Eres una estudiante de universidad en su último semestre, dónde conoces a un nuevo maestro que viene del subsuelo llamado Sans, quién es un esqueleto que parece que sólo llega a alborotar tus sentidos.
Logras pasar más tiempo con él fuera de las cla...
Las semanas pasaron y el profesor Sans pidió un ensayo, sobre las aplicaciones de las fórmulas aprendidas a lo largo de la unidad pasada en situaciones de la vida real. Si de por si hacer un ensayo es complicado, ¿Hacerlo sobre matemáticas? Cielos, que pesado que era. Era un reto para ti y tus compañeros, pero era el único trabajo de esta unidad y luego el examen final. Valía la pena esforzarse para no hacer nada lo que queda del semestre, estudiar a último momento para el examen, y luego libertad para siempre de la universidad.
En tu casa pusiste manos a la obra... O al menos eso intentaste hacer, ya que estos pensamientos de tu profesor de nuevo te invadieron, intentaste concentrarte, investigar, redactar, pero hacer su tarea te hacía pensar más en él, en Sans.
En medio de la calentura y la distracción, terminaste escribiendo sobre él, una pequeña redacción sobre como creías que te podría hacer suya, lo que quisieras decirle cada que lo veías, lo mucho que te excitaba tenerlo tan cerca, te dejaste llevar por lo que sentías y perdiste la noción del tiempo. Cuando te diste cuenta ya casi era media noche, leíste lo que escribiste con la cara sonrojada e hirviendo, copiaste, cortaste todo lo que acababas de escribir y lo pegaste todo en un documento diferente al de la tarea, estabas cansada pero debías terminar el documento.
Te tomó mucho tiempo, pero lo lograste, revisaste las primeras páginas de tu escrito para ver que todo estuviera en orden, revisaste las fórmulas e imprimiste todo. Con dolor de cabeza releíste rápidamente tu tarea ya impresa, grapaste las hojas, las pusiste en una carpeta de color beige y te fuiste a tu cama con tranquilidad de saber que todo estaba listo para entregar.
La clase empezó, tu profesor esqueleto favorito entró con cara somnolienta, pero siempre sonriente. Les indicó a todos que entregaran sus trabajos y algunos lo hicieron, otros se excusaron por no terminarlo a lo que él les dio más tiempo, por una menor puntuación. Entregaste tu trabajo, él sólo te miró y tú le sonreíste, a lo que él te comenzó a decir:
-señorita _______, no te preocupes por el servicio social por un tiempo, tengo que revisar estos trabajos... pero debo hacerlo yo mismo para asegurarme de que estén correctos, así que tal vez me tome por lo menos toda la semana y bueno... no quiero quitarte tanto tiempo haciendo nada más que verme leer aburridos ensayos, puedes tomar esta semana libre o hasta que yo te indique que estaré disponible de nuevo.
-Oh profesor, no hace falta, yo puedo estar–
-Yo insisto, me ha ayudado mucho estas semanas, y como usted dijo... Todos se merecen un descanso de vez en cuando y este es el que yo le regalo en agradecimiento por toda su ayuda, por trabajar una esqueletonelada conmigo.
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Sans te guiñó el ojo y tú estabas entre agradecida (porque si estabas bastante cansada) y algo triste porque parte de ti si quería verlo leer aburridos ensayos por horas. Reíste ligeramente, después sonreíste y sólo le contestaste:
-Está bien, muchas gracias Profesor Sans.
Y regresaste a tu asiento. Saliendo de clases, tomaste el autobús con tus amigos y platicaste con ellos como hacía tiempo no lo hacías en las salidas, llegaste a tu casa y lo primero que hiciste fue dormir, dormir hasta el día siguiente.