunque Lay no lo admitiera en voz alta, era bonito ver a Kun tan enamorado. Apenas había conocido a Ten en persona durante cinco minutos, pero Ten ya lo hacía reír tanto que a veces se doblaba. Después del año tan duro que había tenido, Lay se alegraba de verlo así. Kun se merecía la felicidad. Los dos jóvenes vagaban por la orilla, Kun se agachaba de vez en cuando para recoger algo de la arena. Ninguno de los dos miró hacia atrás.
-Oye, ¿crees que si no van a ir a pararse debajo del muelle, podemos hacerlo nosotros? -Preguntó JunMyeon-. El sol me está matando.
-Claro. -Lay guio el camino, sin soltar la mano de JunMyeon.
La sombra bajo el muelle quitaba lo peor del calor. Para ayudarles a refrescarse más, Lay abrió la botella de agua y se la dio a JunMyeon, asegurándose de que se llenara antes de tomarla para él. Entre los dos la vaciaron. Lay metió la botella en la sorprendentemente resistente arena húmeda y luego rodeó los hombros de JunMyeon con los brazos para mantenerlo cerca mientras veían cómo bajaba la marea. Esta era la vida a la que JunMyeon había renunciado por él: vistas al océano y días claros y soleados. Fama, fortuna y oportunidades. Lo que habían encontrado juntos era más rico que todo lo que JunMyeon había encontrado aquí. Lay lo reconocía, y se juró a sí mismo que se esforzaría al máximo para que siguiera siendo así.
Sentía que ya era hora de que se lo jurara a JunMyeon, también.
-Últimamente tengo algo en mente -admitió Lay al universo. Por el rabillo del ojo, vio que JunMyeon giraba la cabeza para prestarle toda su atención-. Soo-Young dice que es importante hablar de tus sentimientos para que no se queden reprimidos. No siempre estoy de acuerdo con ella, pero en este caso, sí. Lo que siento no es algo que deba guardar para mí. Te mereces mi sinceridad.
JunMyeon se tensó, sin duda temiendo lo peor.-¿Qué está pasando?
-Kun se va a ir en unos meses. -Lay siguió con la mirada la línea en la que el océano se unía al horizonte, comprometiendo el momento a la memoria-. Nuestra pequeña familia ya se está fracturando. Recuerdo, antes de que Kun viniera a vivir con nosotros, lo frustrado que me sentía por no poder entrar a apoyarle mientras estaba en el hospital, y recuerdo lo estresado que estabas por si había algún problema con el papeleo, o por si tu equipo legal no lo conseguía y acabábamos con otro niño mientras Kun se escabullía. -Lay dejó de ver el mar para mirar a JunMyeon a los ojos-. Pero yo también recuerdo cómo era antes. La amabilidad que me mostraste cuando estaba asustado y solo, el cuidado que me diste cuando necesitaba a alguien allí, y la risa que trajiste a mi vida cuando no tenía nada.
Las lágrimas perlaron la línea de las pestañas de JunMyeon. Parpadeó furiosamente, pero nada de lo que hizo pudo ahuyentar el brillo de sus ojos. Era la cosa más jodidamente hermosa que Lay había visto nunca, y de alguna manera había decidido que Lay valía su tiempo.
-No quiero perder nunca lo que tenemos -continuó Lay-. No sé qué haría sin ti, JunMyeon, pero sea lo que sea, me haría menos de lo que soy ahora. Tú me conviertes en alguien que estoy orgulloso de ser.
Una lágrima solitaria manchó la mejilla de JunMyeon. Lay soltó a JunMyeon para que lo mirara directamente y se la quitó con el pulgar.
-Sabes que soy tuyo para siempre. Sabes que te seguiría hasta el infierno y de vuelta si eso significara que podemos estar juntos. -A Lay se le hizo un nudo en la garganta. Se tragó su repentina emoción y siguió adelante-. Lo que no sabes es lo profundo que lo siento, pero supongo que ahora lo sabrás.
-Lay -susurró JunMyeon. No necesitó decir más. La emoción en su voz llevaba su historia, diciéndole a Lay lo que necesitaba saber.
Era el momento.
Lay se arrodilló y sacó un sencillo anillo de tungsteno de su bolsillo trasero.
En algún lugar de la distancia, Kun se rio tan fuerte que resonó.
-Cásate conmigo, JunMyeon. -Lay le presentó el anillo en su mano alzada. -Contigo, soy más de lo que podría ser por mi cuenta. JunMyeon parpadeó con más lágrimas en los ojos, luego se arrodilló frente a Lay y le agarró la mano, presionando el anillo entre sus palmas. En lugar de responder con palabras, besó a Lay con fiereza, y Lay le devolvió el beso. Sería así para siempre, se dio cuenta Lay mientras tanteaba para poner el anillo en el dedo de JunMyeon mientras el beso continuaba. Cada día se enamoraban más.
-¡Qué asco! -Kun soltó una arcada mientras se acercaba-. Uf, y eso que estaban con lo de que Ten y yo nos quedáramos en su línea de visión. Supongo que me toca ser el adulto, ¿eh? Esto es peor que el incidente de los sex pants.
JunMyeon se separó de Lay, sonriendo de oreja a oreja. Tras un prolongado momento de contacto visual que hizo que el corazón de Lay se acelerara de emoción por el futuro, JunMyeon miró por encima de su hombro. -Lo dice el tipo que se besó con su novio delante de nosotros.
-¡Eso es diferente! -argumentó Kun-. Fue la primera vez que nos conocimos, y además somos jóvenes. Ustedes son mayores y llevan toda la vida juntos. Lay resopló. Se puso de pie, ayudó a JunMyeon a levantarse y luego recuperó la botella de agua que habían desechado.
-Todavía estamos trabajando en la parte de siempre, chico, pero piensa lo que quieras. -Cogió la mano de JunMyeon, deleitándose en el tacto del anillo contra su piel cuando unieron sus dedos-. Si tú y Ten han terminado con la playa, ¿qué te parece si hacemos turismo? Podríamos hacer una visita no oficial al campus.
Kun levantó una ceja.
-¿Es ese tu intento de explorar la zona para poder ser papá desde el otro lado del país?
Lay se encogió de hombros. No le serviría admitir que Kun tenía razón. Los equipos se cuidaban entre sí, después de todo, y no había ninguno con un vínculo tan fuerte como los que se convertían en familia.Fin
Ese ha sido el final de esta historia, espero que les gustará tanto como a mí 💜
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#2ST LAYHO
RomanceAdaptación sin fines de lucro, todos los créditos le pertenecen a su autor🌱