24 | «Solo iré porque tu quieres ir»

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Para cuando salgo de la universidad son las seis y media de la tarde. El profesor tuvo un problema durante el día y decidió cambiar la clase para las cinco de la tarde, así que aquí estoy, cargando un cuadro de uno por uno cubierto por bolsas de residuos negras y cinta, mucha cinta. 

Ayer cuando Fausto mencionó lo de salir a jugar bolos lo tomé como un plan normal, pero luego pensando en ello caí en cuenta de que la salida se debe a que es el cumpleaños de Liam. Al principio me odié por haberlo olvidado ¿Cómo no iba a acordarme de que cada tres de abril estaba reservado única y exclusivamente para él cuando íbamos al instituto? Es como haber olvidado cómo caminar.

—A mi nunca me regalaste un cuadro por mi cumpleaños —se queja Eri cuando me subo a su auto.

—Voy a regalárselo porque en primer lugar si no fuera gracias a él no lo habría pintado y segundo porque ¿para qué diablos quiero un cuadro de Liam si lo puedo ver todos los días?

—Bueno, tienes razón, pero de todas formas para mi próximo cumpleaños quiero un cuadro y no acepto discusiones al respecto.

Podría decirle que pintar no es algo que pueda salirme y ya, como cualquier artista necesito inspiración sino terminaría siendo una obra vacía de sentimientos, pero eso va a llevarla a ofenderse más, así que solo asiento sonriendo y la dejo contenta.

—No quiero sentir celos de la estrellita, pero tu tampoco ayudas ¡Encima lo pintaste super bonito! —se cruza de brazos soltando el volante de su auto y el corazón se me detiene.

—Estamos en plena avenida, Erika, no hagas eso —aquí las motocicletas cruzan junto a los autos sin cuidado alguno causando un montón de accidentes a la semana, no necesitamos que ella aumente las posibilidades de que nosotras seamos las protagonistas de alguno de ellos.

—En cuanto lleguemos a su casa no voy a desearle feliz cumpleaños, voy a desearle una diarrea horrible que lo tenga horas sentado en el inodoro sin poder levantarse.

—No seas mala...

—Está bien, si podrá levantarse, pero solo unos minutos y luego volverá a su trono —no termina de hablar porque comienza a reírse—. Es broma, me alegra que por fin hayas encontrado inspiración para volver a pintar, porque sinceramente lo último que hiciste es una mierda, Sam.

—¿Cómo sabes eso si yo no te he mostrado nada? —frunzo el ceño y ella aprieta los labios—. Erika ¿Cómo sabes?

—Bueno...cuando fui a buscar nuestras cosas a casa puede que me haya metido al cuarto de lavado y haya visto los cuadros que tienes en el armario.

—Por algo los escondí, no estoy orgullosa de ellos y sé que son una mierda...

—El realismo se te da bastante bien, solo mira a Liam, parece que fuera una puta foto y no veinte horas de pinturitas y pinceles.

Si contara las distracciones que hubo en medio y las pausas que hicimos para besarnos, las veinte horas se extienden enormemente, por eso es mejor dejarlas por fuera del conteo y decir que orgullosamente logré pintar un cuadro realista en veinte horas.

—Cuando te pinte a ti tardaré mucho más, hacer rizos es complicado —la miro por el rabillo del ojo esperando verla enojarse, pero pasa lo contrario.

—¡No importa! —golpea el volante y al notar mi mirada de desaprobación vuelve a agarrarlo con firmeza sonriendo—. Cuando vayas a pintarme me aliso el cabello y listo, problema resuelto.

Aunque intente escapar sé que voy a terminar pintándola tal y como ella quiera, porque sí, en cuanto empiece a hacerlo va a querer hacerse mil retoques hasta que se vea bonita, como si no lo hiciera desde el principio.

Una canción no fue suficiente [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora